El Reino de Noruega tiene una visión ambiciosa para el futuro de esa nación y del planeta: ser el principal proveedor de proteínas que consume la humanidad. ¿La fuente de esas proteínas? El salmón.
Un plan estratégico elaborado entre el gobierno, la industria salmonera, comunidades locales e instituciones de investigación académica noruegas busca que hacia 2050 la acuicultura -en especial la producción de salmón- se convierta en el mayor generador de divisas para ese país, superando incluso al petróleo.
“Noruega es una nación pesquera. El océano siempre ha sido nuestra fuente de alimentos, ingresos y bienestar”, afirmó en agosto del año pasado el ministro de Pesca de Noruega, Odd Emil Ingebrigtsen, al presentar una versión actualizada de la llamada Estrategia Nacional Oceánica elaborada inicialmente en 2017.
El ambicioso plan de Noruega enfrenta varios obstáculos -como las dudas sobre el impacto medioambiental-, pero ninguno tan formidable como el que existe en el lado opuesto del planeta, a casi 13.000 kilómetros de distancia: la industria salmonera de Chile.
Ese año, el 2004, ambos países produjeron 600 mil toneladas, según cifras de la UNCTAD, con lo que dominaban 80% del mercado mundial de salmones.
Con una geografía muy similar, los canales australes del sur chileno ofrecen las mismas condiciones especiales para la crianza del salmón que los fiordos noruegos. En efecto, a partir de los años 90 los productores en Chile irrumpieron con fuerza en el mercado global y hacia 2004 ya producía la misma cantidad de salmones y truchas que el país escandinavo, que había dominado el sector desde fines de la década del 70.
Ese año, el 2004, ambos países produjeron 600 mil toneladas, según cifras de la UNCTAD, con lo que dominaban 80% del mercado mundial de salmones.
Desde entonces, Chile se mantiene como el segundo productor más grande del mundo, pero su participación en el mercado global ha bajado de 40% a 25%, mientras que Noruega representa poco más de 54% de la producción global de salmones, según cifras de Salmon Chile, asociación que agrupa a varios de los grandes productores en Chile.
Una de las razones de la pérdida de impulso de Chile tiene que ver con una serie de crisis medioambientales que sacudieron al sector a partir de 2007 y que alertaron acerca del elevado nivel de antibióticos que estaba usando la industria en Chile para controlar las enfermedades que aquejan a los peces. A raíz de algunos de estos desastres -en especial el virus ISA que casi hizo colapsar la industria en 2007 y 2008- se endurecieron varias regulaciones que, en parte, frenaron la rápida expansión que había experimentado ese sector.
A ello se han sumado las crecientes críticas de grupos ambientalistas y comunidades locales que no sólo reprochan el impacto medioambiental de las granjas de salmones, sino que también las condiciones laborales de las poco más de 80.000 personas que emplea directamente la industria en Chile.
Noruega enfrentó problemas similares hace un cuarto de siglo, pero desde entonces ha puesto en marcha una serie de iniciativas para volver la industria más sustentable. Actualmente, ese país apuesta a proyectar una imagen “verde” de su industria salmonera, no sólo para aumentar el consumo de esta proteína frente a carnes que tienen una huella de carbono mucho mayor -como la de res, ave o cerdo-, sino también para diferenciarse de su mayor rival global.
Lo curioso de ello, apuntan varios conocedores de la industria, es que los protagonistas de varios de los mayores escándalos de la industria salmonera en Chile en los últimos años han sido precisamente empresas noruegas que operan en este país.
Lo curioso de ello, apuntan varios conocedores de la industria, es que los protagonistas de varios de los mayores escándalos de la industria salmonera en Chile en los últimos años han sido precisamente empresas noruegas que operan en nuestro país. De hecho, son empresas provenientes de ese país las que lideran el número de accidentes con fuga de salmones en la década 2010-2020.
“En el proceso de expansión de la inversión noruega en la industria salmonera [de Chile], llama la atención la aplicación de dobles estándares ambientales, sanitarios, laborales y sociales”, escribió en marzo de 2019 Juan Pablo Cárdenas, director de la ONG Ecocéanos, uno de los grupos más críticos de la industria salmonera. “Esto se puede ejemplificar con el caso de la empresa [noruega] Mowi/Marine Harvest, el mayor productor y exportador de salmón a nivel mundial, la cual se comporta como si existiera un ‘far west’ en el sur de Chile”.
