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Miércoles, 16 de Julio de 2025
Está en la Furia del Libro

Noctámbula: la editorial independiente que está traduciendo poesía japonesa en Chile

Lissette Fossa

Mónica Drouilly, editora, traductora y fundadora de Editorial Noctámbula, conversó con Interferencia sobre por qué decidió comenzar a traducir autores japoneses a un español "más latinoamericano" y del crecimiento del interés por la poesía japonesa, en especial el haiku, un formato de poesía pequeño y ligado a la contemplación de la naturaleza.

Uno de los stands que llama la atención en la Furia del Libro,- que se está desarrollando hasta este domingo en Estación Mapocho-, es el de editorial Noctámbula. Y es que además de autores chilenos y latinoamericanos, aparecen en sus portadas llamativas imágenes tradicionales de Japón, autores de ese país y hasta los libros están en español y japonés.

El emprendimiento chileno ya ha publicado a algunos autores nacionales, desde 2019, cuando comenzó como un proyecto de Mónica Drouilly y Eduardo Plaza, pero desde hace un tiempo se ha ido enfocando en la traducción, edición y publicación de autores japoneses, en especial de poesía nipona.

El Sonido del Agua se presenta este domingo a las 16.00 hrs. en la Furia del Libro y además de Drouilly , estarán presentes Marcela Chandía López, traductora de japonés, y Eduardo Bustamante.

Ya hace un tiempo Drouilly continúa sola con Noctámbula, y se ha dedicado a la edición y también traducción especialmente de haiku, estilo de poemas tradicionales de Japón, de tres versos, que en general hacen alusión a la naturaleza y a las estaciones del año.

Este domingo, Noctámbula da un paso más en su desafío de publicar poesía japonesa, colección que llamaron Omamori (御守 / お守り), al lanzar El Sonido del Agua, una recopilación de haikus que han aparecido en la cuenta de instagram El Haiku del Día, que también lleva Drouilly, cuenta que ya tiene más de 105 mil seguidores. El libro se presenta este domingo a las 16.00 hrs. en la Furia del Libro y además de Drouilly, estarán presentes Marcela Chandía López, traductora de japonés, y Eduardo Bustamante Fernández, librero y parte de la organización Japonistas Chile.

La escritora, editora y traductora conversó con Interferencia sobre sus motivaciones para publicar poesía japonesa en Chile, cómo resuelve los problemas de traducción al español y cómo es el público que lee poesía japonesa en Chile.

- ¿Cómo nació la editorial Noctámbula?

- Originalmente Noctámbula éramos Eduardo Plaza y yo. Eduardo también era escritor como yo, pero él ya no está en la editorial y seguí yo con el proyecto. Teníamos muchos amigos escritores que no estaban publicados, con trabajos interesantes, y teníamos ganas de hacer algo y darle un espacio a esas voces. Así que decidimos hacer Noctámbula. Y después de eso, le comento a Eduardo mi gusto por la literatura japonesa y que no hay una tradición de traducción de esa literatura fuera de España. Y ahí contacté a una profesora de japonés que tuve, Marcela Chandía, experta en haiku y otras formas poéticas. Y le conté sobre la editorial y que quería inaugurar una colección sobre literatura japonesa, si le interesaba colaborar y así ha sido. A la colección japonesa le pusimos Omamori, que significa amuleto, ya que el libro también es como un amuleto, un objeto chico, que uno lleva consigo, esperando algo mejor. 

En paralelo, al sacar ese primer libro, me puse a buscar gente que tuviera ganas de traducir directamente del japonés al español, para tener tanto narrativa como poesía. Seguimos trabajando con Marcela y con otros traductores, uno argentino, Matías Chiappe, quien está en México, y con Juan Luis Perelló, un traductor con mucha experiencia, y con Matías Calderón. Y entremedio, a mí también me dieron ganas de traducir. Y acabamos de sacar un libro que se llama El Sonido del Agua, que se relaciona con la cuenta de redes sociales El Haiku del día.

"A mí la traducción española no me parecía muy natural, hay ciertas imágenes, ciertos sonidos, que son más españoles que latinoamericanos. Y además, los libros que llegan acá de España, traducidos del japonés, son caros".

- La cuenta de Instagram, ¿no?

- La cuenta de Instagram es mía. Creció durante la pandemia. A mí me gustan mucho las estaciones y con el confinamiento me estaba perdiendo las estaciones en la ciudad. Y la única manera de ver las estaciones era cuando leía poesía. Me di cuenta de eso cuando acababa el invierno. Y empezamos en el primer día de primavera con la cuenta de Instagram, para también hacerme el hábito de postear regularmente, y creció enormemente, ya lleva como dos años y medio.

Había mucho público interesado en leer haiku y comprar libros al respecto. A mí la traducción española no me parecía muy natural, hay ciertas imágenes, ciertos sonidos, que son más españoles que latinoamericanos. Y además, los libros que llegan acá de España, traducidos del japonés, son caros. Así que armamos El Sonido del Agua, ya que he estado juntando un montón de poemas.

