Cristián Warnken

La nueva entidad estará conformada por una parte democráticamente electa, el Consejo Constitucional, y otra de control técnico y político de gran incidencia, el Comité de Expertos, este último redactará un anteproyecto que será la idea matriz del texto constitucional. Según el documento del acuerdo, los expertos deberán tener una "indiscutible trayectoria profesional, técnica y/o académica".

¿Existe otro partido político que haya nacido con tal apoyo de los medios que Amarillos por Chile? Decenas de artículos por semana sobre sus integrantes y su conformación son publicados en los medios tradicionales. Sólo el tiempo demostrará si se justifica tanta cobertura o sólo es un globo inflado por los medios.

Wolf Von Appen, el actual patriarca de la familia, aportó hasta ahora con $16 millones más a la organización liderada por Cristián Warnken. Con esto se suma a la familia Cúneo, una de las controladoras de Falabella, que aportó $66 millones. La agrupación totaliza $146 millones en aportes.

Cada una de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) inscritas por Amarillos está habilitada para gasto electoral por hasta $150 millones de cara al plebiscito constitucional. Desde la colectividad, señalaron que es muy difícil conseguir cantidades de esa envergadura y que el objetivo de inscribir varias OSC es conseguir más espacio en la franja televisiva

Su actividad data desde incluso antes de la entrega del borrador constitucional. Entre ellos está Amarillos por Chile, y varias agrupaciones ligadas a convencionales de derecha como Bernardo Fontaine, Constanza Hube, Martín Arrau, Carol Bown, Bárbara Rebolledo, y otros personajes como Francisco Orrego, de ‘Con mi plata no’.

Si bien aseguran contar con 50 mil adherentes en su página web, entre Facebook e Instagram apenas suman 12 mil seguidores. A través de sus anuncios -en los que declaran 'alerta roja' porque la nueva Constitución creará un Estado Regional- han llegado a 3,5 millones de chilenos, en su mayoría capitalinos.

Analizamos 5 escenas de los medios nacionales, de lo que podríamos definir como el periodismo perro faldero –del inglés lapdog journalism– que se ubica en las antípodas del periodismo perro guardián (watchdog journalism), ese que suele incomodar al poder. Un periodismo dispuesto a mostrar la cara amable de las élites políticas.