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La IA no es un medio de información imparcial y completamente analítico, como dan a entender algunos artículos periodísticos. Son herramientas generativas creadas por el ser humano y, por tanto, reproductoras de una serie de ideas erróneas, prejuicios y visiones del mundo afectadas por el momento social y político en el que se insertan.

El uso de la Inteligencia Artificial (IA) está creciendo astronómicamente en todo el mundo, lo que requiere una enorme cantidad de energía para fabricar semiconductores y provoca una explosión gigantesca en la construcción de centros de datos. Tan grande y rápida es esta expansión que Sam Altman, director de OpenAI, ha advertido de que la IA está llevando a la humanidad hacia una “crisis energética catastrófica”.

Arte generativo utilizado para propaganda electoral, políticos muertos que resucitan con IA para recomendar candidatos y llamadas con deepfakes que imitan la voz de Biden invitando a no votar. Durante 2023, la desregulación del uso de inteligencia artificial marcó las elecciones a nivel mundial y todo hace prever que seguirá influyendo durante este año en que EEUU elige presidente.

La demanda por la ley Antitrust busca limitar el control del mercado de avisaje por internet y búsquedas del gigante de Silicon Valley, que concentra el 88% de estas últimas. “El Google de hoy es un guardián del monopolio de internet, y una de las empresas más ricas del planeta”, se puede leer en el escrito presentado por el Justice Department.