El comercio minero, el auge del capital industrial y las cifras de producción de minerales son un índice de la capacidad chilena. Las contradicciones entre mineros y agricultores son el índice de las luchas políticas. El mineral o producto para ser una mercancía requiere ser extraído de la tierra, y para ser un valor es necesario, un trabajo. Este trabajo lo ejecutan los obreros mineros. Luego, el substrato de la economía y del auge capitalista minero tiene un origen final en el proceso de extracción.
Por lo tanto, es necesario conocer la situación de la clase obrera en la producción. Para no parecer un imitador descriptivo de escenas miserables al gusto de los lectores del novelista inglés Dickens, sin poseer la fuerza del estilo amargo de Máximo Gorki o el naturalismo de "¡Germina!" de Zola, me limitaré a transcribir varios testimonios y juicios de distinto tipo de fuente, que relatan la situación, la condición de vida y trabajo de los proletarios mineros en el siglo pasado (XIX).
La primera cita proviene de un comerciante inglés, Mr. Head, comprador de minerales por cuenta de Inglaterra. Peritada como fidedigna por Mariano Picón Salas y Guillermo Feliú Cruz.
"La fatiga de trepar los palos con muescas eran tan grandes que casi estábamos exhaustos, mientras los hombres que venían con un largo bastón en una mano provistos de candela en una punta hendida nos instaban que no los hiciéremos parar".
-"Después de bajar doscientos cincuenta pies, caminando a veces por planos entre la nieve y el barro nos llegaba al tobillo, llegamos al sitio donde los hombres trabajan. Era asombroso ver la fuerza con que se servían de sus martillos pesados, y el esfuerzo continuo con que trabajaban; y aunque parezca extraño todos conveníamos en que nunca vimos mineros ingleses dotados de tal fuerza y que trabajasen tan duro. Mientras los barreteros trabajaban el filón, los acarreadores llevaban el mineral sobre las espaldas".
"La fatiga de trepar los palos con muescas eran tan grandes que casi estábamos exhaustos, mientras los hombres que venían con un largo bastón en una mano provistos de candela en una punta hendida nos instaban que no los hiciéremos parar".
"Mientras en un extremo del rancho bebíamos aguardiente con azúcar, sentados en los recados y alumbrados por una vela de sebo negro, metida en una gran botella, no distante más de tres yardas de un cuero lleno de pólvora, los pocos mineros que habíamos visto trabajar habían sido relevados por otros que trabajaban de noche. Entraron en el rancho, y sin hacernos el menor caso, prepararon la cena, operación sencillísima. Los hombres sacaron las velas de los bastones hendidos, y en la hendidura pusieron un pedazo de charqui; lo calentaban pocos segundos en las brasas del fogón, y luego lo comían, y después bebieron de un chifle un poco de nieve derretida. Hecha la comida, disfrutaron la única bendición que la fortuna les ha deparado: descansar de su trabajo... en el cuero de oveja que les sirve de cama”.
“Les di el aguardiente que me quedaba y les pregunté si tenían bebidas y me dieron la respuesta acostumbrada, que a los mineros no le son permitidas las bebidas”.
Vicuña Mackenna describe las "costumbres típicas" de los apires y barreteros de la siguiente manera:
"Los obreros de las minas de América del Sur donde la jornada necesaria de trabajo consiste en cargar sobre sus espaldas un peso de 180 a 200 libras de mineral y llevarlos desde una profundidad de 450 pies (puede ser una de las más duras del mundo) viven solamente de porotos y pan".
-Acostumbrados a no vivir sino de sí mismo, aislados durante años enteros en los montes, sin ver la diferencia entre el día y la noche dentro de las lóbregas paredes de sus piques, que el candil alumbra en la alborada, al atardecer y mediodía. Su ordinario sustento lo componen dos cosas tan chilenas como el cobre: el poroto con ají y un puñado de higos como postre.
