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Lunes, 4 de Agosto de 2025
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Israel - Estados Unidos: ¿Sacar las castañas con la mano del gato?

Andrés Almeida

Biden y Netanyahu

Biden y Netanyahu
Biden y Netanyahu

Por un lado, es difícil que Netanyahu logre sacar las castañas iraníes con la mano de Biden, al menos en el periodo electoral, pero es cierto que hasta ahora Israel ha escalado el conflicto sin escuchar del todo a Washington. Por otro, también es difícil que EE.UU. deje solo a Israel si es que finalmente la guerra abierta y general estalla. 

Este artículo corresponde al newsletter semanal exclusivo La Semana del sábado 5 de octubre, cuyo contenido se abre ahora para todos los lectores. 

Después de los ataques israelíes a Hezbolá en El Líbano, Irán -el principal aliado de esta milicia libanesa chií- realizó un ataque con 180 misiles a tres bases aéreas israelíes y los cuarteles del Mossad en Tel Aviv. 

Mientras que los israelíes dicen que el ataque fracasó, pues apenas tocó la infraestructura crítica y que la mayoría de los misiles que tocaron tierra lo hicieron en el descampado, los iraníes celebran que al menos 80% de los proyectiles alcanzaron sus blancos y dicen que la misión no tenía por propósito destruir la capacidad militar de Israel, sino advertir de que la tiene, como respuesta proporcional a los ataques a Hezbolá. 

Con todo, al menos, Irán pudo demostrar ante los iraníes y el mundo musulmán que no se quedó de brazos cruzados frente al ataque a Hezbolá, lo que produjo una fuerte inyección de ánimo en amplios sectores de la población de países afines

Más allá de las versiones diametralmente opuestas, donde ambos involucrados acusan al enemigo de haber cometido un "grave error”, da la sensación de que Irán demostró tener capacidad de disuasión, a juzgar por las imágenes de los disparos masivos, la llegada a tierra de los misiles, la velocidad con que impactaron algunos misiles hipersónicos, y el hecho de que las defensas antiaéreas se vieron sobrepasadas, o al menos, no se mostraron invulnerables en una ciudad como Tel Aviv. 

Cabe mencionar que cualquiera de estos misiles cargado con un arma de destrucción masiva, habría representado una amenaza existencial para Israel (y para Irán, si es que el ataque no anula la capacidad israelí de respuesta).

Con todo, al menos, Irán pudo demostrar ante los iraníes y el mundo musulmán que no se quedó de brazos cruzados frente al ataque a Hezbolá, lo que produjo una fuerte inyección de ánimo en amplios sectores de la población de países afines, golpeados por el descabezamiento de Hezbolá y los ataques israelíes a El Líbano y Siria.

La pregunta es si es que la respuesta iraní fue bien calibrada racionalmente como una herramienta disuasiva, o bien, representa un paso más en el escalamiento del conflicto, pues obliga a Israel a realizar una respuesta que tiene el potencial de avanzar a una guerra abierta y general en la región. 

Al respecto, Israel puede responder con alguna acción estruendosa pero de relativo bajo poder destructivo -como han sido en cierto modo hasta ahora los ataques iraníes- o buscar generar un daño mayor en la infraestructura energética, nuclear o logística de Irán, lo que obligaría a una nueva respuesta iraní, la cual avisaron sería devastadora.

Si bien ya la guerra parece abierta, dados los ataques israelíes e iraníes recientes fuera de sus territorios, cabe mencionar que ambas potencias están todavía en una fase de estudio, por lo que el despliegue militar puede ser muy superior a lo que hasta ahora hemos visto. 

Por el lado de Israel, hay que recordar que en última instancia el país es una potencia nuclear, y por el de Irán, que ha dicho que sus ataques solo representan una pequeña fracción de su potencial, pues dispone de miles de misiles, y que -si hubiesen querido causar más daño con el reciente ataque-, no lo habrían hecho de noche ni avisado con antelación a Estados Unidos, dando tiempo, por ejemplo, a que los aviones israelíes salieran de las bases alcanzadas.

Así y todo, una guerra general del Medio Oriente solo es posible si es que Washington se involucra directamente en ella, pues, finalmente, todo indica que las probabilidades de una victoria israelí sobre Irán depende del soporte estadounidense

Así y todo, una guerra general del Medio Oriente solo es posible si es que Washington se involucra directamente en ella, pues, finalmente, todo indica que las probabilidades de una victoria israelí sobre Irán depende del soporte estadounidense, lo que incluye abrir el conflicto a Irak y el Golfo Pérsico, donde Estados Unidos tiene desplegadas sus fuerzas militares, con lo que la guerra israelí-iraní pasaría de ser sólo aérea, a aérea, terrestre y naval.

¿Hasta qué punto está Estados Unidos dispuesto a esto? 

