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Viernes, 25 de Julio de 2025
Medioambiente

El autoconsumo renovable puede hacer a los ricos más ricos

Juan José Cuenca, Barry Hayes, Hannah Daly (The Conversation)

Panel solar domiciliario.

Wozzie / shutterstock
Wozzie / shutterstock

Los hogares ricos son los primeros en beneficiarse de los subsidios estatales para instalar energías renovables en sus casas, apunta esta investigación basada en Irlanda. Ello involucra un sistema de “orden de llegada” que limita el ingreso de los hogares pobres al sistema de microgeneración de energía.

Muchos hogares se están convirtiendo en “ciudadanos energéticos”, instalando paneles solares y otras energías renovables en sus propiedades particulares.

En teoría, esto es positivo para todos. Incluir energía renovable disminuye los costos de la energía y, al reemplazar combustibles fósiles, reduce las emisiones de dióxido de carbono que calientan el planeta. Sin embargo, a medida que se instalan paneles solares y otras infraestructuras renovables, crece el temor de que las redes eléctricas locales se lleguen a congestionar.

Para entender este problema y proponer una solución, llevamos a cabo una investigación al respecto. Aunque nos concentramos en Irlanda, donde vivimos y trabajamos, tenemos constancia de que sucede algo similar en muchas partes del mundo.

A menudo, los hogares más acomodados son los primeros en instalar energía solar fotovoltaica y en beneficiarse de los subsidios.

No hay sitio para todos

Para empezar, estudiamos la infraestructura eléctrica de todo el país y descubrimos que, si todos quisieran instalar placas solares en el techo, solo el 5 % de los 1,6 millones de los usuarios de electricidad incluidos en el análisis podrían conectarlos a la red nacional.

Los cálculos se han hecho considerando lo que pasaría si cada hogar quisiera instalar 6 kilovatios de renovables –solar en una porción del tejado de una casa típica, por ejemplo, o una turbina eólica pequeña–, que es el límite máximo respaldado por el esquema de apoyo para microgeneración en Irlanda.

Lo que ocurre en Irlanda se parece a las problemáticas existentes en redes eléctricas de CaliforniaEspaña y Alemania, donde los “pioneros” en instalar estas tecnologías están bloqueando el acceso para los que se suman más tarde. Aunque todos estos países están bastante adelantados en su desarrollo de energía solar fotovoltaica, algunas partes de la red eléctrica ya no tienen disponibilidad para nuevas instalaciones.

Lo más injusto es que, a menudo, los hogares más acomodados son los primeros en instalar energía solar fotovoltaica y en beneficiarse de los subsidios. Sin olvidar que limita cómo de útil es la microgeneración para el objetivo global de descarbonizar la sociedad.

El “juego de las sillas” de la energía

La situación se puede comparar con el clásico juego de las sillas.

El primer problema es el número de sillas: la red eléctrica no fue diseñada para que cada hogar produzca grandes cantidades de energías renovables.

Mientras el sol brilla, cada usuario con un panel solar puede utilizar la electricidad instantáneamente o entregársela a la red. Eso funciona mientras son pocos los usuarios que están aportando energía a la red, pero a escala nacional toda esa energía puede exceder la capacidad física de los cables, causando sobrevoltajes que dañan equipos o interrumpen el servicio. Para evitar esto, al operador de red no le queda más remedio que limitar la cantidad de renovables conectadas.

Hay algunas formas de atajar este problema desde un punto de vista técnico o, siguiendo con la metáfora, para que haya más “sillas” disponibles. Esto puede incluir invertir en cables nuevos, o bien instalar bancos de baterías residenciales y cargadores de vehículos eléctricos temporizados para que el uso de la energía sea más coordinado. Pero hay una condición: todas estas soluciones implican un elevado coste.

Las redes eléctricas en países ricos –la red irlandesa es un buen ejemplo– han estado en construcción durante más de cien años, y readaptarlas no es un trabajo simple. Más problemática aún resulta esa readaptación en economías emergentes, incapaces en muchos casos de cubrir esos costos.

