Para varios -los más privilegiados- ya empezó el periodo de confinamiento y de adaptación a nuevas formas de trabajar, socializar, ejercitarse, enseñar, aprender y distraerse. Todo esto, sin tocarse y sin moverse de un punto fijo. A algunos no les parecerá algo tan difícil, porque lo que se tienen en mente es que esta ola pandémica en algún momento va a pasar; en un mes o dos, a lo mejor tres.
Sin embargo, la vuelta a la normalidad puede ser mucho más lejana en el tiempo, pues, mientras no haya una vacuna -lo que puede suceder en un año o año y medio- la humanidad tendrá que lidiar con sucesivos brotes posteriores a la ola pandémica inicial. Este artículo Coronavirus: El Martillo y la Danza muestra los escenarios epidemiológicos futuros, donde incluso con optimismo, habiendo aplicado de golpe fuertes medidas restrictivas iniciales, se observa que la humanidad tendrá que bailar con el Covid-19 hasta que haya una vacuna. Esto implica un permanente ir y venir de políticas restrictivas frente a cada brote riesgoso.
Así y todo, la vacuna tampoco va a traer la añorada normalidad. Las enfermedades virales respiratorias están desde hace rato avisando que les acomoda un mundo híperconectado como el nuestro. Ahora es el Covid-19, pero ya venían dando alerta el SARS, el MERS, el ébola y la H1N1, sin contar la gripe común ¿Qué viene después? Es difícil decirlo, pero difícilmente sea una enfermedad buena persona. Respecto de esto, los editores han destacado la aparición de este libro: El Precipicio, riesgo existencial y el futuro de la humanidad (en inglés).
Por lo tanto, lo que es de esperar es que esta pandemia cambie tanto las costumbres como lo hizo el VIH, promoviendo nuevos hábitos que reduzcan la interacción humana, como dejar de saludar con la mano, por ejemplo, o viajar menos y usar más aplicaciones como Zoom, cuya valoración bursátil ascendió a 30 mil millones de dólares. Un artículo interesante sobre el impacto por ahora transitorio es de Slate; Diarios del coronavirus: Fui a una fiesta sexual en Zoom (en inglés). Una novedad que cada vez se hará más habitual, pero que no podrá esconder el efecto secundario en la salud más grave de esta pandemia: la soledad. Al respecto, es recomendable leer este artículo de Wired: Qué puede hacer el aislamiento por coronavirus en tu mente (y tu cuerpo) (en inglés).
Dando por descontadas las perturbaciones sociales asociadas al desempleo que vendrá, esta pandemia también traerá cambios permantentes en la relación entre gobernantes y gobernados. Bastante difundido ha sido el ensayo del filósofo Byung Chul Han, La emergencia viral y el mundo del mañana, en el que muestra cómo las políticas autoritarias de los países asiáticos, su correlato de ciudadanos más disciplinados y menos afectos a las libertades individuales, y la aplicación de una tecnoingeniería social posible por la Big Data y la inteligencia artificial, hacen más eficiente el control de la pandemia en relación a Europa y seguramente Estados Unidos, donde la infección se ha disparado .
Cosas así pueden generar pulsiones políticas por más Estado, más control y más vigilancia, o tal vez no, pues todavía no se ven los efectos políticos en la evaluación del performance de cada país. Al respecto será interesante analizar el caso de Japón, que siendo asiático y un régimen democrático, al parece encontró un equilibrio entre políticas sanitarias y libertades individuales más adecuado que el modelo chino, distópico para muchos, o el de Corea del Sur, el cual -pese a ser una democracia- sometió a su población a una fuerte disciplina social imposible de aplicar en Europa, América o África.
