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Viernes, 7 de Marzo de 2025
Archivos de prensa de la política

Los presidentes y su muñeca para armar el primer gabinete

Hernán Millas (*)

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Gabinete de González Videla.
Gabinete de González Videla.

En un libro de Guinness, versión chilena, podría anotarse el gabinete de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, como el más prematuro de todos los conocidos en el país: a apenas catorce días de su elección. En el pasado eso nunca se dio: Gabriel González, en 1952, pudo anunciar su ministerio sólo cinco días antes de asumir. Carlos Ibáñez hasta una semana antes no tenía seguro su gabinete por las apetencias y querellas de sus partidarios.

Jorge Alessandri, pese a su fuerte personalidad que estaba por sobre los partidos, una semana antes de la transmisión del mando pudo dar a conocer su gabinete, y en la nómina se había bajado a dos que se daban por seguro: en Hacienda a Jorge Schneider, ex jefe de la oficina de la Corfo en Nueva York, y a Hugo Rosende en Interior. Y entró, en reemplazo de Schneider, su jefe en la Corfo y ex gerente de la CAP, Roberto Vergara, el Ruca, quien se convirtió en triministro (Hacienda, Economía y Minería). A la CAP también pertenecían otros ministros. El gabinete, armado por Alessandri en su oficina de la Papelera en calle Agustinas frente al Carrera, pasó a ser conocido como el de los gerentes. Eduardo Frei padre, aunque formó un gabinete con predominio DC, también sólo una semana antes de asumir estuvo en condiciones de dar a conocer su primer gabinete.

Lo había ido conformando desde el fundo La Cartuja, en San Francisco de Mostazal, que perteneció al actor Alejandro Flores, y que entonces era de sus amigos los Pubill. Allí Frei se entusiasmaría con efectuar la "revolución del pollo", que cambiaría los hábitos gastronómicos de los chilenos. Hasta entonces en materia de carnes se dependía del vacuno, cordero y cerdo. Para adquirir un ave era necesario ir al Matadero o la Vega, donde lo expendían con plumas.

Salvador Allende solo 48 horas antes de asumir tuvo su ministerio, obtenido después de toda suerte de escarceos con los partidos de la Unidad Popular.

Frei le ofreció Hacienda a Sergio Molina, que entonces no pertenecía a la DC y que había sido jefe de Presupuesto en el gobierno de Alessandri. Como subsecretario juró Andrés Zaldívar. Como Frei gobernó solo con su partido, buscó algunos independientes para que la fisonomía no fuese muy monótona. Ellos, que con humor se auto denominaron los demo-paganos, fueron Juan Gómez Millas, ex rector de la Universidad de Chile, en Educación; Eduardo Simián (el Pulpo) en Minería, que se hizo famoso con el hallazgo de petróleo en Manantiales (Magallanes); y Modesto Collados, en Vivienda. Curiosamente, este último fue resistido en la DC, recordándose que en la Universidad perteneció al Grupo Avance, almácigo de profesionales comunistas. Se equivocaron y Collados que un buen ministro técnico, formó parte de un gabinete la dictadura de Augusto Pinochet. 

Salvador Allende solo 48 horas antes de asumir tuvo su ministerio, obtenido después de toda suerte de escarceos con los partidos de la Unidad Popular. La API, de Rafael Tarud, pedía dos ministerios y hasta tenía los nombres y las carteras: Alfonso David Lebón para Minería y Lisandro Cruz Ponce para Justicia. Allende y la UP les daban un solo ministerio. Los apistas estuvieron tres días enojados. Al tercer día reapareció David Lebón, diciendo que harían un sacrificio y él juraría en Economía, pero ya era tarde. Esa cartera ya estaba dada a Pedro Vuskovic. La Api se resignó con el Ministerio de Justicia, que le duró poco. Por su cuenta, cuenta, Allende quiso que su canciller fuera Clodomiro Almeyda. El Mapu le pidió un ministerio para Carmen Gloria Aguayo. Ya no quedaban carteras por repartir y se le dijo que ella juraría como la primera ministra de Protección de la Familia, pero ese ministerio no se creó jamás.

