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Sábado, 20 de Diciembre de 2025
[Interferencia América Latina]

Kast no tiene inteligencia

Carel Fleming (desde Washington D.C.)

Kast comienza en marzo su presidencia, pero ya da índices de que no está bien asesorado. Durante su campaña viajó a El Salvador y se reunió y fotografió con autoridades cuestionadas por narcotráfico y con un lobista argentino norteamericano que coordina secuestros y asesinatos de opositores y periodistas, que incluso vino hace unos meses a ver a Kast, al igual que un ministro cercano a los cárteles centroamericanos. ¿Nadie le advierte a Kast? ¿Donde están los asesores de seguridad de su campaña?

Para Washington es claro: José Antonio Kast no llegó a La Moneda como el favorito natural de Chile. Ganó, más bien, como el recipiente de un voto negativo, de un rechazo acumulado contra Jeannette Jara y Gabriel Boric. Pero hay un factor inquietante que puede afectar más aún a los chilenos: Kast no tiene inteligencia.

Ganar una elección y gobernar desde el “no” ajeno y no desde el “sí” propio suele dejar a los presidentes con una lectura distorsionada de su capital político. Kast comienza su mandato con esa fragilidad de base, y el riesgo es confundir un mandato prestado con una hoja en blanco. Se le suma también la falta de información de sus asesores en materia de inteligencia, y que será sin duda su talón de Aquiles.

En ese contexto, la carencia más delicada no está en el Congreso ni en la calle, sino en su entorno inmediato: asesores de inteligencia incapaces para filtrar riesgos reales. No los comunicacionales, sino los estratégicos, los que se pagan caro cuando ya es tarde.

Claro ejemplo es su cercanía ideológica y personal con Nayib Bukele. Ese es uno de sus puntos ciegos. En ciertos círculos de derecha latinoamericana todavía se le presenta como un modelo de orden y eficacia. Pero en Washington el entusiasmo se ha enfriado. Bukele es leído cada vez más como lo que es: un gobernante autoritario al que Estados Unidos empieza a soltar la mano, como cuando no asistió a la Asamblea de las Naciones Unidas, porque Trump no lo invitó a su gala, y hace una semana atrás EE.UU. anunció la cancelación del permiso de trabajo a los salvadoreños.

Persistir en esa asociación no es una provocación valiente; es una mala lectura del tablero. Y cuando un presidente insiste en relaciones que ya están en retirada, no desafía al sistema: queda aislado dentro de él.

Algo similar ocurrió el martes pasado, con la extraña llamada entre Kast y el presidente de Panamá, José Raúl Mulino. El chileno comenzó a justificar, sin que nadie le preguntara, sobre las empresas que él y su familia tienen en el país centroamericano. En la llamada junto a Mulino estaba el ministro de relaciones exteriores Javier Martínez-Acha, que escuchaban extrañados cuando Kast señaló que debido a sus inversiones ahí, le era complejo ir a Panamá no siendo presidente. ¿Por qué necesitaría Kast inmunidad diplomática para ingresar a Panamá, si según él tiene todo en orden? La llamada, que fue grabada y subida por la presidencia panameña a las redes sociales, ahora le puede jugar en contra a Chile al ser usado como arma de intercambio.  

Kast, sin tener buenos asesores que le adviertan, ignora que el presidente Mulino hace meses viene siendo investigado en Estados Unidos por sus vínculos de negocios con Venezuela y Cuba. Los medios panameños han publicado las relaciones de Mulino con los países comunistas, a través de su socio y amigo, el empresario Ramón Carretero Napolitano, quien recientemente fue incorporado a la llamada lista Clinton. Por eso fue irónico ver al líder panameño junto a María Corina Machado, en Oslo, siendo que el presidente panameño usa siempre el avión privado de su amigo Carretero, que es el mismo en que viaja Nicolás Maduro y Raúl Rodríguez Castro, nieto y jefe de seguridad de Raúl Castro. Ahora se entiende la razón del gobierno de Mulino al ofrecer asilo en su país a los líderes venezolanos. Estos antecedentes no son anécdotas, sino más bien señales para Kast.