El fundador de la química agrícola –Liebig- y el gran naturalista Charles Darwin comentaron las características de las jornadas de trabajo en las minas chilenas, la alimentación y los jornales.
Dice Liebig: "Los obreros de las minas de América del Sur donde la jornada necesaria de trabajo consiste en cargar sobre sus espaldas un peso de 180 a 200 libras de mineral y llevarlos desde una profundidad de 450 pies (puede ser una de las más duras del mundo) viven solamente de porotos y pan".
Darwin en su "Viaje de un naturalista alrededor del mundo" dedica varios capítulos de su diario a la actividad minera en Chile. Son aspectos que los historiadores no han visto jamás, como si la historia no la hicieran los hombres que producen. Y esto que no han visto los chilenos, lo presenció el cientista, indignado. Debo recordar que este sabio inglés era absolutamente conservador en cuanto a política o problemas sociales.
Entre otros párrafos, he seleccionado el siguiente, que se refiere al mineral de Jahuel:
"Los mineros que trabajan en el interior de las minas reciben 5 chelines por mes y se les da, además, un poco de charqui, pero los hombres no dejan el triste escenario de su trabajo sino una vez caso 15 días o cada tres meses…"
-Los mineros trabajan mucho, se les da muy poco tiempo para sus comidas y lo mismo en invierno que en verano se ponen al trabajo con el alba y no cesan sino al llegar la noche. Reciben 10 chelines por mes, además de la comida. Para desayunar se les dan 16 higos y dos trozos de pan; para almorzar se les da habas cocidas con agua y para cenar, trigo machacado y tostado. Casi nunca comen carne, porque con 12 libras anuales han de vestirse y alimentar a su familia.
"Los mineros que trabajan en el interior de las minas reciben 5 chelines por mes y se les da, además, un poco de charqui, pero los hombres no dejan el triste escenario de su trabajo sino una vez caso 15 días o cada tres meses… Mirar la palidez de gran parte de los mineros me inquieta por su salud…”.
Carlos Marx, en "El Capital", se refiere a los mineros de Chile, basado en Liebig y Darwin, en la siguiente frase: "Así es como no están muy lejos de imitar a esos brutales explotadores de minas de América meridional que fuerzan a sus esclavos a tomar un alimento más substancial".
Para clarificar el sentido de las citas debo recordar al lector que las minas de la cordillera de los Andes quedaban aisladas durante la temporada de invierno y solamente en las regiones de fácil acceso a las ciudades podían los trabajadores visitar a sus familiares.
La equivalencia de los salarios indicados por Darwin puede calcularse por las informaciones que aporta Tornero en su obra "Chile Ilustrado" en 1872. Dice este autor que los emolumentos ascendían, en esa fecha, a sesenta centavos aproximadamente, pero que anteriormente eran muchísimos menores.
Con respeto a la alimentación, era descontada por los patrones y la historia de los platos populares chilenos -porotos, ají, charqui e higos secos- parece provenir directamente de su uso minero. Si parece exagerada la observación de Marx, no lo es en lo más mínimo. El patrón imponía el tipo de alimentación, no vendiendo más que aquella que le convenía e impidiendo la llegada a los piques de los faltes o comerciantes ambulantes. Medida, esta última, aplicada aún en este siglo, (XX) durante largos años, con el sistema del pago en fichas convertibles solamente en la respectiva pulpería; las compañías mineras imponían el monopolio del poder vendedor
Un viejo minero, Francisco Devia, me ha corregido la opinión de Liebig, diciendo: -"Yo cargué en mis espaldas en la juventud 120 kilos de mineral, cerro arriba corriendo alegremente para no ser menos "hombre" que mis compañeros". Devia, como antiguo minero, gusta saborear una porción de porotos y un trozo de charqui diariamente. "Vamos a la porotada", dice.