Patricio Aylwin anunció su gabinete a los 28 días de ser elegido. Ya en la campaña el equipo económico encabezado por Alejandro FoxIey, hacía su precalentamiento en su casa de avenida Colón, sede de Cieplan. Y el resto del gabinete ya había empezado a configurarse en unas estrechas oficinas de la calle Almirante Simpson, vecinas a la Sociedad de Escritores de Chile. Ya elegido, Aylwin confeccionó su gabinete en la parcela de un amigo en Lampa. Allí distribuyó las 20 carteras en nueve DC, seis PS, dos PR, un SD, un PAC y un independiente. Aunque el anuncio del ministerio lo hizo el 9 de enero, el 21 de diciembre se tuvo un dato. Aylwin se había reunido con Pinochet y en el traspaso designó a Enrique Krauss para que se entendiera con Carlos Cáceres, el ministro del Interior); a Edgardo Boeninger (para que tomase contacto con Jorge Ballerino, secretario general de la Presidencia); y a Foxley (para que se reuniese con Martín Costabal, ministro de Hacienda). Ya había tres ministros fijos.

Después de eso, Aylwin y doña Leonor pudieron irse a pasar la Navidad al fundo La Esperanza, cerca de Talca, propiedad de Andrés Zaldívar, quien se quedaba con la presidencia de la DC.

Aylwin ostenta el record del presidente que, en toda la historia del país, gobernó lo cuatro años con el mismo gabinete, salvo aislados cambios de ministros. Ellos, a excepción del doctor Jorge Jiménez de la Jara –reemplazado en Salud por el doctor Julio Montt- se alejaron únicamente cuando postularon a Parlamentarios Juan Hamilton, Paz Figueroa y Carlos Ominami, o por competir en las primarias de la Concertación (Lagos), o al final del período aceptaron otra designación (Marshall) en el directorio del Banco Central.

Patricio Aylwin anunció su gabinete a los 28 días de ser elegido. Ya en la campaña el equipo económico encabezado por Alejandro FoxIey, hacía su precalentamiento en su casa de avenida Colón, sede de Cieplan. Y el resto del gabinete ya había empezado a configurarse en unas estrechas oficinas de la calle Almirante Simpson, vecinas a la Sociedad de Escritores de Chile.

En el anverso, el presidente Germán Riesco ofreció el record de 17 gabinetes. Si bien superó a Juan Luis Sanfuentes que tuvo 15, éste último le ganó en la cantidad de ministros. El régimen parlamentario, que en Chile se exhibió en una versión grotesca, le hizo cambiar 78 ministros. De haber existido entonces la radio, y realizarse un concurso, habría sido difícil contestar a la pregunta del millón: "¿Cuáles han sido los ministros de Sanfuentes?".

A fines del siglo XIX y a comienzos del XX, el mejor juego de salón era derribar un ministerio o, cuando menos, un ministro. El deporte político se practicaba desde las tertulias en la Casa Azul de Sanfuentes; la Cueva del Oro Negro, como se denominaba la de Pedro Montt, o mientras se jugaba a las cartas o al billar en el Club de la Unión.

Los más jóvenes

Y como a fines de año hay tendencia por balances y estadísticas, vamos a la edad de los mandatarios.

Frei Ruiz Tagle fue, con sus 51 años, el tercer presidente más joven del siglo. Lo anteceden Gabriel González Videla que tenía 48 años cuando asumió la Presidencia, y el general Ibáñez que, en su primera Presidencia, cumplía 50 años.

