
La inflación de hoy es más profunda y muy distinta de las anteriores. Controlarla solo a través de tasas de interés, en un contexto de crisis sanitaria, ambiental y geopolítica, amenaza con socavar los fundamentos del sistema.

Desde el retorno a la democracia y el establecimiento de la meta de inflación, la política monetaria suele pasarse tres pueblos en la escala del rigor. Los costos del sobreajuste los ha terminado pagando el trabajo, mientras que las ganancias fluyeron hacia la banca.