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Viernes, 19 de Abril de 2024
Medio ambiente

4,8 millones de salmones se han fugado de empresas acuicultoras en los últimos 10 años en Chile

Diego Ortiz

Salmonera. Crédito: Greenpeace

Salmonera. Crédito: Greenpeace
Salmonera. Crédito: Greenpeace

Según datos obtenidos a través de la ley de transparencia, de los 74 accidentes registrados desde el 2010, sólo 12 fueron motivo de denuncia a entidades capaces de multar; mientras que de los casi 5 millones de salmones fugados se recuperaron apenas 694 mil especímenes. Organizaciones medioambientales plantean que el número total es mayor, explicando que las consecuencias para el ecosistema de fugas de especies introducidas y con antibióticos son enormes.

Admision UDEC

El 23 de marzo de 2018, el gobernador de Washington, Jay Inslee, tomó una decisión que en Chile parece drástica. Luego de un escape de cerca de 250 mil salmones de la empresa Cooke Aquaculture, Inslee decidió firmar una ley que prohíbe la acuicultura de peces no nativos en dicho estado. “Los recursos económicos, culturales y recreacionales de estas increíbles aguas no continuarán siendo amenazadas por acciones negligentes de la industria”, comentó el senador Kevin Ranker, uno de los congresistas que impulsó la medida. (Revisa acá la nota del 2018 de Seafood Source, donde se da a conocer la medida prohibitoria en Washington).

En Chile, en 2016, a la empresa Marine Harvest S.A. –que luego cambió su nombre a Mowi– se le escaparon 690 mil ejemplares: casi el triple de los fugados en Estados Unidos y que motivaron la prohibición de la industria en Washington. Y éste es sólo uno de los 8 que registra la empresa en los últimos 10 años, siendo sólo superada por Cermaq Chile, empresa noruega que registra 10 accidentes durante este lapso en nuestro país.

El escape de Mowi de casi 700 mil salmones en 2016 es sólo una fracción de los accidentes ocurridos en Chile. INTERFERENCIA, mediante ley de transparencia, tuvo acceso al registro histórico de fugas de salmónidos en aguas nacionales del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca). Éste, que sólo cuenta con datos a partir del 2010, registra 4.823.155 peces fugados, de los cuales se recuperó apenas el 14% (694.564 especímenes). Además, este medio accedió al registro de denuncias de Sernapesca: de los 74 accidentes, sólo 12 culminaron en una denuncia por parte del servicio a entidades con capacidad de multar a las empresas.

Registro de fugas de salmones durante el 2020. Fuente: Sernapesca

Registro de fugas de salmones durante el 2020. Fuente: Sernapesca
Registro de fugas de salmones durante el 2020. Fuente: Sernapesca

Revisa acá el registro total de fugas de salmones desde el 2010 según datos proporcionados por Sernapesca.

Denuncias a instituciones capaces de multar desde el 2010. Fuente: Sernapesca

Denuncias a instituciones capaces de multar desde el 2010. Fuente: Sernapesca
Denuncias a instituciones capaces de multar desde el 2010. Fuente: Sernapesca

Revisa acá las denuncias interpuestas por Sernapesca a entidades fiscalizadoras.

El escape de estos animales provoca un profundo daño ambiental, producto del alto nivel de antibióticos que permanecen tanto en su organismo como en sus heces, además del impacto que genera el ingreso de una especie introducida y profundamente carnívora como lo son los salmones criados artificialmente. Los efectos de las fugas de salmones gatillaron incluso la preparación de un informe al respecto en el Congreso Nacional, publicado en mayo de 2019. (Revisa acá el informe Salmones escapados al medio ambiente, disponible en la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile).

“Del registro de fugas, 3.583.423 corresponden al salmón atlántico, a la especie salar”, dijo a INTERFERENCIA Estefanía González, coordinadora de Océanos de Greenpeace, quien accedió al documento. “Esta es la especie más devoradora y que mayor impacto genera en el medio ambiente dentro de los peces introducidos y explotados en Chile”, agregó.

Dentro de los impactos medioambientales asociados a la liberación de salmones, destacan para la coordinadora de Greenpeace las enfermedades que traspasan a la fauna nativa, así como también su capacidad de consumir y devorar tanto el alimento de las especies nativas como también a los propios peces endémicos. “Es un concepto similar al monocultivo, como los pinos o eucaliptos: es una especie que domina y se apodera del ecosistema”, explica, agregando que si bien este impacto se da principalmente en el mar, que es donde se genera casi la totalidad de las fugas, estas consecuencias negativas se traspasan también a ríos y lagos dada la capacidad de traslado de los salmónidos.

A pesar de la elevada cifra oficial de fugas presentada por Sernapesca, el número total de salmones liberados por accidente al ecosistema pareciera ser mayor. Al menos así lo indica Estefanía González, quien recuerda el caso de Blumar: de acuerdo con el registro entregado por Sernapesca a nuestro medio, el 27 de julio de este año, 103 mil salmones escaparon de uno de los centros de cultivo de dicha empresa en Los Lagos (recuperándose 22 mil, según los datos del servicio), pero según medios nacionales en aquel momento –como El Mostrador– reportaron una fuga de más de 800 mil ejemplares. (Revisa acá el artículo de El Mostrador, Masiva fuga de salmones en Los Lagos: “El escape de Blumar es devastador y puede superar el millón).

“¿Qué pasó acá? Se les escaparon las jaulas completas. No fueron fugas de salmones, sino que perdieron la estructura en su totalidad”, explica Estefanía González. “Sernapesca no lo consideró un escape, a pesar de que no se sabe cuántos salmones pueden haber escapado de estas jaulas y también sin considerar la putrefacción que generaron estos salmones con antibióticos una vez que murieron en las jaulas”, indicó.

Para Juan Carlos Cárdenas, médico veterinario y director del Centro Ecocéanos, también existe un problema en la forma en que se castiga a las empresas que presentan accidentes que provocan daño ambiental. “Las resoluciones de Calificación Ambiental de las concesiones salmoneras no contemplan ninguna medida de reparación, compensación y/o mitigación de los negativos impactos sanitarios y ambientales derivados de los escapes de millones de salmónidos de cultivo”, explicó Cárdenas a nuestro medio.

El veterinario y director de Ecocéanos asegura que el daño provocado por esta especie introducida es incalculable. “En los ríos y lagos del sur del país existen 45 especies de peces nativos, siendo un ochenta por ciento de éstos endémicos y categorizados como especies amenazadas, por lo que los escapes masivos de salmones impulsan una reducción acelerada de estas especies marinas locales, tales como el puye (Galaxia maculatus), y ejemplares juveniles de merluza, sardina austral y pejerreyes, todos de gran importancia para las cadenas tróficas, la alimentación de los ciudadanos, y la economía de las comunidades costeras, pueblos originarios y pescadores artesanales”, cierra.

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