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Viernes, 19 de Abril de 2024
Una idea para la crisis social

¿Puede la pandemia llevar a que se establezca una renta básica para todo el mundo?

Por Alberto Dufey (desde Ginebra, Suiza)

Una idea concebida por economistas belgas para América Latina en los 90 y que por primera vez fue sometida a discusión democrática en Suiza recientemente, puede ser parte de la solución para amortizar los efectos sociales que producirá el paso del coronavirus.

Admision UDEC

En estos tiempos en que la crisis pone a prueba los bolsillos de los pobres, muchos economistas, filósofos y organismos internacionales piensan que es el momento adecuado para volver a reivindicar un ingreso básico garantizado y permanente para todos.  

"El Covid-19 obligará al mundo entero a reinventar la economía. Ya no hay elección, será una obligación" señaló el filósofo francés Bernard Stiegler, ante las cámaras de la TV francesa.

Esta "generosa pero utópica idea", como la calificó el gobierno suizo en su momento, tuvo el mérito de haber sido sometida por primera vez en Europa al veredicto de las urnas, mediante un referéndum popular el 6 de junio de 2016. Esta iniciativa se llamó: Ingreso básico incondicional (IBI), lanzada por un comité de ciudadanos sin afiliación política.

Pero la idea de un ingreso básico para todos no les gustó en absoluto a los suizos. El 76,9% de los votantes la rechazaron. El proyecto tenía por objeto que el Estado asegurara 2.500 francos mensuales (2.400 dólares) a los adultos y 625 francos para cada menor de 18 años, desde el día de su nacimiento. Un ingreso nada de despreciable.

Se impuso el punto de vista de la derecha económica que había calificado la iniciativa como un "experimento peligroso" que ponía en juego valores suizos como el trabajo y la responsabilidad individual. También fue denunciada como un pago para fomentar la flojera ¡Un sacrilegio para uno de los países más trabajólicos de Europa!.

El pueblo suizo escuchó las consignas contrarias al IBI, pero no tanto los juicios valóricos que había detrás, entendiendo que habia un error por parte de los patrocinadores del proyecto, quienes pecaron de utopía.

Mejor dicho, pecaron en los cálculos, pues la aceptación del Ingreso Básico Incondicional implicaba suprimir todas las ayudas sociales ya adquiridas por ley. Estas, sumándolas, eran superiores a los 2.500 francos mensuales. Es decir, el IBI era inferior a las prestaciones sociales que actualmente se pagan. No era negocio para los más pobres.

Una reivindicación mundial

Ahora, con la crisis provocada por el Covid-19, este concepto de renta universal de algún modo se ha expresado como diferentes medidas paliativas, según los distintos gobiernos que han decido aplicarlas como urgencia (España, Francia, Italia, etc.). Estas ayudas se llaman subsidio universal garantizado, fondo solidario, ingreso ciudadano, ingreso mínimo, ingresos de emergencias, bonos, préstamos sin intereses, etc.

Son herramientas útiles para contener la emergencia social que sufren quienes de la noche a la mañana se han quedado sin ingresos en un momento de indefinición económica, pero que están lejos de la idea original, la que se nutre de los principios filosóficos de un Estado de Bienestar. 

Esta iniciativa fue lanzada en 1995 por los filósofos y economistas belgas Philippe van Parijs y Yannick Vanderborght, autores del estudio Ingreso básico. Una propuesta radical para una sociedad libre y una economía sensata, que la ONU promovió como una solución para América Latina. 

Renta única para Latinoamérica

Alicia Bárcenas, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe (Cepal), aboga desde 2016 por el ingreso básico para la región. Se requieren soluciones innovadoras y la renta básica es una de ellas. “Esta crisis nos invita a repensar la economía, la globalización y el capitalismo", sostiene Bárcenas.

La secretaria ejecutiva de la Cepal está convencida de que es la mejor solución para América Latina, una región atravesada por la desigualdad y la pobreza, donde el trabajo informal es la norma. A su juicio, el ingreso básico tendría un coste para el erario equivalente al 4,7% del PIB. “No costaría tanto y daría seguridad económica en un momento de enorme incertidumbre”, subraya. 

La representante de la ONU apunta a los jóvenes. Un ingreso básico universal garantizaría a los 145 millones de jóvenes de la región un piso mínimo para iniciar su vida productiva. "Un instrumento redistributivo, intergeneracional y emancipador", asegura la secretaria general. 

Al igual que los filósofos utópicos, Bárcena, piensa que el Ingreso Básico Universal, sin condiciones, en efectivo, que no dependa de la situación laboral, de la edad, ni del sexo. Debe ser un derecho y una herramienta para combatir la pobreza.

Tal vez con el Covid-19, la utopía está más cerca que nunca de convertirse en realidad.

En todo caso, se alzan nuevas voces para volver a pujar por esta idea, que conlleva otra visión del mundo, inédita hasta ahora. Aunque tal vez, una vez superada la crisis, ese experimento se quedará en apenas buenas palabras.

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