Teherán acusa que ya hay un involucramiento bélico de Estados Unidos -pues el país ha proporcionado a Israel, inteligencia, infraestructura logística, defensas antiaéreas, armas, soporte diplomático e  ingente dinero-, pero -nuevamente- este apoyo es solo una fracción de las capacidades estadounidenses contra Irán.

Es así como todo indica que Washington no dejará a su suerte a Tel Aviv en caso de una confrontación mayor, pero eso no indica que los estadounidenses lo quieran. 

El problema es que, de un tiempo a esta parte, Benjamin Netanyahu, el premier israelí, parece ser quien está tomando las decisiones por Joe Biden, el presidente estadounidense, quien se ve arrastrado a posiciones belicistas que Estados Unidos no quiere. Es así como el ataque a Hassan Nasrallah -el ultimado líder de Hezbolá-  llegó cuando los estadounidenses promovían un alto al fuego. Ahora, los estadounidenses se han vistos obligados a apoyar una represalia israelí, pero todo indica que abogan porque ésta no salga de proporciones, de modo que no se vean obligados a entrar a una guerra directa.

Pero, la principal razón para creer que difieren los intereses de Netanyahu y Biden está en que un conflicto abierto contra Irán implicaría la disrupción de la economía global y la inestabilidad política consecuente, a semanas de la elección presidencial estadounidense. 

Esto, porque una guerra abierta y general implicaría, sí o sí, el disparo del precio del petróleo, dado que Irán es miembro clave de la OPEP y el productor del 5% del total mundial del producto, y un apoyo iraní más decidido a los hutíes en Yemen puede llevar a cerrar el Mar Rojo, por donde circula en tiempos de paz en torno al 12% del comercio mundial, encareciendo aún más la cadena de suministro.

Esto, sin contar el peligro diplomático no menor de que una guerra de esta naturaleza implique la fusión de intereses entre los BRICS y la OPEP, lo que incluye a Arabia Saudita, con lo que la presencia estadounidense en la región se volvería en una labor cuesta arriba.

Para Estados Unidos sería más complicado sostener el apoyo a Ucrania, lo que podría determinar un triunfo militar rotundo de Rusia y el consecuente debilitamiento de la OTAN. 

En ese escenario, además, para Estados Unidos sería más complicado sostener el apoyo a Ucrania, lo que podría determinar un triunfo militar rotundo de Rusia y el consecuente debilitamiento de la OTAN. 

Por eso también hay que observar con cuidado la alianza ruso-iraní, la cual siempre ha tenido un freno dado que casi un millón y medio de ruso-parlantes viven en Israel. Al respecto, Rusia llamó en la crisis a los ciudadanos rusos de Israel que vuelvan a Rusia. 

La alianza entre Rusia e Irán es muy grave para los intereses occidentales, pues, por un lado, da credibilidad a la potencia militar de Irán, la que podría contar, por ejemplo, con el apoyo satelital ruso, y por otro, promueve algo que podría llegar a convertirse en un problema demográfico, estratégico y económico de gran escala para Israel, si efectivamente un porcentaje relevante de los rusos-israelíes decide volver a Rusia.

¿Qué va a pasar?

Por un lado, es difícil que Netanyahu logre sacar las castañas iraníes con la mano de Biden, al menos en el periodo electoral, obligando a su aliado a que pelee una guerra por él. Pero, es cierto que hasta ahora Tel Aviv ha actuado sobre la base de hechos consumados, escalando el conflicto sin escuchar del todo a Washington ni atender sus tiempos políticos. 

Pero, por el otro lado, también es difícil que Estados Unidos deje solo a Israel, si es que finalmente la guerra abierta y general estalla, pues ahí hay una alianza de largo plazo, que permite a Estados Unidos tener un pie en una zona geopolíticamente estratégica, que podría convertirse en un área de influencia exclusiva de Rusia y China sin su presencia. 

Difíciles ambas cosas, pero alguna de las dos puede suceder.

 

ARTÍCULOS RELEVANTES

- Irán ataca y el siguiente paso de Israel puede determinar el curso de la guerra, de David E. Sanger y Eve Sampson en The New York Times.

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- La guerra en Medio Oriente está alcanzando la escala que se temía de David E. Sanger en The New York Times.

- Hamás y Hezbolá atraparon a Israel el 7 de octubre. Ahora Israel está atrapando a Irán y a Estados Unidos, el análisis de Dahlia Schendlin en Haaretz.

- ¿Cuáles son los misiles que tiene Irán en su arsenal y cómo los contrarresta Israel? el análisis de Brad Lendon y Gianluca Mezzofiore en CNN Mundo.

- Irán e Israel: cuáles son sus capacidades de ataque y defensa de Al Jazeera

- Estados Unidos necesita una nueva estrategia para evitar una catástrofe aún mayor en Oriente Medio, de Andrew P. Miller en Foreign Affairs.

- ¿Dónde terminará la guerra en múltiples frentes de Israel? de Dalia Dassa Kaye en Foreign Affairs.

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