
Los medios tradicionales, durante largas décadas, a través de editoriales, páginas políticas y económicas han cumplido con el rol de ser pequeñas ventanas por las cuales las personas pueden asomarse indiscretamente para husmear y ver qué sucede y qué piensan las élites. En otras palabras, un paseo por los pasillos que habitan los más férreos defensores del sistema.