Otras edades presidenciales: Pedro Montt, 60 años; Ramón Barros Luco, 75; Juan Luis Sanfuentes, 57; Arturo Alessandri, 52; Juan Esteban Montero, 52; Arturo Alessandri en su segunda Presidencia, 65; Pedro Aguirre, 59; Juan Antonio Ríos, 54; Ibáñez, en su segunda Presidencia, 75; Jorge Alessandri, 62; Eduardo Frei padre, 53; Salvador Allende, 62, Patricio Aylwin, 69.

Federico II y sus amigas

Si nos vamos al siglo XIX, las edades bajan, porque la duración de la vida era menor. Manuel Montt llegó a la Presidencia a los 42 años; Manuel Bulnes, a los 41; José Joaquín Pérez, 60; Domingo Santa María, 55; Aníbal Pinto, 51; Balmaceda, 45; Jorge Montt, 46; Germán Riesco, 47. En cuanto a los dos Federico Errázuriz, padre e hijo (Zañartu el apellido materno del primero, y Echaurren, el segundo), ambos llegaron a La Moneda a los 46 años. Joaquín Edwards Bello llamaba al hijo como Federico II, y alababa su ingenio y picardía. Y le agregaba un récord fácil de obtener en una tradición presidencial chilena más recatada en ese aspecto: fue quien tuvo más amantes, emulando a los monarcas de su época. Como Pedro II de Brasil y Alfonso XII de España.

Gonzalo Vial expresa que “una alta sociedad tolerante y hasta generosa hacia los vicios y viciosos distinguidos, no podría explicarse que el Presidente se divirtiera con la Adelita y la Pan de Huevo”.

Sin embargo su caso demuestra que no siempre la vida privada incide en su comportamiento público, porque pese a su vida disipada, Errázuriz fue un gran Presidente, y a él se le debe el "abrazo del Estrecho" que evitó una guerra que se creía venir. Al término de su mandato, debió ser subrogado al empeorar su estado de salud.

La prensa

No puedo dejar pasar la oportunidad de hacer una comparación entre la prensa del siglo XIX y la del XX. Aquélla era agresiva, apasionada y buscaba destruir a su rival.

Contrasta el tratamiento respetuoso que los diarios de oposición a los gobiernos de Pedro Aguirre Cerda y Juan Antonio Ríos les dedicaron cuando estaban postrados graves. Errázuriz, en cambio, desde su lecho padeció, más que por los males físicos, con el tormento moral de leer el supuesto curso de su enfermedad en los periódicos. y el mandatario exigía que se los mostrasen. ¿Y cómo informaban?: "El enfermo lograba ya abrir los dedos en condiciones que le permitían apretar un lápiz". "Su médico, que es de confianza, parece no querer decirle la amarga verdad al paciente"... Y Joaquín Walker Martínez, citaba un tratado médico en el que se afirmaba: "Los signos de un tumor cerebral se desarrollan poco a poco". Y esto en los articulistas serios. Qué decir en los virulentos periódicos de oposición, como La Ley y La Tarde. En este último, Emilio Rodríguez Mendoza, que sería diplomático, parlamentario y novelista, bajo su firma, contaba que Errázuriz le pidió al "médico y amigo" que lo atendía le dijese la cruda verdad, y que éste le respondió: "Sí, señor, es cierto, por desgracia, lo que se dice de la salud de Su Excelencia". Luego de esas palabras Errázuriz habría caído desplomado.

En ese clímax del parlamentarismo, conformar el primer gabinete no tenía muchos quebrantos. Lo importante sería conseguir que llegase al mes. Y lo que resultaba más importante era el último gabinete, porque ése serviría para ayudar a ganar al candidato oficialista. Y después de la revolución del 91, donde se proclamó la libertad electoral (el cohecho se daba por sentado, pero lo que importaba es que, luego no se cambiasen los votos).