Segundo tipo de explotación: el peonaje minero y pirquín
El elemento social "peonaje", como lo caracteriza Marx, aplicado al caso de la minería nacional corresponde al pequeño minero individual que trabaja con los miembros de su familia y con utensilios primitivos. Método de trabajo que Vicuña Mackenna denominó californiano. Cuando la mina era importante, solían asociarse distintos "pirquineros" en igualdad de condiciones y trabajaban colectivamente conservando, todos, los mismos derechos en el producto final. El poseedor legal de la pertenencia tenía una franquicia especial, como compensación, y un derecho jurídico que era rechazar o aceptar nuevos compañeros, conservando una especie de mando o autoridad.
El "pirquinero" o sus asociados vendían su mineral a un comerciante denominado "el habilitador", el cual, a su vez, los proveía de ropa, herramientas, víveres y anticipas en dinero.
Cuando un minero, con mayor suerte u oportunidad, encontraba un yacimiento valioso, para cuya explotación eran necesarios otros trabajadores a sueldo, el mismo habilitador pasaba a ser un mayor abastecedor y cliente. A veces la rueda de la fortuna minera daba un premio mayor llamado "gran demanda de metal", y un aumento en el precio del producto, dando origen a una sociedad, con o sin escritura, entre el minero y su habilitador. Convertido este último en financiador y el minero en patrón de los otros trabajadores, generalmente, el socio industrial debido a las deudas anteriores conservaba su dependencia económica antigua. Mientras el socio financista, lógicamente, seguía obteniendo una doble utilidad: como socio capitalista y como acreedor. Todo esto unido, naturalmente, a que tenía una tercera ganancia como comerciante: era proveedor obligatorio y exclusivo de la mina.
Como discípulo del genio renano utilizaré, en lo posible, su método de exposición que consiste en unificar al análisis teórico con fuentes, citas y juicios de veracidad científica irreprochable, imparcialidad y serenidad.
: "Así el pobre minero seguía produciendo cobre únicamente en provecho del habilitador, sin la más mínima disminución de la deuda y sin perspectiva de conseguir jamás el dinero bastante..."
Por ahora transcribiré la descripción que un viajero británico, comerciante en metales, Mr. Basil Hall, hizo de un habilitador en su "Diario de viaje a las costas de Chile"; una nota literaria sobre Alberto Blest Gana; un simple comentario sobre Lastarria y finalmente me ocuparé de algunos individuos en particular -habilitadores-, pero sólo en la medida en que son personificaciones de categorías económicas de peculiares relaciones e intereses.
Dice Hall: "Así el pobre minero seguía produciendo cobre únicamente en provecho del habilitador, sin la más mínima disminución de la deuda y sin perspectiva de conseguir jamás el dinero bastante... El otro, realmente quería adelantarle pequeñas sumas de dinero para evitar que cayese en la desesperación ulterior, abandonando la mina; pero tenía la mortificación de sentir que, por cada ocho duros que pedía prestado estaba obligado a devolver cobre, en que el habilitador realizaba once o doce; mientras los gastos corrientes de la mina lo envolvían cada vez más y finalmente lo reducían a depender simplemente de la voluntad del capitalista".
Antigua limpieza del cobre

El novelista Blest Gana en su "Martín Rivas", modelo de novela balzaciana criolla y retrato de la sociedad chilena de una época, nos da a conocer este problema social en algunos de sus personajes centrales: don Dámaso Encina, un habilitador enriquecido en Copiapó, ambicioso y arribista, que originó su fortuna con los negocios mineros, es decir el préstamo. Su contraste en carácter y situación es el padre de Rivas, viejo minero, arruinado por las deudas contraídas con los habilitadores. Dámaso Encina era variable y sin principios, guiado, siempre, por un fin inmediato. Rivas esforzado y generoso. Los unía una juventud, ya lejana; los separaba el presente. Uno era minero pobre. El otro acaudalado habilitador.
