Juan Carlos Cárdenas

A una semana del envío de una carta al presidente Gabriel Boric y al canciller Van Klaveren sobre el incumplimiento del Gobierno de Chile del pago de la cuota de membresía de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) correspondiente a los últimos dos años, y a solo 18 días de la 69ª sesión asamblearia en Lima, Perú, la situación aún no se ha resuelto, poniendo en riesgo la participación de Chile con derecho a voto.

Cuando la industria salmonera se prepara para expandir su producción, los accidentes y muertes entre sus trabajadores -sobreexplotados y subcontratados- aumentan significativamente, afectando sobre todo a buzos. Ecóceanos se encuentra trabajando en un nuevo reporte de “Salmones de sangre” que informa de 22 muertes los últimos tres años.

Los desastres medioambientales en la industria chilena encajan bien con las aspiraciones sustentables y globales de ese país. ¿El problema? Muchos de estos han tenido a compañías noruegas como protagonistas.

Según datos obtenidos a través de la ley de transparencia, de los 74 accidentes registrados desde el 2010, sólo 12 fueron motivo de denuncia a entidades capaces de multar; mientras que de los casi 5 millones de salmones fugados se recuperaron apenas 694 mil especímenes. Organizaciones medioambientales plantean que el número total es mayor, explicando que las consecuencias para el ecosistema de fugas de especies introducidas y con antibióticos son enormes.

En julio de 2017 la bióloga dejó la dirección del Servicio de Evaluación Ambiental de Magallanes y se volvió lobbista de la salmonera Australis. En enero de 2019, el proyecto para el que hizo lobby –una planta procesadora de pescado de US$ 70 millones en Magallanes– fue aprobado presentando sólo una Declaración de Impacto Ambiental. Ocho días después, fue nombrada como la nueva directora del SEA, esta vez en la región de Los Ríos.

Los medios alemanes Der Spiegel y Deutsche Welle han publicado artículos advirtiendo sobre el peligro que conlleva para la deforestación la utilización de proteína de soya en alimento para salmones, apuntando directamente a la industria chilena; la segunda más grande del mundo después de la noruega.