El segundo problema es decidir quién se puede “sentar” primero. La política actual permite asignar renovables “en orden de llegada”. Inevitablemente, eso le da prioridad a partes de la sociedad con altos ingresos para que ocupe antes una silla vacía para sentarse, y por tanto para que se beneficien económicamente.

Cómo evitar la injusticia

Imagine que se muda y, una vez instalado, descubre que toda la red está ocupada y no es posible conectar nuevos paneles solares. No tiene acceso, por tanto, a los beneficios directos de tener una instalación de energías limpias. Y eso supone una injusticia.

Para que la falta de disponibilidad de la red deje de ser un problema, en lugar de los límites generales –como los 6 kilovatios en Irlanda– necesitaremos un análisis detallado de la red. Así conseguiremos cuantificar la máxima cantidad de renovables que un hogar puede tener sin impedir el acceso a otros.

La política actual permite asignar renovables “en orden de llegada”. Inevitablemente, eso le da prioridad a partes de la sociedad con altos ingresos para que ocupe un espacio disponible, y por tanto para que se beneficien económicamente.

Este cálculo es necesario porque la limitación difiere para distintos usuarios según su ubicación en la red. No hay que olvidar que las restricciones técnicas dependen de cómo de cerca están de una subestación o de cuántas personas están conectadas a esta subestación, entre otros factores.

La segunda forma de compartir la red es aceptar que algunos hogares tienen el dinero para instalar más que su justa parte, y en retribución pueden ayudar a todos colectivamente. Por ejemplo, las partes de usuarios menos favorecidos pueden ser usadas por los hogares con más dinero para instalar nuevos paneles solares y turbinas eólicas a cambio de electricidad más económica derivada de esas instalaciones. Así se pueden compartir los beneficios por el uso de capacidad de red compartida.

Los autores simularon cuánta energía solar instalada en el techo tendría en promedio un hogar en Irlanda en 30 años con las políticas actuales (izquierda) y si el acceso a la red fuera considerado un recurso compartido (derecha). Cuenca et al.

Los autores simularon cuánta energía solar instalada en el techo tendría en promedio un hogar en Irlanda en 30 años con las políticas actuales (izquierda) y si el acceso a la red fuera considerado un recurso compartido (derecha). Cuenca et al.
Los autores simularon cuánta energía solar instalada en el techo tendría en promedio un hogar en Irlanda en 30 años con las políticas actuales (izquierda) y si el acceso a la red fuera considerado un recurso compartido (derecha). Cuenca et al.

Tener en cuenta la equidad

El progreso es incuestionable. A nivel global, las instituciones se están esforzando en alcanzar los objetivos de descarbonización, y la instalación de energías renovables está en auge. La transición hacia energías bajas en carbono es ahora inevitable. La pregunta ya no es si se lleva a cabo la transición, sino cómo se hace realidad.

Las energías renovables no deberían empeorar desigualdades preexistentes. Las políticas para energías eólicas y solares domésticas deberían desarrollarse aplicando criterios de equidad. Solo así permitirán a todos los usuarios de electricidad beneficiarse económicamente de las energías limpias por igual.

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Artículo tendencioso y poco técnico, se nota que el periodista no sabe del tema y sólo pretende "sacar ronchas sociales", donde el rico oprime injustamente al pobre sin alternativas más que la sobre-regulación estatal. El sistema que se comenta es el distribuido, con inyección de excedentes a la red, donde lógicamente podría eventualmente haber una saturación de líneas. Pero nada impide al dueño de casa hacer un sistema sin inyección a la red, sólo para autoconsumo, y sin saturar las redes. La tecnología de los inversores fotovoltaicos avanza exponencialmente y se hace más sofisticada, por lo que esto ya es algo que se puede programar o regular hoy en día en los mismos inversores tomando muestras de la red, reduciendo o restringiendo la producción en línea acorde al consumo minuto a minuto. Ojalá podamos avanzar en la descarbonización, sin tener que entrar a modificar leyes o poner más burocracia y restricciones temporalmente innecesarias a las instalaciones domiciliarias.

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