Estamos donde tú estás. Síguenos en:

Facebook Youtube Twitter Spotify Instagram

Acceso suscriptores

Sábado, 19 de Julio de 2025
Memorias

'Los Malditos'. Extracto del libro 'El Peor de Chile' de Pogo

Pogo

Pogo, vocalista y líder de la banda punk Los Peores de Chile, falleció esta semana después de años de convivir con el cáncer. Pero su música, su arte y su escritura ya son parte de la cultura del país. Aquí, se comparte un capítulo de su libro de memorias El Peor de Chile, de editorial Santiago-Ander.

Un día llegó un pibito de la revista La Peste, a quien conocía de la calle, ya que siempre nos topábamos en las protestas. Era muy buena onda, de Punta Arenas. La gente de provincia es mucho más agradable que la de Santiago. Este chico de La Peste me pidió que le hiciera el contacto con Fiskales Ad-Hok para la revista. Así que los contactamos desde la radio y aprovechamos de pedirles que llevaran un demo. Y llegaron con unas canciones grabadas en una radio casera, un sonido horrible, pero que hoy tienen un valor tremendo. Las canciones eran anti todo, mueran los cuicos, mueran los fachos, muéranse todos. Yo pensé de inmediato: “estos chavales son especiales”. Les pedí una entrevista y ellos aceptaron encantados. Yo fui allá a Loreto, les hice la entrevista y les hice unas fotos, mientras nos tomábamos todo. Al final de la entrevista me preguntaron si sabía tocar guitarra y yo les mentí y les dije que sí. Estaba muy ebrio. Me preguntaron si quería tocar con ellos, que tenían algunas tocatas por aquí y por allá. Yo les dije que sí, que aceptaba. Y así pasé a ser el guitarrista de Fiskales Ad-Hok sin jamás haber tocado una guitarra en mi vida. 

Fue la tocata del Trolley, la famosa Bienal Underground. Y ahí tocamos por primera vez con Fiskales. Las canciones eran espantosas, pero dejamos la cagada y media. La banda era entretenida, el pelado España de dieciséis años, el Roly de diecisiete, todos locos, haciendo el ridículo.

Después pensaba “mierda, en el problema que me metí”. Tenía terror al escenario, terror al público, terror a sentirme observado. Me quedé piola, esperando a ver si se les había olvidado. Pero no, tío, se acordaban perfectamente. Me contactaron desesperados porque tenían una tocata en unos días y les faltaba guitarrista. Fue la tocata del Trolley, la famosa Bienal Underground. Y ahí tocamos por primera vez con Fiskales. Las canciones eran espantosas, pero dejamos la cagada y media. La banda era entretenida, el pelado España de dieciséis años, el Roly de diecisiete, todos locos, haciendo el ridículo. Yo era un viejo para ellos, ya iba para los treinta. Trataba de pasar piola, de que no me vieran. Los dedos me sangraban, no sabía cómo ponerlos, y me costaba un montón apretar las cuerdas; tenía unas llagas gigantes. Tocamos veinte minutos. Habíamos tenido dos ensayos antes de la tocata y nada más. Si alguien grabó eso jamás podría haber imaginado que esa banda podía tener algún futuro. Fue malo, mal tocado, sonando pésimo… Pero la banda estaba predestinada a ser potente, tío. De todos los que tocaron ese día, Fiskales fueron los que dejaron la patá, no sabría explicar bien por qué.

Esa noche, después de la tocata, me quedé en la casa del Roly. No podía dormir dándole vueltas y vueltas al asunto, aterrado, tapado con las sábanas, preguntándome “¿qué chucha estoy haciendo?”, y es que ni siquiera sabía tocar guitarra. Siempre que la gente que le gusta la música se imagina sobre el escenario es dejando la patá, lleno de minas y todo eso; yo no me imaginaba nada parecido. A mí me daba terror subir al escenario y ese día me las tuve que ver allí arriba. Pero por la mañana lo veía todo más claro. Me dije: “Pogo, toda tu vida has querido ser músico, solo que no te habías dado cuenta hasta ahora”. Decidí que iba a ir para adelante, que la iba a hacer, y empecé a dedicarme a la guitarra. Entre otras cosas, tuve que aprender a tocar. Y me salió fácil, por suerte. Escuchaba una nota y de manera innata sabía dónde tenía que ir la siguiente. Así comencé a hacer canciones para Fiskales: “Odio”, “Almorzando entre muertos”, “Lorea Elvis”, “Estúpidos policías”. También “Anarquía en el barrio alto” y “Los malditos”, que además de la música, son letras mías. 

