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EL MOMENTO MÁS DIFÍCIL DE JUAN GUAIDÓ
La oposición reaccionó al llamado de su líder, Juan Guaidó, y salió en masa a respaldar lo que él ha llamado Operación Libertad, un conjunto de movilizaciones en 385 puntos de Venezuela. Después de todo, Guaidó -al 23 de marzo, cuando cumplía dos meses desde que se autoproclamó presidente encargado- según Datanálisis, contaba con el 61% de la aprobación ciudadana (contra el 14% que aprueba al presidente Nicolás Maduro).
Sin embargo, los ánimos no son los mismos y comienzan a hacerse públicas las primeras críticas internas a Guaidó, en especial por parte de quienes sienten mayor frustración, y ya no esconden su deseo de que una intervención militar estadounidense sea la mano del gato que saque las castañas. "Guaidó es puro blablá", es la frase con la que El País -férreo opositor al chavismo- decidió ilustrar ese malestar. Esto, en uno de los primeros artículos críticos que el periódico español ha hecho respecto del líder venezolano.
Una frustración que crece luego de las palabras de Elliot Abrams -el emisario especial de la Secretaría de Estado de Estados Unidos- quien la semana pasada dijo "no creo que Europa, América Latina, Canadá y Estados Unidos estamos pensando, en este momento, en una reacción militar". Palabras que debilitaron la carta guardada de Guaidó: la activación del artículo 187, numeral 11, mediante la cual el líder de la oposición -en tanto como reconocido como presidente encargado- juega con la posibilidad institucional de ser él quien llame a una intervención militar estadounidense.
María Corina Machado, líder de Soy Venezuela, la agrupación política más derechista y abiertamente favorable a la intervención, puso presión a Guaidó al twittear: "La declaración de Elliot Abrams demuestra que los tiempos de nuestros aliados pueden diferir de los nuestros. El tiempo de los venezolanos es el del hambre, éxodo y la muerte. Hoy, con más razón, debemos presionar para que el auxilio internacional a Venezuela se acelere. Por eso, el 187.11"
Como es costumbre, el chavismo también se moviliza cuando la oposición lo hace. En la ocasión habló Maduro, quien en su discurso dijo que "Venezuela pide apoyo y acompañamiento para un gran diálogo de paz, de entendimiento, entre venezolanos, entre venezolanas. Ratifico todo mi apoyo, toda mi voluntad, para buscar una vía de diálogo, de negociación, de acuerdo, por el bien de Venezuela, por el bien del futuro. Pongamos sobre la mesa todas las cartas. Cesen los ataques terroristas y las emboscadas, y con el acompañamiento de México, Bolivia, Uruguay y el Caribe, Venezuela puede instalar, más temprano que tarde, una mesa de diálogo nacional, con todos los sectores políticos. culturales, económicos y sociales. Llamo al diálogo nacional".
Palabras que gozan de poca credibilidad en la oposición, pero que apuntan a dividirla por el otra ala: los moderados, quienes también ven y se resignan frente a la impotencia de Guaidó de transformarse en un líder con capacidad ejecutiva.
Lo que empieza a pasar ahora con Guaidó es una crisis de expectativas, pues ya han pasado más de dos meses desde que se autoproclamase como presidente encargado, y no se ha precipitado la caída Maduro, tal como lo sugirió desde un principio el joven político. Esto, pese a la intervención del 23 de febrero que buscaba introducir ayuda humanitaria estadounidense desde Cúcuta, y la crisis eléctrica de marzo, que tiene sumida a Venezuela en continuos apagones. Frente a eso, la Operación Libertad parece más de lo mismo, lo que equivale a decir, más de lo que no funciona.
Es más, la semana pasada por primera vez el chavismo logró mostrar fuerza contra Guaidó, al quitarle la inmunidad parlamentaria. Pese al escándalo internacional por la medida, esto internamente es un paso importante para someterlo a un posible asedio judicial, capaz de debilitarlo. Esto empieza con la acusación de desacato tras su salida de Venezuela pese a la prohibición judicial de hacerlo, y -si se dan las condiciones políticas- puede llevar incluso a Guaidó a enfrentar acusaciones judiciales por boicotear el sistema eléctrico venezolano, pues dicha acusación ya se ha puesto en la mesa, pero en un timbre más político.
Probablemente Guaidó contenga por ahora las amenazas internas de quienes lo quieren como un lider de guerra y de quienes lo ven como un obstáculo para un posible diálogo. Así, seguramente se mantendrá como el líder indiscutido en la oposición. Pero la pregunta es -si nada nuevo y grande sucede- ¿por cuánto tiempo?