La pregunta por la existencia de dios y, en consecuencia, la significancia de las creencias religiosas ha sido tema de debate y controversia durante muchas de las últimas décadas. Los científicos, de un lado, y las personas religiosas por otro, se han enfrascado en la discusión en un diálogo que muchas veces ha sido más fructífero de lo que parece.
Desde los razonamientos de Carl Sagan en su obra literaria “Contacto”, hasta la conversación entre Umberto Eco y el cardenal Carlo María Martini en el volumen “¿En qué creen los que no creen?”, pasando por la propuesta NOMA (non-overlapping magisteria) de Stephen Jay Gould, que proponía que la ciencia y la religión iban por carriles separados, por lo que no podían conmensurarse (algo que recuerda la doctrina de Averroes), ha corrido ríos de tinta sobre el tema.
En 2018, sin embargo, apareció una nueva propuesta de Stephen Hawking llamada “Brief answers to the big questions” (“Breves respuestas a las grandes preguntas”, Editorial Crítica). Esta obra, que puede ser considerada una especie de testamento del científico británico, se abre justamente con la interrogante sobre dios: “¿Existe un dios?” y ha sido cubierto por un texto del blog Brain Pickings y también por el sitio Sputnik News.
Leyes de la naturaleza
La idea básica sobre la que organiza todo su razonamiento para dar respuesta a la pregunta sobre la existencia de dios, es para Hawking la de las leyes de la naturaleza. Según el autor, toda la historia de la ciencia, desde Aristarco hasta nuestros días, corresponde a un progresivo desarrollo del conocimiento de dichas leyes. Desde una especie humana que no disponía de conocimiento para explicar los fenómenos naturales y que, en consecuencia, atribuía dichos fenómenos a causas divinas, se ha transitado a una comprensión cada vez más acabada de las reglas que gobiernan dichos eventos. Al punto que no solo se dispone de datos y modelos sobre los fenómenos actuales, sino que también del pasado. Las reglas de la naturaleza son, en palabras de Hawking, sistemáticas y permanentes.
En este entendido la “hipótesis dios”, como una causa que explicaría los fenómenos naturales, va retrocediendo en el espacio y en el tiempo. No se necesitaba para explicar los eclipses, desde el trabajo del propio Aristarco, luego no se necesitaba para otros fenómenos naturales, y así sucesivamente.
Hawking discute que esta idea de dios como agente de los fenómenos naturales y, consiguientemente, causa de los mismos, no debe ser confundido con la idea de un dios personal y antroporfomizado. Esta idea le parece al autor desechable de un plumazo simplemente porque la humanidad es un evento infinitesimal en el universo, tal como se sabe hoy, como para que la idea de ese dios pueda asimilarse a algo tan minúsculo como el Homo Sapiens que, además, evolucionó desde otras especies.
Pero queda otra imagen: la de dios como el creador de las leyes de la naturaleza.
En esa visión, la noción de dios parecería necesaria para echar a andar la maquinaria del cosmos.
Desechando la hipótesis de dios
Hawking plantea que incluso esta última imagen de dios como un relojero inicial, puede ser descartada desde el conocimiento actual de las ciencias físicas. Ello porque cuando se remonta el tiempo hasta el Big Bang, todo lo que existe en el universo se reduce a tres elementos: materia, energía y espacio.
De manera muy didáctica, el desaparecido científico británico muestra que fue Albert Einstein quien logró simplificar la necesidad de estos tres elementos, al hacer equivalentes la materia y la energía en la famosísima fórmula E=mc2.
Y es en este punto que aparece el argumento clave del texto: para Hawking no es necesario que nadie haya iniciado la materia/energía y el espacio. Ellos surgieron de la nada.
¿Cómo?
Básicamente porque la materia y la energía pueden dar una suma cero. Esto es, al mismo tiempo que aparece la “energía positiva” aparece la “energía negativa. Esta hace que la suma de ambas energías sea cero. Por lo que resulta necesario un origen.
Para ilustrar este argumento, Hawking recurre a una imagen sencilla: la de una persona construyendo una pequeña colina. Para hacerla debe cavar un pozo, para disponer del material que constituirá la colina. Por lo que, si se suma montaña y pozo, se tiene una suma cero.
Cuando sucedió el Big Bang, detalla el físico, se produjo una cantidad masiva de energía positiva, pero al mismo tiempo la misma cantidad de energía negativa, de manera de mantener el balance entre ambas de acuerdo a las leyes de la naturaleza. Esa energía negativa se mantiene alojada en el espacio.
El físico sostiene que, si se viajara al inicio del universo en el momento del Big Bang, que equivale a ir al momento en que se inicia el trabajo de la persona y la colina, se experimentaría lo mismo que si se ingresara en un agujero negro. De algún modo el tiempo se terminaría deteniendo, y, por lo tanto, no habría un antes. Ni una causa. Ni un dios computando las leyes del universo.
El razonamiento, con toda la complejidad que conlleva si no se tienen conocimientos especializados en física, es elegante y profundo y de amplias implicaciones, dado que muestra que la pregunta por ese “dios en el origen como un relojero” no es empíricamente necesario.
Comentarios
Y sin embargo muchos seguimos
Hay un elemento que a este
La mente es tan real que este
curioso análisis cito: "que
Pero podemos considerar a la
Interesante. Me llama la
El principio de autoridad en
Ciencia y religión,
No menciono Hawking la
Conforme las personas abrazan
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