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En el estallido social de 2021 en Colombia, un nuevo dispositivo de guerra cobró protagonismo: Venom, un lanzador múltiple que dispara oleadas de granadas aturdidoras y lacrimógenas con un alcance no visto antes y que sembró terror no solo entre los manifestantes.

Masivas protestas entre octubre de 2019 y marzo de 2020 fueron respondidas con el uso de granadas químicas, cartuchos lacrimógenos y perdigones disparados por la policía y Fuerzas Armadas. El mercado de armamento no letal vivió un boom, mientras los manifestantes vivieron las consecuencias: 3 mil casos de violaciones a los DD. HH., 460 heridos oculares y 34 personas fallecidas fueron parte del saldo.

La directora del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (Clip) da cuenta de los principales hallazgos de la investigación transfronteriza El Negocio de la Represión, hecha por Interferencia en alianza con otros 11 medios de la región. En Latinoamerica, más de US$ 100 millones fueron invertidos en armas no letales en los últimos 5 años. 203 personas resultaron gravísimamente heridas por estos elementos y 33 perdieron la vida.