Después no se quejen las feministas de ser ridiculizadas por sus acciones. Así demuestran que no son seres muy pensantes y desprestigian una causa superior y necesaria. Si unos corazones y likes de las publicaciones donde les gusta exhibirse o hacer "público" sus estados de ánimo, lo que comen y lo que hacen a cada rato, es considerado acoso y merece una toma, es patético y no sirve para que el macho tome consciencia de sus abusos verdaderos, de la violencia real. Cuando la realidad parece caricatura las soluciones serán caricaturescas. Mal aquí las estudiantes de derecho, que parecen más una policía de redes sociales que abogadas defensoras de los derechos y la justicia para todos.
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