Publish or perish (publica o muere) es uno de los mantras terribles de la labor académica y científica del mundo actual.
Desde que Eugene Garfield desarrollara los modelos modernos de indexación (en simple, un sistema que permite evaluar el impacto de un trabajo académico publicado por el número de citas de otras especialistas que recibe) -y desde que se crearon, por un lado los ránkings internacionales de universidades como el de Shanghai, y de otro, todo el proceso de acreditación de carreras y universidades, particularmente en Chile- las instituciones universitarias han estado constantemente presionando a sus plantas académicas a publicar el mayor número de papers posible, de manera de subir en sus puntajes.
Esto ha ocasionado que dichas plantas incurran en malas prácticas que en nada se condicen con la labor, aparentemente noble y ética, del desarrollo del quehacer científico.
El asunto es más o menos como sigue.
Las personas que trabajan en investigación suelen tener como uno de sus trabajos más directos el desarrollo de proyectos científicos. Estos proyectos llevan a que, una vez que se alcanzan resultados, estos se publiquen en un puñado de revistas científicas llamadas indexadas. Hay varios índices circulando, pero los más reconocidos, al menos en Chile, son el de Web of Science (que antiguamente se llamaba ISI) y el Scopus (que pertenece al gigante editorial holandés Elsevier), y -en menor lugar- Scielo, una iniciativa chilena que ha cumplido dos décadas.
En Chile, una mayoría abrumadora de los fondos para dichos proyectos proviene de Conicyt, institución que, para asignar dichos fondos toma en consideración en primerísimo lugar, el número de publicaciones de las y los postulantes en al menos esos tres índices (WoS, Scopus, Scielo).
Por ejemplo, en lingüística, el área del autor del presente artículo, los puntajes para las publicaciones se desglosan de la siguiente manera (en otras áreas los algoritmos para la asignación de los puntajes difieren en su fórmula, pero no en su espíritu):
Ítem - Puntos
Libro monográfico o edición filológica publicado por editorial con referato externo - 1,00
Artículo en revista indizada en WoS o Scopus - 0,75
Libro monográfico o edición filológica publicado por editorial sin referato externo - 0,50
Artículo en revista indizada en Scielo o ERIH - 0,35
Libro editado o Edición de número especial o dossier de una revista indexada en WoS Scopus - 0,25
Capítulo de libro publicado por editorial con referato externo - 0,25
Artículo en revista con otra indización y con revisión de pares - 0,10
Estos puntajes se van acumulando según la cantidad de papers o libros que habitualmente se han publicado en una ventana de tiempo que corresponde a los últimos cinco años. Pero, publicar en algunas de estas revistas (que son unas veinte mil en el mundo, pero divididas en todas las áreas imaginables del conocimiento) es una tarea ardua en la que existe progresivamente más y más competencia.
Además, progresivamente en los últimos años, a las publicaciones se les ha empezado a exigir más aún. Como, por ejemplo, publicar en las revistas de más impacto (las que reciben más citaciones) a las que se divide en cuartiles.
Del mismo modo, en las jerarquizaciones de los académicos se considera el número de citaciones que reciben sus publicaciones. Esto es, cuántas veces se ha citados sus papers, lo que resulta aún más difícil. Por ejemplo, un artículo sobre un tema poco abordado, como, El desarrollo de una voz interior en la poesía de Magallanes Moure, es casi seguro que recibirá solo un par de citaciones en los años posteriores a su publicación.
Y no solo es eso. No basta con tener algún paper muy citado, en el último tiempo ha empezado a usarse, cada vez más frecuentemente, el llamado Índice H, que asigna un puntaje por cuántas veces cuántos de nuestros artículos han sido citados: si se ha citado una sola vez y un solo paper, recibo un Índice H de 1; si se ha citado cuatro veces cuatro papers distintos, se recibe un Índice H de 4.
Las mafias académicas
Publicar en una revista indexada es una tarea ardua. En primer lugar, hay que pasar el filtro de que, tras enviar el trabajo, la editora o el editor de esta revista prestigiosa lo tome en consideración. Muchos de los envíos no pasan esa etapa. En segundo lugar, hay que esperar los veredictos del peer reviewing (un proceso en que un trabajo es enviado a un par de especialistas secretos-ciegos que leen el trabajo sin saber quién es el autor y que culmina con un informe sobre si el texto es aprobado, aprobado con modificaciones o rechazado, y que, a menudo considera muchas correcciones solicitadas a la redacción original.