´Más de todo’ … en Noruega
“A medida que la población mundial crece, necesitaremos más alimentos, más energía, más transporte de bienes… ¡más de todo!”, dijo el ministro Ingebrigtsen, en agosto de 2020. “Al mismo tiempo, los océanos del mundo están bajo una fuerte presión debido al cambio climático, la sobrepesca y la contaminación. Es por eso que debemos pensar de manera distinta y ser capaces de actuar de maneras diferentes. No puede haber una pesca saludable sin océanos saludables”.
Como parte de la estrategia estatal de quintuplicar la producción salmonera de ese país de aquí a fines de la actual década, Noruega ha puesto en marcha un plan que busca, según se estipula en su Estrategia Nacional Oceánica, enfatizar los siguientes puntos:
- Asegurar que Noruega se afiance como poder marítimo líder con una amplia flota registrada en ese país.
- Estimular el crecimiento verde de la industria marítima y el uso de tecnología y combustibles verdes.
- Fortalecer la investigación, desarrollo e innovación para aumentar la creación de valor y la competitividad de la industria salmonera.
- Desarrollar un robusto cluster oceánico noruego para estimular una mayor interacción entre las industrias marítimas.
Gran parte de la estrategia sustentable de la industria salmonera noruega se basa en el hecho que, según cálculos del gobierno y del mundo académico, casi 80% del aumento de producción que se planifica se puede gestar en aguas de los fiordos locales.
Gran parte de la estrategia sustentable de la industria salmonera noruega se basa en el hecho que, según cálculos del gobierno y del mundo académico, casi 80% del aumento de producción que se planifica se puede gestar en aguas de los fiordos locales. Es decir, para las grandes transnacionales de ese país como Mowi o Cermaq no se vuelve tan necesario contar con áreas productivas en otros países. Eso, creen algunos observadores de la industria, podría explicar en parte el hecho de que las empresas noruegas hayan reducido su participación productiva en Chile, si bien no sus permisos de explotación, muchos de los cuales no han sido utilizados en la práctica.
Desde la irrupción del virus ISA -que en 2007 fue reportado por primera vez por la noruega Marine Harvest, hoy llamada Mowi- los operadores escandinavos en Chile han reducido -vía ventas de activos o menor producción- su presencia en el país. En 2016 Marine Harvest incluso decidió salirse de la asociación gremial Salmon Chile.
Apostar a que la estrategia salmonera verde se desarrolle casi exclusivamente en aguas noruegas le permite a los industriales escandinavos desarrollarse en un ambiente político mucho más favorable y menos permeable a campañas medioambientalistas internacionales. No sólo porque en los hechos los salmoneros noruegos exhiben hoy mejores estándares que sus rivales del hemisferio sur –tanto en aspectos de calidad laboral como en uso de antibióticos-, sino por la estrecha relación que, históricamente, ha tenido la industria con el mundo político de ese país.
Por ejemplo, en el gobierno de Jens Stoltenberg, quien fue secretario general de la OTAN hasta septiembre de 2022 y primer ministro de Noruega entre 2005 y 2013, varios miembros de su gabinete tenían lazos directos con la industria pesquera. Está el caso de la entonces ministra de Pesca, Lisbeth Berg-Hansen, quien al mismo tiempo era accionista de Sinkaberg Hansen, una productora de salmón, y de Havfisk, empresa que procesa pescado de carne blanca. El ministro de Finanzas ,Sigbjorn Johnsen, era accionista de Cermaq, la empresa pesquera y salmonera con participación del Estado Noruego que fue vendida en 2014 a la japonesa Mitsubishi por US$1.400 millones y que también incluyó sus operaciones en Chile. Y el ministro de Agricultura del gobierno de Stoltenberg, Lars Pedder Brekk, también fue director de la asociación de criadores Salmon Group AS, que reúne a pequeños y medianos actores de la industria que promueven la acuicultura sustentable.
La íntima relación entre el poder político y la industria salmonera continuó en el siguiente gobierno. Cuando Erna Solberg asumió como Primera Ministra en 2013, su hermana Marit Solberg era directora de operaciones de Mowi, la mayor productora mundial de salmones. Erna fue jefa de gobierno hasta 2021, mientras que su hermana se mantuvo en la alta dirección de Mowi hasta 2018.
