
La primera semana de la franja electoral deja un mosaico no muy variado de emocionalidades y más mezquino en cringe de lo que se podía esperar. Los ocho candidatos presidenciales –salvo excepciones– no se han esmerado en ser originales ni en mostrar lo que son o quiénes los acompañan sino en hacer calzar emociones con propuestas de solución.