Es por eso que muchos trabajos caen en el camino.
Entonces, dadas las premuras y exigencias del cada vez más competitivo mundo universitario, las y los académicos empiezan a desarrollar otras prácticas para engrosar sus cifras.
Una de estas malas prácticas consiste en las llamadas publicaciones cruzadas. Una revista dirigida por una persona no puede publicar a especialistas de su misma universidad ni departamento. Eso se llama control de la endogamia. Si luego de trámites y burocracias extensas esa persona logra que la revista se indexe en WoS o Scopus o Scielo, el editor se encuentra al final con que no podrá publicar en ella sus propios trabajos. Ahí es cuando aparecen las publicaciones cruzadas. Si ese editor no puede publicar en su propia revista y el director de la revista análoga de la universidad de en frente no puede publicar en la suya: entonces se incentiva el cambalache o enroque y santo remedio.
A menudo cuando se arman este tipo de conciliábulos los editores cruzados bajan los estándares de exigencias al director del frente de manera que que disponga de una especie de fast track.
Otro de los conciliábulos consiste en la citation farm (granja de citaciones), que consiste en que muchos académicos, habitualmente entre medio de las libaciones en el bar de la ciudad donde se encontraron en un congreso, se coordinan para citarse mutuamente. Esto, porque una cita que yo hago a mis propios textos se considera una autocita y no resulta contabilizada en los procesos de asignaciones de puntaje.
Se trata de una mala práctica que deja a todo el mundo feliz: yo te cito y tú me citas y aumentamos nuestros Índices H.
La estafa de la Editorial Académica Española (EAE)
Si una persona ha sido un tesista exitoso que tras años de trabajó alcanzó finalmente su grado de magister o un soñado PhD, quizá ha recibido un correo electrónico como el siguiente:
Estimado Ricardo Martínez:
Mi nombre es Eleonora Gutu y formo parte del equipo de colaboradores de la Editorial Académica Española.
Después de leer su Currículum Vitae, el equipo editorial de la Editorial Académica Española ofrece la publicación de su trabajo en "Ciencia Cognitiva aplicada a la Educación, Psicolingüística, Lingüística Cognitiva y Lingüística Computacional." en forma de libro impreso.
Nuestros servicios no tienen costo alguno para los autores.
Su libro estará disponible a nivel mundial a través de librerías locales o librerías en línea.
Ricardo Martínez, ¿le podría enviar más información sobre nuestra propuesta?
Luego de leer este elogioso mail de una editorial académica, que tiene todo el nombre de una university press (editoriales del mundo universitario, como OUP -Oxford University Press- o MIT Press, que trabajan con equipos de editores y se asesoran con peer reviewers), el académico probablemente saltará en una pata. No solo va a poder publicar su abstrusa memoria final de posgrado, sino que también va a poder entrar a las grandes ligas académicas engrosando su número de publicaciones indexadas y quizá alcanzando cuantas citaciones que le harán subir como espuma en su Índice H.
Pues bien, esto es una estafa.
Como han documentado un par de especialistas chilenos y muchos blogs académicos en la misma España, como Criticacida, La Editorial Académica Española es todo menos una editorial académica. No dispone de las prácticas sofisticadas habituales de las university presses, publican los textos -las tesis- sin revisión, no hay revisoras pares que entreguen informes o den retroalimentación a las autoras y simplemente albergan y albergan en los discos duros de la empresa un sinnúmero de textos que solo se imprimen a pedido.
Y no es solo eso. Como señala Criticacida “los derechos de autor pasan a la Editorial, de la cual su único mérito es haber contactado al autor. Si la tesis o el trabajo de investigación fue financiado por algún organismo público, eso no importa, la EAE legalmente asume los derechos”.
En resumen, un cazabobos similar a, por ejemplo, las malas prácticas de congresos académicos que solo son paquetes turísticos. Estos congresos falsos son llamados predatory conferences por los académicos anglosajones y tienen características como las siguientes: 1) habitualmente tienen un título rimbombante 2) el campo que cubre es extremadamente amplio (como Congreso sobre el impacto de la civilización maya sobre la cultura Mexicana del siglo XXI) 3) la redacción del programa es confusa e incluso tiene faltas de ortografía, y, la más importante 4) los costos por la asistencia a la conferencia son siderales.
Comentarios
Yo les presente un borrador,
Con todo respeto, este
Gracias por la información.
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