Roberto Rabi González

El balompié es juego, pasión e irracionalidad por definición. Comienza ahí donde la sensatez termina, y por lo mismo, si una disputa colorida y emblemática como aquella sobre quien sea el “cuarto grande”, no deja muertos ni heridos, bienvenida sea, sobre todo en la medida que contribuya a mejorar la autoestima de los postulantes, difundir estadísticas, información y apreciaciones balompédicas y, de tal modo, a engrosar nuestro, un tanto escuálido, acervo cultural futbolero.

En los Juegos Olímpicos el rugby no consigue figurar al ser fiel a sus principios. Y el fútbol transita por un paraje gris a medio camino entre la plena vigencia y la total exclusión: ni tanto, ni tan poco.