El minero había forjado la fortuna de Encina: se atrevió entonces, a recomendarle a su hijo provinciano
El más notorio habilitador, el banquero Edwards
En nuestro pensador Marx, así como en Pirenne o en Sombart, podemos seguir la historia de las casas bancarias. Es un largo trayecto, que va desde el otoño de la Edad Media, el esplendor del Renacimiento de Florencia, Venecia y la Liga Hanseática, hasta la época actual (1958) del monopolio. Banqueros fueron los Médicis, gloria del arte. Banqueros incipientes los financiadores de Colón etc. Modernamente la historia de la banca es distinta. La más poderosa y tradicional fue, hasta los fines del siglo XIX, la "Casa Rothschíld". Balzac retrató a su miembro francés en la "Casa Nucingen".
La historia de la banca en Chile es, naturalmente, más pequeña y nueva; comienza con el establecimiento fundado por el comerciante español Antonio Arcos que trató de jugar el papel del Banco de Francia con Bonaparte, pero en escala pequeña con O'Higgins. La tentativa fracasó, pero fue una experiencia propia de las empresas militares y comerciales del director supremo.
La restauración portaliana detuvo, por años, la formación de nuevas instituciones de crédito. Hasta que un día su necesidad económica se hizo presente. La exigió el desarrollo del comercio de Valparaíso, producto del movimiento marítimo, minero e importador.
En realidad, la verdadera organización bancaria nace de una institución de crédito, en este caso, específico, de crédito minero. La forma elemental del crédito minero fue el régimen habilitador, o sea el préstamo privado. El ascenso productivo dio lugar al aumento de la capacidad de los habilitadores. En un momento determinado, tenía cada prestamista un número crecido de operaciones y debió darles una organización fija y ordenada a sus negocios. Esta es la historia de los bancos de Valparaíso.
La más caracterizada casa bancaria fue la del habilitador Agustín Edwards Ossandón, el más notorio de todos. La historia de la casa bancaria Edwards es como un reflejo borroso de los Rothschild. La familia de banqueros europeos partió de un pequeño falte de Frankfurt, el comisionista fracasado Mayer; éste trató de comerciar con los señores y príncipes regionales. No dejó fortuna material a sus hijos, pero sí una herencia impagable: la experiencia comercial y las relaciones adquiridas en sus negocios. Sus hijos, con ese patrimonio, se convirtieron en banqueros para después proveer a los Estados, defender sus préstamos con influencias políticas y participar eficazmente en el destino de varias naciones, por medio de sus sucursales en Viena, Londres y París.
Agustín Edwards Ossandón

En un grado muy menor, en un país minero atrasado, sin castillos y con una aristocracia vanidosa de vascos y judíos pobres, sin títulos auténticos o en todo caso comprados con fuertes patacones a la miserable Corte Borbónica. Un señor llamado Agustín Edwards Ossandón levantó la primera oligarquía bancaria chilena. Un resumen criollo de los grandes banqueros frankfurteses.
Hijo de un antiguo habilitador, don Jorge Edwards, ex práctico enfermero de barco, nacido en Inglaterra, comerciante fracasado y pobre como Mayer Rothchild. La historia de la familia en Chile comienza dos años antes de la Independencia nacional en un episodio de contrabando y matrimonio. Con el producto de inversiones y negocios de minas, habilitando pirquineros y mineros medios, levantó, una considerable riqueza. Aventurero desafortunado colocó fortuna totalmente en la Expedición Libertadora del Perú. La empresa fracasó, política y económicamente, debido al empuje, energía y poderío militar de Simón Bolívar. Este desenlace dio el destierro al general José de San Martín y a la ruina al proveedor Edwards.
Jorge Edwards Brown

Virgilio Figueroa, lo describe así: "Se hizo habilitador de minas, casi nunca trabajó directamente. Prefería comprar metales, aviar a mineros y anticipar fondos a cuenta de productos metalúrgicos. Así consiguió poco a poco y con una constancia de años, días, y meses, incrementar sus fondos iniciales”.
