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Miércoles, 30 de Julio de 2025
Se exhibe en el GAM

Abismo: la obra que desafía la memoria de la dictadura a través del teatro y el documental

Lissette Fossa

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Foto: Patricio Melo /GAM.
Foto: Patricio Melo /GAM.

Abismo: Mirar con los Ojos de Otro invita al espectador a hacerse más preguntas que respuestas. La protagonista de la historia es una mujer, hija de una detenida desaparecida, que vuelve a Chile a realizar un documental sobre su madre y termina entrevistando a una torturadora. 

Mario Monge, de 29 años, es director y uno de los creadores de la obra teatral Abismo: Mirar con los Ojos de Otro, que está siendo exhibida en el GAM hasta fines de abril. En la obra, una joven vuelve a Chile a hacer un documental sobre su madre, torturada y desaparecida en dictadura. En ese proceso, entrevista a una mujer que resulta ser una torturadora.

“Creo que es una invitación a los espectadores a mirar sus propias ausencias. La obra en sí misma no representa la violencia, la dictadura".

En la obra se conjugan elementos teatrales con el cine documental, siendo la cámara un puente y a la vez una medida de distancia entre el espectador y la victimaria. A la vez, Monge y Sebastián Cárez-Lorca, autores de la idea original, buscaban reflexionar sobre la búsqueda de la protagonista, que intenta recordar a quien apenas conoció, a través de la memoria de otros.

“Creo que es una invitación a los espectadores a mirar sus propias ausencias. La obra en sí misma no representa la violencia, la dictadura. Es más bien una invitación a hacer lo mismo que hace la protagonista, mirarme a mí en relación a estos procesos históricos”, reflexiona Monge en esta entrevista.

-Hay una dinámica interesante en la obra, por la aparición del documental, en la misma obra, porque la protagonista está haciendo un documental y vuelve a Chile para hacer este trabajo y saber qué le ocurrió a su madre, en dictadura. Y no es un inicio tan distinto a una serie de documentales que se han hecho, en los últimos diez años, sobre hijos o nietos que investigan lo que les ocurrió a sus familiares en dictadura. No sé si se relaciona con esos documentales, si alguna manera se inspiró o revisó esos documentales.

- Sí, por supuesto, hemos bebido harto de la experiencia de otros y otras que se han dedicado a hacer esto. Inicialmente cuando empezamos el proyecto no partimos de esos documentales, pero investigando vimos todas estas películas, como El Edificio de los Chilenos, el documental argentino que se llama Los Rubios, también el documental que fue importante para el proceso fue El Pacto de Adriana, de Lissette Orozco, que va descubriendo cosas de su tía, ex secretaria del Mamo Contreras. 

Estos documentales fueron importantes para nosotros, nos abrieron preguntas sobre qué queríamos hacer y que se muestran en la obra, por ejemplo, si queríamos o no representar al torturador, darle voz o no, si era una puerta para asomarnos a las ausencias. Las experiencias de estos documentalistas, incluyendo la de Pato Guzmán en La Batalla de Chile, fueron muy importantes para la obra. 

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Foto: Patricio Melo /GAM.
Foto: Patricio Melo /GAM.

-¿Y qué les motivó a acercarse a este tema de memoria? Considerando que en general son un equipo muy joven.

"Entendí que siendo hijo de la transición a la democracia, es algo que está muy presente en mi vida y en la política actual, como la Constitución del ochenta, toda la revuelta popular del 2019, etc.".

- A título personal, desde que empecé a dirigir, la transición a la democracia ha sido un tema muy importante para mí. Tengo un rollo desde chico con los temas relacionados a la dictadura, desde que tuve conciencia de lo que había significado, la brutalidad, la masacre. El impacto que me generó me llevó a investigar sobre eso. Entendí que siendo hijo de la transición a la democracia, es algo que está muy presente en mi vida y en la política actual, como la Constitución del ochenta, toda la revuelta popular del 2019, etc. Uno se da cuenta que estos procesos me condicionan como individuo. Y me nace comprender esa condición, y en el proceso darme cuenta que la memoria es muy importante, que nos hace comprendernos como país.  

Esto es algo que compartimos con los otros creadores de la obra, entender que a pesar de no haber vivido la dictadura, nuestras vidas están cruzadas por ella. Para mí en lo personal, es una especie de obsesión, una necesidad que aún no alcanzo a comprender. En cada obra que he hecho he podido ir encontrando respuestas, pero aún no entiendo bien esta necesidad, que está, y de alguna manera he decidido seguirla.

-¿Qué reflexión espera que nazca en el público al ver la obra?

- Creo que es una invitación a los espectadores a mirar sus propias ausencias. La obra en sí misma no representa la violencia, la dictadura. Es más bien una invitación a hacer lo mismo que hace la protagonista, mirarme a mí en relación a estos procesos históricos. Es decir, cómo me relaciono con ellos, qué sé de ellos, si necesito saber más o no, qué curiosidades me surgen, si me condicionan o no, etc. Es una actitud reflexiva, de percibirse a sí mismo en relación a la dictadura.

Ha sido interesante también ver los efectos en el público, porque la obra también habla de quienes ya no están, de cómo recordar a quienes no están, cómo recordar aquello que quienes nunca conocí. Y creo que cuando uno reflexiona sobre la memoria de un país, creo que podríamos comprender un poco mejor la relación de la colectividad en que vivimos.

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Foto: Patricio Melo /GAM.
Foto: Patricio Melo /GAM.

- Ustedes son artistas jóvenes, que vivieron muy poco o no vivieron la dictadura ¿Cree que su generación puede tocar estos temas con mayor libertad?

"Porque al hacer esta obra mirando la dictadura me hago las mismas preguntas o retrato la misma realidad que hace veinte años atrás. La diferencia es que yo lo puedo hacer con la experiencia de no haber sufrido la violencia directamente".

- Sí, creo que la vida nos ofrece cierta libertad para mirar estos hechos con cierta distancia. Y no es tan fácil mirar estos hechos, es complejo, porque la violencia marca muy profundamente. Y es real, que de verdad no lo vivimos y de verdad necesitamos conversar con esos acontecimientos.

Recuerdo que una amiga me comentó que al ver la obra sentía que el país no había avanzando, que de alguna manera igual el estado de las cosas seguía siendo el mismo y eso era muy triste. Porque al hacer esta obra mirando la dictadura me hago las mismas preguntas o retrato la misma realidad que hace veinte años atrás. La diferencia es que yo lo puedo hacer con la experiencia de no haber sufrido la violencia directamente.

Entrada general: $6.000, estudiantes y personas mayores: $3.000

Duración obra: 100 min

¿Dónde? Sala N1, Edificio B, Centro Cultural GAM (Metro Universidad Católica).

Para acceder a sala se solicitará Pase de Movilidad

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