“Varias instituciones noruegas, como el Contralor General, han expresado su preocupación, pero no ha habido una reacción política. La influencia que esta industria ejerce sobre la política explica cómo ésta pudo crecer tan rápido desde los años 70 y que incluso se ha duplicado en los últimos 10 años”, se sostuvo en una minuta elaborada hace unos años por partidos ecologistas europeos con representación en el Parlamento Europeo.
Más allá de los conflictos de interés que históricamente han existido entre la industria salmonera y el poder político, la ofensiva noruega de mostrarse al mundo como una nueva potencia “verde” en la industria de la acuicultura también ha generado suspicacia en Europa. Por ejemplo, en ese continente es sabido que una de las razones que ha llevado a Noruega a no ser miembro de la Unión Europea son las cuotas de pesca que la eurozona impone a sus países-miembros.
En una reunión programática celebrada en Estambul en 2014, los European Greens -una asociación que reúne a más de 30 partidos ecologistas de Europa y que asesora a la bancada verde en el Parlamento Europeo en Bruselas- distribuyó entre sus miembros una minuta alertando acerca de lo que consideraban campañas de información distorsionadas del Estado y compañías noruegas. En ese escrito se sostiene, entre otras cosas, que “a diferencia de otros recursos naturales que contribuyen al fondo de pensiones de Noruega, la industria del salmón en ese país está en manos de pocas personas con gran poder (y) el Estado de Noruega apoya con fuerza a esta industria, pese a que genera pocos empleos y a que tiene impactos desastrosos sobre el medio ambiente y la salud de los consumidores”.
En esa escrito se sostiene, entre otras cosas, que “a diferencia de otros recursos naturales que contribuyen al fondo global de pensiones de Noruega, la industria del salmón en ese país está en manos de pocas personas con gran poder (y) el Estado de Noruega apoya con fuerza a esta industria, pese a que genera pocos empleos y a que tiene impactos desastroso sobre el medio ambiente y la salud de los consumidores”.
En esa minuta también se alerta acerca de la agencia estatal Norges Sjømatråd (Norwegian Seafood Council), que tiene 13 oficinas alrededor del mundo, y que cuenta con un presupuesto de 40 millones de euros anuales para promover el consumo de productos del mar noruegos. “Esta agencia pública ya ha sido sorprendida entregando traducciones incorrectas al inglés, alemán y francés respecto de recomendaciones de las autoridades sanitarias. Lo que es más preocupante, es que la prensa de Noruega está cada vez más reacia a publicar artículos críticos sobre la industria del salmón, según han expresado varios periodistas”, se afirma en el escrito.
Sin embargo, la industria noruega del salmón ha logrado avanzar a paso firme en su plan estratégico global. El año pasado, y pese a los problemas logísticos creados por la pandemia sanitaria, las exportaciones de ese producto alcanzaron un récord histórico de 9.200 millones de dólares, un aumento de 16% frente al año 2020.
Lobby real
En sintonía con la nueva imagen verde que la industria noruega quiere mostrar al mundo, otros actores importantes de ese país han desplegado una intensa campaña de imagen. Así, la pareja real de Noruega, el rey Harald y la reina Sonja, han visitado Chile en 2014 y 2019. Jens Stoltenberg, entonces primer ministro noruego, visitó el país el 2008, mismo año que el príncipe heredero al trono, Haokoon, viajó a Chile. La ministra de Relaciones Exteriores, Ine Eriksen y el ministro de Pesca, Harald Tom Nesvik, hicieron lo propio el 2019. En contraste, representantes chilenos sólo han viajado una vez al país escandinavo: Michelle Bachelet en 2007.
Las visitas noruegas no fueron sólo protocolares. En su última gira en 2019, los reyes de Noruega estuvieron cinco días en Chile, estadía inusualmente larga considerando que el año anterior la familia real aseguró que, dada su edad, reducirían al máximo los viajes internacionales. Acompañados de los ministros de Relaciones Exteriores y de Pesca, los representantes noruegos inauguraron un centro de observación satelital en Punta Arenas.
Propiedad de la compañía KSAT, el observatorio tiene como objetivo monitorear las costas chilenas en miras de contrarrestar la pesca ilegal y mejorar la vigilancia de áreas marinas protegidas. El rol de los reyes y sus ministros en KSAT no se limita a inaugurar sus proyectos. La compañía es propiedad de Konsberg Defence & Aerospace, una empresa privada, y de Space Norway, una empresa estatal. Ambas se reparten de manera equitativa la estructura societaria de KSAT.
