
La primera película en llevar a Pinochet como protagonista, no se conforma con insultarlo –por suerte– sino que lo deforma para convertirlo en la metáfora de algo mucho mayor.

El mito de Diana de Gales como víctima de la monarquía es profundizado con elementos del thriller psicológico y del terror. Parece exagerado, pero la película convence de que no lo es.