Conservó sus amistades y llegó a ser alguna vez Intendente de Copiapó, pero el verdadero reconstructor de su nombre y riqueza fue su hijo Agustín. La reconstruyó multiplicada. No había heredado dinero, era casi tartamudo e in- culto, pero había aprendido de su padre una valiosa fuente de dinero: habilitar. "Adquiría mercaderías en buenas condiciones, y los mineros le reembolsaban en minerales, principalmente en ejes de cobre, que producían las minas", escribió su sobrino Agustín Ross.
Un pícaro chilenazo, don Virgilio Figueroa, lo describe así: "Se hizo habilitador de minas, casi nunca trabajó directamente. Prefería comprar metales, aviar a mineros y anticipar fondos a cuenta de productos metalúrgicos. Así consiguió poco a poco y con una constancia de años, días, y meses, incrementar sus fondos iniciales”.
Los frankfurteses vendieron contrabando inglés. Edwards, herramientas y víveres. Los primeros se pagaban con dinero y títulos de nobleza. El segundo, con metal comprado a vil precio. Unos trabajaban con gobernantes; el otro, con apires, cateadores y cangalleros.
Partió con mil o dos mil pesos para multiplicarlos en tal forma con el descubrimiento de Chañarcillo, que pudo ampliar sus negocios a varias ciudades y centros mineros, fundir minerales de plata y cobre, recibir dinero como corredor y prestarlo a un interés más elevado. Habilitar en grande y pequeña escala.
En Copiapó compró metales a los obreros de los Gallo, cuando aquellos aprovechaban el involuntario descuido de sus patrones, distraídos con sus millones en la política o en la poesía. Descubierto por los hermanos Gallo, estos lo apalearon en público.
Reunido un capital considerable, financió al gran ingeniero Wheelright en la construcción del ferrocarril de Caldera a Copiapó. Esta línea de comunicación lo condujo a la riqueza total, pues era la vía obligada de los metales en su camino al mar. El proyector de la obra siguió luchando en grandes empresas, aquí y en el Atlántico. El antiguo habilitador levantó una casa bancaria. -
En 1870 se produjo una crisis minera; los productores mayores y los pirquineros cayeron en la ruina y en la paralización. Habían ganado grandes sumas, anteriormente, pero sin lograr consolidar su situación. Todos estaban atados a sus habilitadores. Entre estos estaba Edwards, el implacable y frío prestamista.
Portador de garantías hipotecarias, las hizo efectivas. Obligó a sus deudores a entregarles sus pertenencias a precios irrisorios. Compró, en parte de pago, toda la producción cuprífera existente a un costo inferior al invertido en extraerlo. Reunió con estos procedimientos en sus bodegas la mayor cantidad almacenada de cobre en barras conocido hasta esa fecha. Cuando volvió a repuntar la demanda y a subir el precio creció su capital en progresión geométrica hasta lograr ser uno de los más ricos banqueros del orbe y el primer "rey del cobre" del mundo. Su casa bancaria de préstamos mineros se convirtió en el Banco Edwards con sucursales en Londres, Viena, París y Boston.
He seguido dos generaciones de esta familia exclusivamente por ser la más caracterizada de una capa social: la banca porteña. Como los Edwards, hubo muchos habilitadores banqueros. Puedo citar a muchas familias cuya riqueza está originada en el sistema de préstamo garantizado con la venta de la extracción minera y en la usura llamada habilitación. Los nombres de muchas calles y paseos de Valparaíso llevan sus apellidos.