La sorpresa de Gabriel

La "muñeca" de Gabriel González Videla consiguió que la derecha (nada de centroderecha, entonces) y los comunistas compartiesen el poder en su primer gabinete en noviembre de 1946. La movida tenía una astuta razón: era el vencedor pero no tenía la mayoría absoluta para considerarse Presidente electo. Y sumados los votos de la derecha, ésta lo superaba con creces: 270 mil contra los 191 mil que obtuviese. Era sólo cuestión de que liberales y conservadores se pusieran de acuerdo.

Es posible que González también predijera lo que iba a ocurrir al año siguiente, en el que rompió con los comunistas. Había sido elegido con los votos radicales, comunistas y gran parte de los socialistas. En su elección derrotó a la derecha, que se dividió con Eduardo Cruz Coke (conservador) y Fernando Alessandri (liberal). Se especulaban los nombres de sus doce ministros (hoy son 24, incluyendo Codelco y Relaciones Ejecutivo-Congreso, que adquirieron esa categoría). Pero los nombres que se barajaban eran rádicos, socialistas y comunistas.

Sin embargo, Gabriel González, cinco días antes de asumir, confirmó la noticia que ya se conocía –debido a que la Junta del Partido Liberal tuvo que pronunciarse por la obscena solicitud-.No era otra cosa la decisión de incluir en su gabinete, junto a los comunistas (“El pueblo lo llama Gabriel”, había dicho Pablo Neruda) a representantes de la más apergaminada derecha.

 Ministros linajudos

Los liberales de 1946 eran el prototipo de la aristocracia, y se enorgullecían de su otro apellido: manchesterianos. Porque se identificaban con los liberales de Manchester, la ciudad inglesa donde en el siglo XIX naciese la revolución industrial, con la concepción más fría e insensible de la libre empresa.

Los liberales que fueron a su primer gabinete eran prominentes personajes: Manuel Bulnes Sanfuentes, Fernando Clara Salas y Guillermo Correa Fuenzalida. Además, para agregarle grado al cóctel, figuraba el empresario y agricultor de derecha, Roberto Wachholtz. En cuanto a los comunistas, eran los mejores activistas que tenía el partido, empezando por su propio secretario general, Carlos Contreras Labarca, Miguel Concha (que más tarde sería expulsado por "revisionista" al decir en voz alta entre camaradas que Stalin parecía que había cometido algunos excesos) y Víctor Contreras Tapia, obrero portuario y después senador (que también caerá en desgracia).

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Gabinete de Jorge Alessandri.
Gabinete de Jorge Alessandri.

De ahí que el singular enlace causaría sensación en todo el mundo. En un comienzo, el pedido de mano no fue aceptado: la Junta Liberal lo rechazó por quince votos contra cinco. Pero González Videla logró hacer variar la votación. En el transcurso de los días a los  liberales les empezó a gustar la idea de ir al gobierno "para enfrentar y parar a los comunistas", y una derrota convertirla en triunfo.

Raúl Marín Balmaceda, que 18 años más tarde sufrió un ataque mortal ante el temor de que los liberales a Frei Montalva como candidato presidencial (su nombre hizo desviar su nombre a Jorge Alessandri), justificó la Alianza. “Mi partido”, dijo, luego del pase a los ministros, “aceptó colaborar con un gobierno comunistas inclusive, en un gesto supremo de patriotismo. ¿Para qué? para impedir el dominio absoluto del eje radical-comunista”.

Tampoco al PC le disgustó la alianza. Le asustaba la idea de que la guerra fría contra los comunistas pudiese llegar a Chile y hacerlos sus víctimas. El único en expresar sus temores en la Comisión Política fue César Godoy, el capitán Veneno.

La "muñeca" de Gabriel González Videla consiguió que la derecha (nada de centroderecha, entonces) y los comunistas compartiesen el poder en su primer gabinete en noviembre de 1946.

Era primera vez en América que ministros comunistas -y tres nada menos- llegaban a compartir los azares de un gobierno de coalición de clases. Existía un cercano antecedente, y era Cuba, la anterior a Fidel, en donde hubo dos ministros del PC, pero curiosamente sin carteras.

