Estefanía González

El Ministerio de Economía encargó un informe que concluyó que las 4.700 toneladas de salmones muertos arrojados al mar no tuvo incidencia en el desastre que implicó millones de especies muertas y 30 mil pescadores cesantes. Sin embargo, científicos franceses y chilenos concluyeron que esto pudo perfectamente potenciar la catástrofe.

Según datos obtenidos a través de la ley de transparencia, de los 74 accidentes registrados desde el 2010, sólo 12 fueron motivo de denuncia a entidades capaces de multar; mientras que de los casi 5 millones de salmones fugados se recuperaron apenas 694 mil especímenes. Organizaciones medioambientales plantean que el número total es mayor, explicando que las consecuencias para el ecosistema de fugas de especies introducidas y con antibióticos son enormes.

Los medios alemanes Der Spiegel y Deutsche Welle han publicado artículos advirtiendo sobre el peligro que conlleva para la deforestación la utilización de proteína de soya en alimento para salmones, apuntando directamente a la industria chilena; la segunda más grande del mundo después de la noruega.