La banda comenzó a funcionar, pero las tocatas terminaban mal. Peleas, avalanchas, tíos rompiendo todo. Era como un mal crónico: tocata que había, tocata que quedaba la cagada. Era imposible que Fiskales pasara de la cuarta o quinta canción. En ese tiempo no era como ahora que hay hartos lugares para hacer música; por entonces pasaban meses entre una tocata y otra, y nos preparábamos y ensayábamos, pero llegábamos y quedaba la cagada. Muchas veces no podíamos ni tocar. Baños destrozados… Eso es algo que nunca he podido entender, destrozar los baños que son nuestros, tuyos, míos, de quien necesite usarlos. Es como romper la casa de todos. A veces nos salía una tocata grande, en la Universidad de Chile, por ejemplo. Esperábamos semanas, y al final llegábamos y tocábamos tres canciones, tío. Ahí fue cuando decidí salir de Fiskales. No aguanté más que nuestra gente, nuestro público, hiciera pedazos las tocatas.

Si bien no grabé ningún disco con Fiskales —para el primer disco ya tocaba la guitarra el Víbora— igual incluyeron un par de canciones mías. En el disco que más canciones mías aparecen es en el Fiesta.

Una vez fuera de la banda, me fui a vivir con una chica al Cajón del Maipo. No quería saber nada con la música, solo quería estar tranquilo. Pero al final me di cuenta de que el campo es la misma mierda que la ciudad y comenzó a tirarme la música otra vez. Hasta que volví a Santiago. Hablé con los chicos y acordamos que iba a entrar de nuevo a Fiskales, pero ya no sabía por dónde entrar. Las cosas habían cambiado, ya no era el único guitarrista. Había llegado el Víbora. Fiskales necesitaba una guitarra urgente y justo apareció una banda argentina donde el Víbora tocaba el bajo. Fiskales lo único que le ofrecía era juerga todos los días; no era una banda consumada ni que tuviera plata, ni siquiera tocatas. Solo juerga. El Víbora aceptó encantado y entró a la banda. 

Yo llegué con “Síndrome Camboya”, una canción que escribí mientras estaba en el Cajón del Maipo. Pero, para bien o para mal, no hubo tiempo para sacarla. Yo me había perdido harto rato y tenía que aprenderme un montón de canciones antes de ponerme a sacar nuevas. Además los chicos estaban distintos, en otra. Pensé en irme, pero para mí en ese entonces era imposible imaginarme haciendo música si no era con Fiskales. Pero no encajaba, no entraba. Me frustré, no supe encararlo de buena forma y ahí se fue todo al carajo. 

Sentí que me sacaron de mala forma de la banda, que apenas busqué un refugio un momento y me di la vuelta, me pegaron la puñalada. Y después vendría más: el tema de las canciones. Si bien no grabé ningún disco con Fiskales —para el primer disco ya tocaba la guitarra el Víbora— igual incluyeron un par de canciones mías. En el disco que más canciones mías aparecen es en el Fiesta. “Odio”, por ejemplo, que es muy personal, parecida a “Hollywood Boulevard”. Pero claro, los Fiskales las tiraron todas a nombre suyo, yo no aparecí ni en las cómicas. Ni si quiera me avisaron. Se hizo todo bien por la espalda, a la chilena. Lamentablemente no somos argentinos ni peruanos, somos chilenos, y los chilenos suelen actuar así, nunca con las cosas claras. 

Hay que saber aceptar las cosas, cuando una canción no es tuya, no es tuya no más. ¿Por qué invisibilizar al verdadero autor? Se lo creo a un popero, a un cumbianchero, a alguien que se mueve por el Festival de Viña, ahí suceden esas cosas.

Yo jamás tuve problemas con reconocer cuando las ideas eran de otros. “Chicholina”, por ejemplo, no es mía. Yo manejo las relaciones públicas de Peores, podría haber dicho “Chicholina” es toda mía, nuestra canción estrella, pero no es así. La letra la escribí yo, pero no la música. Los compositores son Andrés Godoy, Claudio Narea, el Klein y el Jando. Ellos estuvieron ese día presentes, yo llegué cuando la canción estaba lista. Hay que saber aceptar las cosas, cuando una canción no es tuya, no es tuya no más. ¿Por qué invisibilizar al verdadero autor? Se lo creo a un popero, a un cumbianchero, a alguien que se mueve por el Festival de Viña, ahí suceden esas cosas, pero entre nosotros, donde nuestras letras son contra los abusadores, este tipo de movidas no deberían ocurrir. Además pasó que después empezaron a relacionarse con gente que al parecer me odiaba, porque me marginaban hasta de la historia de la banda.

Yo estaba muy dolido. El Klein y el Jando seguían siendo amigos del pelado España y todo ese grupo, así que igual nos veíamos, pero yo seguía dolido. Pasaron varios años antes de que volviéramos a compartir realmente. Hablamos las cosas y todo bien. Hoy en día somos amigos, somos hermanos, pero pasó mucho tiempo antes de que recuperáramos esa relación y volviéramos a hacer cosas juntos.

Agradecimientos a Editorial Santiago-Ander. Web de la editorial: https://santiagoander.cl/

En este artículo

Caso:
Personas:


Los Más

Ya que estás aquí, te queremos invitar a ser parte de Interferencia. Suscríbete. Gracias a lectores como tú, financiamos un periodismo libre e independiente. Te quedan artículos gratuitos este mes.

En este artículo

Caso:
Personas:


Los Más

Comentarios

Comentarios

Añadir nuevo comentario