La consolidación del capital mercantil-bancario del Puerto es una etapa histórica interesante en el desarrollo económico nacional. En Chile fue rápida en constituirse: bastaron algunos años. En Inglaterra, varios siglos. Pero, con la misma celeridad para organizarse, declinará de golpe. Y es así como, muerto el viejo Edwards Ossandón, su hijo Agustín Edwards Ross heredará una institución organizada para la época típica de la habilitación y como tal, sufrirá las alternativas del proceso de concentración capitalista moderno pasando a ser su banco una institución de tercer orden, en el mundo internacional del comercio. En 1890, para salvarlo de la quiebra, debió recurrir a la riqueza del Estado. La negativa a sus demandas de auxilio de parte del presidente Balmaceda, lo harán encontrar su momentánea salvación en la alianza con North, y será el tesorero de los sublevados. Existe una carta confidencial donde declara: "que las arcas de su banco están exhaustas, y que todo su futuro -el del banco- dependía del resultado final de la revuelta".
De todos los viejos bancos habilitadores, sólo resta el más poderoso. Hoy (en 1958) no es importante, se llama Banco de Agustín Edwards y Cía.
La actual capa social mercantil superior: corredores, banqueros, rentistas de viejo cuño y aún ciertas casas mayoristas, tanto las inglesas como las nacionales, proviene en gran parte de los habilitadores del siglo XIX. Naturalmente que, con el aporte de nuevos ricos, ha pasado a constituir una capa social con caracteres distintos a los de sus antepasados.
Mientras otro banco, inicialmente de capital inferior, de origen minero, el Banco de Tarapacá, al ser comprado por Thomas North, rey del salitre y activo industrial, cogerá el ritmo de la historia moderna pasando a ser uno de los primeros bancos monopolistas; producto de la fusión del capital bancario con el industrial. El capital de North será el de los inversionistas ingleses, y su origen concreto, la plusvalía de los proletarios del salitre.
Un banco, el Edwards, es el típico de la época del mercantilismo. El otro, de la época industrial. Pasados los años, el Banco de Tarapacá, nacido modestamente en Iquique, será una gran institución de crédito internacional; tomará primero el nombre de Banco Anglo Sudamericano, para girar, después de quiebras y negocios fraudulentos, (provenientes de la crisis salitrera), bajo el nombre de Banco de Londres y América del Sur Limitado.
Inversión del capital bancario y mercantil
Constituido el capital bancario y mercantil devenido de la habilitación, o financiamiento minero, se debe establecer su destino final, su inversión, en una nueva rotativa productora de nuevas utilidades.
La nueva etapa se concretó en sociedades anónimas, industriales y mineras del país y del exterior.
Igualmente, el desarrollo económico general, reflejado en el auge minero, dio lugar a nuevos capitalistas industriales deseosos de incrementar sus riquezas y obtener nuevas rentas. En suma, se constituyó una totalidad social, que podemos denominar burguesía mercantil manufacturera chilena, cuyo centro principal residía en Valparaíso.
La nueva etapa se concretó en sociedades anónimas, industriales y mineras del país y del exterior.
Una estadística del año 1875 da a conocer esta etapa del desarrollo en hile. Indica la existencia de 61 sociedades anónimas mineras, comerciales e industriales.
Capital
Bancos………………………………………. $19.250.000
FF.CC………………………………………… $11.475.000
Navegación………………………………. $4.800.000
Seguros……………………………………. $900.000
Vatios………………………………………. $3.345.000
Caracoles (minas)……………………. $8.201.000
Cobre (minas)…………………………. $2.000.000
Carbón (minas)………………………… $3.480.000
Total………………………………………… $53.451.000
A estas cifras la estadística agrega $ 2.050.000 que corresponden a inversiones en salitre. He desglosado el rubro nitrato de las cifras totales por llevar consigo una derivación especial del auge del capital chileno: su inversión en el exterior. Estas colocaciones comenzaron con los mineros del cobre enriquecidos, aun antes de la independencia nacional, como en el caso del gran minero Zavala, uno de los subvencionadores de la Expedición Libertadora del Perú, el cual poseía fuertes intereses en el “Pasís del Sol”; posteriormente su hijo, en 1830, fue rl primer exportador de salitre peruano de Tarapacá.