Al respecto, el semanario liberal británico The Economist, siempre preocupado de promover la reducción del Estado, publicó un artículo (editado en español por El Mercurio Inversiones) titulado El Estado en tiempos del Covid-19 en el que reconoce que este debe crecer frente a la pandemia, aunque el argumento siguiente es que la preocupación inmediata debe ser reducirlo. Algo que suele ser muy difícil de hacer. Más si consideramos que la pandemia también ha puesto en entredicho al capitalismo. Las escenas de animales salvajes bajando a zonas urbanas sin humanos (lo que incluye pumas en Santiago) y la descontaminación producida por la reducción de la actividad económica (ver artículo de El País La pandemia provoca la mayor caída de contaminación observada en Europa), son alicientes para las pulsiones más anticapitalistas, las que casan bien con el movimiento ambientalista el que seguramente se verá beneficiado tras la pandemia.
[LECTURAS RECOMENDADAS]
Cómo terminará el coronavirus, de la revista estadounidense The Atlantic (en inglés) . Se trata de uno de los más completos reportes acerca de la pandemia, el que muestra tres escenarios posibles antes de la vacuna. El primero es uno de máxima eficiencia y altamente improbable, en el que los estados realizan grandes esfuerzos mancomunados y detienen los brotes. El segundo corresponde a uno más o menos parecido al de cualquier gripe, en el que la humanidad alcanza cierta inmunidad colectiva, pero a un altísimo costo en vidas. El tercero, el más probable, plantea una situación intermedia, en la que se tendrán que levantar dispositivos restrictivos frente a cada brote posterior a la primera ola pandémica, de manera más o menos recursiva.
Aprendiendo del virus, un ensayo de Paul Preciado en El País. El texto aborda los efectos potenciales de control político sobre los cuerpos humanos dada la pandemia de Covid-19. El autor habla de "técnicas biopolíticas" y de "dispositivos farmacopornográficos" que pueden emerger. Desde una perspectiva inspirada en el filósofo francés Michel Foucault, Preciado recuerda que el control autoritario de pestes sobre los cuerpos de los enfermos, tales como la sífilis y el sida, agravaron las pandemias. El autor propone tomar conciencia de la capacidad política de quienes ostentan el poder de generar un dispositivo de prisión blanda en la política de confinamiento, sumada a la aceptación acrítica de las máquinas de biovigilancia y biocontrol.
Zingales por retraso en encierro: “gobiernos occidentales están completamente capturados” de El Mercurio Inversiones. El autor de Salvando al capitalismo de los capitalista advierte de las prioridades equivocadas que están tomando gobiernos como el de Donald Trump. "No hay nada racional en ignorar el valor de las vidas perdidas: es completamente incorrecto, no solo desde un punto de vista moral, sino incluso desde un punto de vista económico", dice Zingales.
Algo que se relaciona también con lo que Jair Bolsonaro está haciendo en Brasil y que aborda este artículo de opinión de Gaspard Estrada: Jair Bolsonaro pone en riesgo la salud de los brasileños y de la democracia, de The New York Times (en español).
Así está preparada América Latina para el Covid-19 en cuanto a infraestructura hospitalaria (y Chile no es líder para nada). Se trata de un artículo de INTERFERENCIA en el que se aborda la disposición de infraestructura hospitalaria básica para resistir la ola pandémica y evitar la saturación de los centros asistenciales. Lo que dicen los datos, provenientes de la consultora Global Health Intelligence, es que Chile no tiene buenos indicadores de camas hospitalarias ni ventiladores mecánicos. Otro artículo complementario, de la misma fuente, muestra las grandes diferencias a nivel de las regiones de Chile: 5 regiones de Chile tienen infraestructura hospitalaria crítica contra el Covid-19 comparable con Sierra Leona o Guatemala, a saber: Tarapacá, Antofagasta, Coquimbo, Maule y Ñuble.
¿Pueden los ventiladores diseñados bajo low-cost y open source ayudar a salvar vidas? de Technology Review del MIT (en inglés). Este artículo avisa de la frenética carrera de la industria de tecnología médica por fabricar en masa ventiladores mecánicos, de los cuales van a depender las tasas de mortalidad por Covid-19 (tanto como de disponer de personal que los sepa ocupar y que esté sano).
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