El libro inaugura la colección de haikus, la idea es sacar más libros de haiku, de varios autores, también publicar mujeres, que están muy poco representadas en las publicaciones. Y además, presentar traducciones con un castellano más cotidiano para este continente.

- ¿Qué dificultades han tenido al traducir del japonés al español? ¿Se pierde o cambia algo de la esencia del poema?

- Sí, pero pasa en todos los idiomas, incluso del portugués al castellano.

En el caso del japonés, quizás es mayor la distancia, por varios motivos. Uno, es que los japoneses tienen palabras para cosas que en español no tenemos palabras, porque no existen acá. Por ejemplo, en comida, el rollito de arroz no tenía nombre y usamos el nombre japonés, sushi. Y así con otras palabras, como colores, ellos tienen muchas palabras para los colores, o las nubes, tienen varias palabras para varios tipos de nubes. Así también para pájaros, peces, etc.. Y ahí hay que tomar decisiones en la traducción, dejar o no la palabra genérica, como nube no más y no el tipo de nube, o cambiar un poco la palabras. Y al revés, nosotros tenemos palabras para las voces de los animales, los perros ladran, los gatos maúllan, etc. Allá los animales tienen voz, no más, sin palabras en especial. 

"Yo esperaba que gente de mi edad, personas que hacían un esfuerzo para acceder a la cultura japonesa, se interesara por estos libros, pero en verdad el público es aún más diverso".

Por otro lado, en nuestro idioma hay conjugación de verbos, entonces si yo no menciono el sujeto, igual puedo saber quién hizo qué cosa. Por ejemplo, si digo “fui”, sé que no eres tú el que hizo la acción, sino yo. Pero ellos conjugan los verbos todos igual y a veces no nombran el sujeto, por lo tanto no sabes quien hizo tal cosa. Y ahí el traductor debe tomar una decisión, sobre atribuir a alguien la acción.

Y además, a veces se sugiere, a veces no queda clara la acción. Si se hablan de hojas marchitas, del árbol, algunos ponen que caen las hojas y otros que no caen, porque no aparece el verbo caer en japonés. Ahí uno toma decisiones, y por eso para los haikus famosos siempre hay muchas versiones o traducciones. 

El acceso a traducciones por internet lo hace una decisión compleja, al manejar varias traducciones o traductores. A esto se suma que el idioma japonés no tiene plurales, no tiene artículos, las palabras no tienen género. Todas esas cosas están ahí, en el trabajo de tres versos. Es difícil, pero cuando se logra, es un momento muy bonito.

- ¿Y cómo ha recibido el público estos libros? ¿Hay más interés en la gente joven cercana a ver ánime? ¿O es más variado ese público?

- Es difícil definirlo, yo esperaba que fueran las personas que me comentabas los que nos fueran a leer, personas que veían animé o leían manga que derivaban en la lectura de poesía japonesa, pero el público es mucho más amplio. Hay gente mayor, que no vio nunca animé, y hay otros de mi edad, que vio animé, y derivó en la literatura y quiso profundizar. También hay gente más joven, que para ellos ver animé es de lo más normal, pueden acceder a través de internet al animé muy fácilmente, mientras que cuando uno era joven tenías que ir a ciclos de anime, ir al cibercafé, era complejo. Yo esperaba que gente de mi edad, personas que hacían un esfuerzo para acceder a la cultura japonesa, se interesara por estos libros, pero en verdad el público es aún más diverso.

"Nos pasó en Gato Azul, un libro de poesía que sacamos, donde para que cupieran los poemas en japonés y fueran legibles, no podíamos sacar un libro de tamaño chico. Pero para un libro de haiku se puede, es cómodo".

Hace unos días, una pareja se llevó uno de los libros de la editorial para su hijo, porque leían libros en la noche y ahora querían leerle otros cuentos. A ese niño, hace unos años, jamás lo hubiese imaginado como lector de Noctámbula. 

Pero hay de todo. La recepción de los libros ha sido muy bonita. Los lectores de literatura japonesa reciben los libros con mucho afecto, con sorpresa y cariño.

- Los libros de ustedes tienen un cuidado especial por el diseño editorial, recuerda incluso a los formatos de libros japoneses, al tamaño de un manga, pequeños, de bolsillo, y a la vez con imágenes de arte japonés en la portada. Un diseño muy cuidado.

- La idea es que sea así, cuando se puede, no siempre se puede. Uno de los motivos de que no siempre se puede, es porque nos gusta mucho que los libros sean bilingües, pero las letras japonesas son medias extrañas para nosotros y no podemos usar letras muy chicas. Entonces usamos una letra más grande. Eso nos pasó en Gato Azul, un libro de poesía que sacamos, donde para que cupieran los poemas en japonés y fueran legibles, no podíamos sacar un libro de tamaño chico. Pero para un libro de haiku se puede, es cómodo, un libro que te puede acompañar en los trayectos, de bolsillo. 

Siempre tratamos de que cómo se ven los libros puedan rememorar a Japón. 

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