Otro notable inversionista de intereses chilenos en el exterior Perú fue el habilitador José Waddington que, para defenderlos, contribuyó monetariamente a la campaña de Portales contra la Confederación Perú-boliviana de Santa Cruz. Vicuña Mackenna le dedicó su "Historia de Valparaíso", entusiasmado con la energía comercial del habilitador. Y en verdad, la historia de Valparaíso y de su época de gloria, en el siglo pasado, es la obra del comercio de préstamos mineros.
Agustín Edwards Ossandón, como lo narra Paul Groussac, fue propietario o habilitador de las minas argentinas de la Rioja. Y así, puedo anotar muchos otros ejemplos.
Con la riqueza proveniente del cobre y de la plata, los mineros, comerciantes y banqueros impulsaron la exportación de capitales a toda la costa del Pacífico, dieron auge a la navegación y, naturalmente, la suma de estas actividades dio una dirección determinada a las relaciones exteriores, tanto a las diplomáticas como a las militares. Situación que dio la preponderancia comercial y militar de Chile en el continente, que llegó a su cúspide bajo el gobierno de Balmaceda, cuando el presidente ordenó al capitán López Lermanda, comandante del "Esmeralda" (considerado el primer crucero moderno que ha existido) bloquear Guayaquil y desembarcar en Panamá.
Pero, la verdadera influencia capitalista nacional en el exterior es la del salitre. Iniciada por los Zavala, continuada por José Santos Ossa, José Francisco Vergara y Edwards.
La cantidad indicada por la estadística, $ 2.050.000, es sólo una parte pequeña de la totalidad. La verdadera se podría conocer calculando el contenido monetario de los siguientes rubros:
A) Sociedades salitreras con su declaración de capital legalizado en Valparaíso, cuya cifra parece ser la indicada, de $ 2.050.000.
B) Gran parte de las colocaciones Y préstamos de los bancos de Chile, cuyo capital circulante se componía del aportado por sus propietarios, los depósitos a plazo fijo a bajo interés proveniente del gobierno, más una parte de los fondos colocados en cuenta corriente por la clientela.
Estas inversiones bancarias eran de dos tipos: 1) Como inversión fija y directa en la constitución de las sociedades anónimas. 2) Como préstamo simple, garantizado con la solvencia, la prenda industrial, etc.
C) Inversiones individuales de capitalistas particulares.
D) Compañías salitreras de propiedad de accionistas chilenos; pero, con su declaración legal en el Perú.
Un ejemplo personal, individualizado, de esta realidad comercial es la figura de José Santos Ossa, gran organizador de sociedades salitreras, habilitador de otras y habilitado el mismo por los bancos de Valparaíso.
Otra dirección de la exportación de capitales fue la construcción de ferrocarriles en el Perú y en otros países latinoamericanos. Exportación de capitales tanto financieros como humanos, como que Wheelright, uno de sus principales pioneros, trabajó con capitales procedentes de Valparaíso, y gran parte de los obreros empleados en aquellas lejanas faenas eran chilenos.
Esta expansión de la etapa mercantil-manufacturera dio origen a una poderosa esfera de influencia militar; gran parte de los puntos desconocidos de las guerras emprendidas por Chile tienen su raíz en la exportación de capitales. Esto es, la Expedición Libertadora del Perú, la emprendida contra la Confederación Perú-boliviana, la declarada contra de España en 1864 y la Guerra del Pacífico.
He dicho etapa mercantil-manufacturera para envolver las dos características fundamentales del desarrollo capitalista de Chile en el siglo XIX: habilitación-préstamo y trabajo manual de las minas.
El desenvolvimiento general de la economía burguesa mundial alterará nuestra potencia con el tiempo; pero las bases auténticas de este poderío siguen en pie: la extraordinaria riqueza minera del suelo.
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