La inauguración y la visita real que la acompañó no tuvo una buena acogida en la industria nacional. Un representante de los productores chilenos de salmón, que prefirió hablar bajo condición de reserva de su nombre, aseguró a este medio que el regalo del centro de monitoreo es, al menos, “curioso”.
“Le regalaron un satélite al gobierno chileno para controlar la zona de conservación en el mar, mandaron un barco para hacer marketing de conservación, y resulta que Chile es el quinto país del mundo en zonas de conservación mientras que Noruega es el 59”, asevera.
“Le regalaron un satélite al gobierno chileno para controlar la zona de conservación en el mar, mandaron un barco para hacer marketing de conservación, y resulta que Chile es el quinto país del mundo con más zonas de conservación, mientras que Noruega es el 59”, asevera, agregando que la potencia europea tiene “menos del 1% de zonas de conservación, pero vienen a Chile a promoverla, siendo que de Puerto Montt al sur un 60% del mar chileno tiene ese estatus".
Por otro lado, acusa una operación por parte de los industriales noruegos en cuanto al uso de antibióticos en Chile, el cual reconoce es mucho mayor respecto a su competencia escandinava. “Nos ningunean bastante [a los productores chilenos], y fueron ellos los que subterráneamente sacaron el tema de los antibióticos en la prensa mundial”, indica.
Asegura que son “astros para el marketing”, por lo que sus accidentes en Chile o complicaciones en Noruega pasan desapercibidos.
Contactados por INTERFERENCIA para consultar sobre una posible contradicción entre la imagen “verde” que proyecta la industria noruega y los repetidos accidentes ambientales que han tenido en Chile, desde el departamento de comunicaciones de Mowi –antes Marine Harvest– indicaron que no están de acuerdo con “teorías conspirativas que hablan sobre una campaña de desprestigio de parte de Noruega en contra de la industria salmonera chilena. “Nos parece que esto responde más bien a una campaña comunicacional iniciada hace algún tiempo por los detractores de la industria [noruega] dentro el país”, aseguran.
“Nos parece que esto responde más bien a una campaña comunicacional iniciada hace algún tiempo por los detractores de la industria dentro el país”, aseguran.
“En Mowi Chile aplicamos los mismos estándares en las prácticas productivas de países como Noruega o Escocia. No tenemos duda alguna que nuestras operaciones en Chile son sustentables, prueba de ello es que en los últimos años la compañía ha obtenido los mejores resultados productivos y financieros de la industria chilena, de manera sostenida, además de encontrarse en los primeros lugares dentro del grupo Mowi en varios parámetros de sustentabilidad”, afirman.
Desastres noruegos en Chile
La primera gran crisis en el sector salmonero en Chile ocurrió el año 2007 y 2008 y estuvo a punto de derrumbar la industria. Aquellos años el virus ISA desembarcó en el país sudamericano, desatando una ola de mortalidades sin precedentes.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Bergen, cuya validez reconoció la también noruega Cermaq, el virus llegó a costas chilenas a través de óvulos importados desde el país europeo.
Según estudios científicos posteriores, el virus fue importado desde Noruega, con la escandinava Marine Harvest –ahora llamada Mowi– reportándolo por primera vez en Chile. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Bergen de ese país, cuya validez reconoció la entonces pesquera noruega Cermaq, el virus llegó a costas chilenas a través de óvulos importados desde el país escandinavo.
El 2018, desde las granjas de Mowi, se reportó una de las mayores fugas de salmones en la historia chilena. Cerca de 700 mil especímenes escaparon de las jaulas de crianza. La fuga de estos peces resulta altamente perjudicial para el ecosistema dado el alto nivel de antibióticos con que se acompaña su etapa de crecimiento, los cuales son transmitidos a otras especies depredadoras a través de su carne y también liberados al agua mediante sus heces. Esto sin considerar las implicancias de la liberación masiva de una especie profundamente carnívora.
Estos episodios no son puntuales en compañías noruegas. Según datos del Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) obtenidos vía Ley de Transparencia, dos empresas noruegas lideran los episodios en fugas de salmones entre 2010 y 2020. Marine Harvest –ahora Mowi– y Cermaq –empresa basada en Oslo, pero que desde 2014 cuenta con capitales japoneses– lideran la tabla en cuanto a fugas de salmones. Con 8 y 10 eventos de fuga, respectivamente, ambas compañías de origen noruego acumulan 1.1 millones de salmones liberados por accidente al mar, un 23% de las fugas de la industria en el periodo. (Revise acá el artículo de INTERFERENCIA "4,8 millones de salmones se han fugado de empresas acuicultoras en los últimos 10 años en Chile").
