Ya que usted aporta el supuesto nombre de la víctima, seamos equitativos y aportemos el suyo, Hernán Prat Huerta, que quizá a muchos lectores no les diga nada, pero para que todo el mundo lo sepa ¡Es un cura! Si ya la mayoría de la gente tenemos poca fe en la iglesia católica (sí, con minúsculas), hechos vergonzosos como lo que acaba de hacer usted, no hacen sino refrendar esa animadversión por su organización. ¿Cómo puede un supuesto representante de Dios decir las cosas que usted dice? Desde luego, no hay más que ver sus videos en internet para saber el personaje que es. Esa malicia de la que usted habla en alguno de ellos es lo que usted muestra en sus palabras, habladas y escritas, de las cuales me quedan claras varias cosas. La primera, que estoy seguro de que aplica usted aquello de “miente, miente que algo queda”, al más puro estilo Goebbles. ¡Qué vergüenza! Y, por otro lado, su escrito destila despecho por todas partes. ¿No será que dicha monja no sucumbió a “sus encantos” en el pasado no consiguiendo usted su propósito? Porque no se conoce a la susodicha, pero de usted son de sobra conocidos sus múltiples devaneos sexuales… Y, por último, aunque fuese verdad lo que usted esputa sobre su familia, que desde ya pongo en duda, ¿acaso es usted culpable de los pecados de sus padres? Esta es la iglesia que tenemos, señores: curas pederastas (se cree el ladrón que todos son de su condición), machistas, viviendo vidas rodeadas de lujos, lanzando injurias a hermanos suyos gratuitamente… ¡Qué vergüenza! No sé si esta señora y/o sus padres le demandarán por esto, espero que sí. Pero lo que sí sé es que no se librará usted del Juicio Divino cuando le llegue el momento. No se piense usted, como muchos de sus compinches, que por llevar el alzacuellos se librará de rendir cuentas.
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