En 2015 fue estrenado un documental llamado Best of Enemies (disponible en Apple TV), consistente en la serie de debates sostenidos por el intelectual conservador William F. Buckley y su par liberal Gore Vidal, en la víspera de la elección presidencial de 1968 de la que resultó ganador Richard Nixon.
Junto con la eficaz captura de los tópicos y las pasiones de esa época tan particular, el documental se anotó un punto gigantesco al encontrar en esos debates la génesis de la fractura actual entre conservadurismo y liberalismo en Estados Unidos, cuya exacerbación repercute cotidianamente en la cultura y ha explicado además las oscilaciones en la política exterior estadounidense en las últimas cinco décadas.
En efecto, estos intelectuales se lanzan elaborados mandobles retóricos, con ironía y caballerosidad, pero también con una creciente mala leche hasta que el debate degenera irremediablemente, quedando la sensación de que en realidad nunca se escucharon el uno a al otro. Al menos no para comprenderse sino para encontrar nuevos flancos donde contraatacar.
La serie que nos ocupa transcurre unos años después, a partir de 1972, pero buena parte de lo que pasa se debe precisamente a la animosidad y la sospecha con que los bandos estadounidenses se trataban entre sí, desde Buckley y Vidal para abajo.
El recién creado comité especial para la reelección de Nixon recluta en sus filas a un agente de la CIA retirado, E. Howard Hunt (Woody Harrelson) y un agente del FBI retirado, Gordon Liddy (Justin Theroux), para que lideren un equipo dedicado a buscar material orgánico en el wáter de la política. Ya sea para comprometer adversarios o neutralizar ataques a sus filas; de ahí que se les conociera como los plomeros (acá los llamamos gasfíteres).
La puesta en escena es precisa como relato de época, lo que contrasta con la caracterización muy suelta de los personajes principales con el fin de hacer reír más que de transmitir verosimilitud. En otras palabras, no se puede creer que Hunt y Liddy puedan ser tan estúpidos; ni se puede creer que quienes los contrataron no lo supieran; ni menos se puede creer que Nixon se pudiera rodear de personas tan negligentes.
Y sin embargo, todo esto pasó. El disclaimer inicial dice que no se ha cambiado el nombre de nadie para proteger inocentes, pues casi todos son culpables. Y hay un disclaimer al final de cada episodio que reconoce la ficcionalización, pero declara que su hecho clave es real.
El recién creado comité especial para la reelección de Nixon recluta en sus filas a un agente de la CIA retirado, E. Howard Hunt (Woody Harrelson) y un agente del FBI retirado, Gordon Liddy (Justin Theroux), para que lideren un equipo dedicado a buscar material orgánico en el wáter de la política.
Nos encontramos entonces con un esfuerzo deliberado por convertir un hecho traumático para la democracia estadounidense (Watergate, ni más ni menos) en material cómico de tradición antigua. Ver a Hunt y a Liddy en acción es como ver al Gordo y el Flaco reparando un auto, o a Quico y el Chavo cocinando un queque. Una receta para el desastre.
Se podría esperar que la humanización de este par de estúpidos ocurra con el despliegue de su vida familiar. Pues no, es peor. Hunt es la pata coja de un matrimonio inverosímilmente asimétrico (al menos para el estándar actual), sostenido por una esposa mucho más inteligente (Lena Headey), mientras que Liddy es el macho proveedor de una familia cariñosa y regimentada para soportar los discursos de Hitler que el patriarca se complace en escuchar. Así tal cual.
En suma, la serie no pierde ocasión ni instancia para convertir a sus protagonistas en caricaturas, las que se juntan con otras caricaturas –los agentes cubanos– para realizar su misión de espionaje en el complejo Watergate, deviniendo el asunto en una parodia de la saga que comenzó con Ocean’s Eleven y otras por el estilo.
Como comedia, funciona, con el mérito extra de mostrar competentemente a la fauna que reptaba en el entorno de Nixon, así como los distorsionados marcos mentales con que evaluaban la realidad y tomaban las desastrosas decisiones que tomaron.
Paralelo a ello, y más allá de los dislates de la dupla, corre una vertiente que sí humaniza a este par y que trata –nada menos– que de la amistad que se forja entre ambos. Amistad entre dos seres que se reconocen como iguales, y que se tensa originalmente por el carácter difícil de ambos sujetos y por la increíble rigidez mental de Liddy.
Junto con la esperable fuga masiva de ratas cuando el barco se hunde, el dispar criterio de uno y otro a la hora de enfrentar su situación penal lleva a la serie a un terreno dramático y hasta serio, como las consecuencias que a uno y al otro se le vienen encima. Este es uno de los pocos momentos donde esta serie realmente toma en serio a sus personajes, lo que a estas alturas resulta un alivio después de tanto desdén.
Porque, hay que decirlo, en Los plomeros… transpira un ánimo sardónico, comparable con el de las infames últimas películas de Adam McKay (Vice, de 2018, y No mires arriba, de 2021), hechas para ridiculizar a alguien y para que el espectador se sienta mejor que ese alguien.
El deterioro del debate público estadounidense, que ya se vislumbraba en los rounds entre Buckley y Vidal, se hace evidente cuando surgen productos tan partisanos y finalmente mezquinos como éste. A su lado, el esfuerzo monumental de Oliver Stone de retratar y entender al mayor enemigo político de su sector –el propio Nixon, en la película homónima de 1995– parece salido de otro mundo y de otro planeta; de una efímera edad de oro que en su momento no supimos apreciar.
Esta serie se basa en un libro coescrito por uno de los burócratas que alcanzó a conocer a Hunt y a Liddy en el comité para la reelección de Nixon, un tal Bud Krogh. Podrán decir que la mala leche provenía de ahí, y tal vez sea cierto, pero eso no justifica sacar unas buenas carcajadas a costa de un par de caricaturas que probablemente nadie se tomará la molestia de defender.
Acerca de
Título original: White House Plumbers
País: EE. UU.
Exhibición: Una temporada de cinco episodios (2023)
Creada por: Alex Gregory y Peter Huyck
Se puede ver en: HBO Max
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