Un presidente chileno, que no tenga asesores capaces de explicarle por qué esas señales importan, estará piloteando a Chile sin instrumentos. La política exterior sin inteligencia no es diplomacia, es improvisación.

Las embajadas extranjeras en Chile tarde o temprano, cumplirán el rol que el entorno presidencial no hará. Serán otros países los que transmitan, con mayor o menor elegancia, el mapa real: quiénes son socios confiables, quiénes son pasivos tóxicos y quiénes simplemente no conviene tener cerca cuando se toman fotos. Las misiones diplomáticas de Israel, China y Estados Unidos serán las más agresivas en Chile al momento de pedirle a Kast que no sea ambiguo en aclararles sus posturas internacionales: Es pro-Israel o Palestina, Rusia o Ucrania, o si en un conflicto entre China y EE.UU. por cuál optaría.

Para quienes dudan sobre la seriedad de Washington con los cercanos a China, hace cuatro días atrás, la embajada norteamericana en Panamá canceló visas a políticos y empresarios que habían viajado a China invitados por el gobierno y a otros que hicieron negocios en el país asiático. Incluso la sanción afectó a un exembajador panameño en Beijing. Por lo cual, los empresarios, políticos y miembros del futuro gabinete de Kast que han tenido o tendrán presencia en China también serán escudriñados en la embajada en Santiago.

Chile ya ha pagado antes por despreciar las advertencias de los servicios de inteligencia. Sebastián Piñera nunca escuchó cuando le hablaron del malestar social acumulado. El estallido no fue un rayo en cielo despejado; fue un informe ignorado.

Gabriel Boric, también repitió el error desde el otro extremo ideológico. Tampoco quiso oír, y terminó sorprendido no solo por una crisis de orden público, sino por escándalos de violación sexual internos, incluso cuando el problema estaba sentado en su propio gabinete de seguridad.

La lección es incómoda pero clara: los presidentes no caen por falta de carisma, sino por exceso de sordera. Gobernar es decidir, pero antes es escuchar a quienes ven lo que el poder no quiere ver.

José Kast, comienza en marzo su presidencia, pero ya da índices de que no está bien asesorado. Durante su campaña viajó a El Salvador y se reunió y fotografió con autoridades cuestionadas por narcotráfico y con un lobista argentino norteamericano que coordina secuestros y asesinatos de opositores y periodistas, que incluso vino hace unos meses a ver a Kast, al igual que un ministro cercano a los cárteles centroamericanos. ¿Nadie le advierte a Kast? ¿Donde están los asesores de seguridad de su campaña?

Peor aún fue cuando Kast habló con el presidente de Panamá ignorando que el líder centroamericano sin cámaras de televisión es más cercano a Caracas que a Washington, pero que en su verborrea ante la prensa y cuando está sobrio, habla contra Maduro, pero por debajo hace negocios y usa el mismo avión privado con placas venezolanas de Maduro y los Castro.

Lo hemos dicho muchas veces, Chile no tiene expertos en inteligencia. Una cosa es ser un soldado o policía jubilado y otro es el mundo de la información. Tener en el currículum el haber salido a las calles a reprimir gente o haber resuelto un crimen no los convierte en buenos espías. El periodismo chileno siempre va más adelantado que las agencias de inteligencia, policías, fiscales y militares. Muchos de ellos han sido expuestos por los medios de comunicación, sin que se den por enterados que fueron investigados. Se necesitan escuelas de inteligencia y no contratar “amigos agentes” que son renovados cada cuatro años cuando termina el periodo del gobierno.

Solo queda esperar quién será el nuevo director de inteligencia chileno que ayude a Kast a no cometer errores que arriesguen al país. Sabiendo lo predecible que es Chile en estas materias, sería un ex marino con muchas medallas y sin ninguna batalla, ya que no confían en el ejército para estos cargos.

La inteligencia no existe para halagar al poder, sino para contradecirlo. Si el nuevo lider de Chile la reduce a un adorno o la reemplaza por lealtades personales, repetirá una historia que Chile ya conoce demasiado bien: El que sufre las consecuencias es siempre el presidente y no sus asesores. Y hasta ahora, Kast no tiene inteligencia.



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