Escuché, años más tarde, de labios del diputado radical Raúl Juliet, que fue su primer canciller (entonces él tenía 36 años), cómo Gabriel González desplegó su estrategia. Repartía sonrisas a conservadores, que le devolvían las atenciones con una hosca mirada, mientras que reiteraba su lealtad a los comunachos, que realizaban grandes manifestaciones para denunciar que "la reacción y el imperialismo" le querían robar el triunfo al pueblo. El PC amenazó con la toma de fábricas y la salida de las masas a defender el triunfo

En cuanto a los liberales, González Videla tenía buena llegada familiar. Fernando Claro Salas, que fuera jefe de la campaña de Gustavo Ross, contra Pedro Aguirre, y que sería su ministro de Salubridad, era tío de Pepe Claro, recién casado con Rosita, su hija menor.

Fue así como, con buena muñeca y mejor juego de piernas, se trabajó a los liberales. Ya proclamado en el Congreso Pleno, se los llevó al gobierno.

Los liberales escogieron a los más anticomunistas. El doctor Grez fue boleado por "blando". El Colegio Médico pataleó porque Claro era abogado y empresario (vicepresidente de la Compañía Tabacos) y no médico. Darío Poblete, que sería su secretario general de gobierno j sin rango de ministerio, replicó:

"Un ministro de Salud no opera ni ve pacientes. De él se espera una gran visión y capacidad de organizador". Curiosamente con la designación por el Presidente Frei Montalva del economista Carlos Massad en esa cartera, vuelve a agitarse la polémica, transcurridos 48 años.

No todos vieron con agrado esa singular alianza. El mismo día 3 de noviembre que juró el gabinete, el Departamento de Estado estadounidense emitió una declaración en que reprobaba la junta. Decía que "observará con atención el desarrollo de la política chilena ahora que en su gobierno hay tres ministros comunistas. Esto sucede por primera vez en Latinoamérica. El Departamento de Estado tiene interés en ver si los comunistas, como gobernantes, tienen espíritu constructivo; si la lucha contra Estados Unidos es dictada por un simple espíritu de propaganda doméstica, o si es la caja de resonancia de la política exterior de la Unión Soviética".

En Extra, periódico del PC, Juan de Luigi, una de sus grandes plumas, destacaba el "sacrificio" de los comunistas para el éxito del gobierno: en la campaña había cubierto la línea de fuego de la propaganda callejera y le dio a González Videla 50 mil votos, el 26 por ciento. Sin embargo llevaba sólo tres carteras, las mismas que el Partido Liberal, "que se convirtió al gabrielismo 96 horas antes del Congreso Pleno". Ese artículo fue la primera nube negra en el cielo ministerial.

En sus Memorias, González Videla dice que deseaba que renaciera la Alianza liberal, con radicales. Pero en ese momento que asumía, y hasta la primera semana de abril de 1947, seis meses después, en vísperas de las elecciones municipales, González Videla hacía fe de su aprecio por los comunistas. "Sin el concurso del Partido Comunista", expresó en esa ocasión, ''yo no sería Presi- dente de Chile. No habrá fuerza humana ni divina que me aparte, del pueblo, y en el pueblo están los estandartes del PC".

Las elecciones de regidores consiguieron el divorcio que parecía imposible: el PC se convirtió en el segundo partido de Chile, con 90 mil votos, doblando el número de regidores. Los radicales, pese a que suyo era el Presidente, bajaron en una cuarta parte, y los liberales en un tercio.

Eduardo Moore, senador liberal, explicó las causas. “Es que ellos repican y andan en la procesión. Están dentro del gobierno y promueven la agitación obrera y campesina”. Pronto el PC caería en desgracia. Pero Gabriel González en su primer gabinete había logrado lo que parecía absurdo. Juntan a los liberales y comunistas en su primer gabinete.

(*) Premio Nacional de Periodismo (1921-2016)

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