Pero Cermaq y Mowi no son las únicas compañías noruegas o de origen noruego con episodios de destrucción ambiental en Chile. El 2019 estalló un escándalo de proporciones relacionado con la empresa escandinava Nova Austral.
La compañía salmonera noruega instruyó manipular sus estadísticas de mortalidad para ocultar sus números reales a la entidad fiscalizadora, Sernapesca. Correos electrónicos de la gerencia delatan el modus operandi de Nova Australis para engañar al Estado chileno.
Según reveló El Mostrador, la compañía salmonera noruega instruyó manipular sus estadísticas de mortalidad para ocultar sus números reales a la entidad fiscalizadora, Sernapesca. Correos electrónicos de la gerencia, a los que ese medio tuvo acceso, delatan el modus operandi de Nova Australis para engañar al Estado chileno. (Revise el reportaje acá).
Recientemente, otra empresa noruega que busca expandirse en Chile llamó la atención. En 2020, Benchmark desembarcó para vender productos genéticos, medicamentos y sistemas de purificación y filtración de aguas en el mercado del salmón chileno. El 2021, según reportó INTERFERENCIA, la compañía buscó comercializar su producto estrella: CleanTreat, un sistema que utiliza el químico BMK08, prohibido por la Unión Europea ese mismo año. (Revise acá el artículo de este medio al respecto).
El BMK08 contiene la sustancia imidacloprid, un pesticida catalogado por la Unión Europea como “peligroso para el medioambiente (y) muy tóxico para la vida acuática, con efectos a largo plazo”. Entre los impactos del químico en el medioambiente, se detalla que “tiene efectos devastadores en la biodiversidad, particularmente en los ríos y vías fluviales, afectando no sólo a crustáceos, moluscos y especies que no son objetivo (insectos), sino también organismos de la tierra, además de además de provocar una disminución en las poblaciones de aves”.
Siete días después de la publicación del reportaje, Benchmark Chile explicó en un artículo del medio especializado Salmon Expert que no traería el químico a Chile, reservando su uso sólo para barcos.
Ahora bien, si de escándalos ambientales se trata, las empresas salmonicultoras nacionales no se quedan atrás.
El 2016, una marea roja azotó las costas de Chiloé. Miles de aves, peces, mariscos y otros animales marinos aparecieron muertos en la costa, dejando a 30 mil pescadores y trabajadores relacionados a la industria sin ingresos. Una crisis como pocas se desató en la zona, en lo que se conoció como el “mayo chilote”.
Lo que no se sabía en el mes del desastre natural es que, semanas antes, la industria salmonera había tomado una decisión determinante en cuanto a sus operaciones y, según un estudio reciente, también para la marea roja.
Sernapesca, sin realizar ningún estudio de impacto ambiental, autorizó a compañías salmoneras a verter 4.700 toneladas de salmones descompuestos a 130 kilómetros de Chiloé, luego de que estos murieran a causa de una marea café que afectó la zona meses antes.
Pero un estudio de mareas desarrollado por físicos y oceanógrafos franceses y chilenos apuntó a la conclusión contraria: “Nuestro análisis muestra sistemáticamente que el vertimiento bien podría haber jugado un papel potenciador para la marea roja”, indicaron a este medio.
Una vez conocidas las operaciones de las salmoneras –visadas por Sernapesca– Chiloé estalló: protestas y paralizaciones pusieron presión al entonces gobierno de Michelle Bachelet, cuya respuesta se centró en ordenar un estudio a la Academia Nacional de Ciencia para determinar el impacto del vertimiento de salmones podridos. Tiempo después, el estudio desestimaría la responsabilidad de las salmoneras y de Sernapesca en el desastre de la marea roja, cuyas causas apuntaron que serían naturales.
Pero un estudio de mareas desarrollado por físicos y oceanógrafos franceses y chilenos, publicado por INTERFERENCIA, apuntó a la conclusión contraria: “Nuestro análisis muestra sistemáticamente que el vertimiento bien podría haber jugado un papel potenciador para la marea roja”, indicaron a este medio. (Revise acá el artículo).
Comentarios
Buen artículo. Solo qué hay
Excelente artículo, muy bien
Muy buen artículo. Estaba
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