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Sábado, 2 de Agosto de 2025
[Sábados de streaming - Películas]

'Air': la historia detrás del logo – En el pesebre de Nike

Juan Pablo Vilches

Nos enfrentamos a una historia pequeña, una nota al pie de página de una leyenda de nuestro tiempo; y a la vez, a una anécdota puntual que cambió para siempre el negocio del entretenimiento deportivo. Todo eso a la vez, y en simple. 

En el quinto episodio de El último baile (Jason Hehir, 2020) –específicamente, en uno de los raccontos que sostienen las narraciones paralelas del documental– se cuenta al pasar otra de las tantas anécdotas que labraron el mito de Michael Jordan (MJ).

Se trata de la contratación del joven MJ, antes de siquiera debutar en la NBA, por parte de otra estrella en ascenso llamada Nike; hasta entonces reconocida solo como una marca de calzado para el atletismo de pista y campo.

El somero recuento realizado en el documental identifica y entrevista a los personajes principales de esta historia: el propio Jordan, naturalmente; sus padres, James y Deloris; su agente, David Falk; el director de marketing de Nike, Rob Strasser; y otro ejecutivo gestor del acuerdo, llamado Howard White.

Lo que queda como corolario de este episodio es otra arista más de la grandeza sobrehumana de Jordan (El último baile existe básicamente para exhibirla en todas sus formas), la de ser tan enorme que un solo gesto inicial convirtió a una franquicia risible como los Chicago Bulls en el mejor equipo de la historia de la NBA y que elevó a Nike a las alturas de los gigantes del vestuario deportivo.

Lo que queda como corolario de este episodio es otra arista más de la grandeza sobrehumana de Jordan (El último baile existe básicamente para exhibirla en todas sus formas), la de ser tan enorme que un solo gesto inicial convirtió a una franquicia risible como los Chicago Bulls en el mejor equipo de la historia de la NBA y que elevó a Nike a las alturas de los gigantes del vestuario deportivo.

Sin embargo, y entre tanta apología de tanta grandeza, el documental pasó por alto a dos personajes clave en el vínculo de Jordan con Nike, quienes fueron vindicados en la reciente película de Ben Affleck, de la que tratan estas líneas.

Uno de ellos es el fundador y CEO de Nike por aquel entonces, Phil Knight (interpretado por el propio Affleck), mientras que el otro es el verdadero héroe de este episodio: un oscuro vendedor de calzado y detector de talentos llamado Sonny Vaccaro (Matt Damon).

Estamos en 1984, reconstruido con cierta estridencia y exceso de celo para transmitirnos que estamos en otro mundo y en otra era. Una era pre-Jordan.

Los peinados ridículos y la música plástica de esa década infame acompañan a Vaccaro en su rutina como empleado de Nike, viajando en busca del oro blanco y negro que saltaba y encestaba en gimnasios de colegios ignotos, para acarrearlos al corral de la marca.
Y no le va bien. La dramaturgia del primer acto expresa con simpatía y agilidad –aunque con algo de exceso en los diálogos expositivos– los problemas de Nike para competir con los colosos de aquel entonces, Adidas y Converse, en atraer a las futuras estrellas del básquet.

Simplemente, Nike no tiene nada más que un presupuesto exiguo, pocos basquetbolistas profesionales que usan sus productos y muy poco prestigio fuera del atletismo.

Así las cosas, el papel de Vaccaro como un monomaniaco movido por la porfía, calza como un guante en la mano de un Matt Damon que ha construido su carrera en torno a personajes así. Y es muy propio de las narraciones edificantes que en un loop desesperado surja la gran iluminación/revelación con que empieza el segundo acto. 

El momento en que Vaccaro descubre antes que nadie la grandeza de Jordan es muy simple en sus recursos, y la verdad es que ni siquiera es un momento: son dos. El primero consiste en la repetición de un tiro de Jordan sobre la hora con que ganó una final universitaria. Una y otra vez. El segundo es la misma repetición pero con el discurso de Vaccaro convenciendo al mencionado Strasser (Jason Bateman) de que deben gastar todo el presupuesto del básquetbol en un novato. El discurso de Vaccaro parece, de hecho, un comercial de Nike.

Lo que sigue es el despliegue de la porfía y diplomacia de Vaccaro para convencer a Phil Knight, Howard White (Chris Tucker) y sobre todo a la madre de Jordan, Deloris (Viola Davis), de que el jugador firme con Nike, cimentando el discurso simultáneamente en los “valores fundacionales” de la marca y en la personalización que tanto se pregonaba en Jerry Maguire (Cameron Crowe, 1996).

Lo que sigue es el despliegue de la porfía y diplomacia de Vaccaro para convencer a Phil Knight, Howard White (Chris Tucker) y sobre todo a la madre de Jordan, Deloris (Viola Davis), de que el jugador firme con Nike, cimentando el discurso simultáneamente en los “valores fundacionales” de la marca y en la personalización que tanto se pregonaba en Jerry Maguire (Cameron Crowe, 1996).

Esta pléyade personajes, muy bien definidos por la escritura y la actuación, finalmente sostienen la mítica reunión en las oficinas de Nike, en Oregon, la que es tratada con cierta comedia que apenas encubre la sacralización que la historia atribuye a esta reunión. 

Si la escena de Vaccaro repitiéndose el video es la revelación a San Pablo en la ruta a Damasco, la reunión de los Jordan con Nike vendría a ser como la escena del pesebre, con sus reyes magos y con un pitch de Vaccaro que no solo es buena dramaturgia sino un torrente profético que contiene en unos pocos segundos lo más importante de El último baile. De hecho, esta película trata –entre otras cosas– del poder de la palabra; sobre todo si es improvisada e inspirada por una fuerza mayor.

Nos gustaría pensar que semejante sacralización podría ser irónica, pero hay otra decisión de la puesta en escena que apunta en la dirección contraria: el joven Jordan no tiene rostro, siempre está de espaldas, como Mahoma en Érase una vez el hombre o Jesucristo en La vida de Brian (Terry Jones, 1979). Como si no se pudiera mostrar el rostro de dios.

Y bien, esta película fue bendita por dios –es decir, Jordan–, quien leyó el guion y solo hizo dos exigencias para su realización: a) que alguno de los personajes reales apareciera en la película; y b) que su madre fuera interpretada por Viola Davis.

Ambas peticiones fueron satisfechas, y la película vio la luz cumpliendo su rol en lo que parece una cuidada estrategia del propio Jordan de forjar su mito para las generaciones que no lo vieron jugar: como el mejor basquetbolista y deportista de equipo de la historia, como líder en los camarines, como fenómeno comercial y como punto de inflexión en la relación entre los deportistas y sus marcas patrocinantes.

La inédita exigencia de la familia Jordan de que un porcentaje de cada zapatilla Air Jordan fuera al jugador, fue recubierta en la película con líneas con un sorprendente aroma a sindicalismo y fue enmarcada cuidadosamente por el epílogo como un cataclismo que cambió el mundo de los deportes para siempre.

Y el mérito de esta película es concebirse a sí misma como una obra pequeña, modesta como un pesebre y que cuenta un episodio menor pero de alcances mayores; con todas sus virtudes dramáticas y actorales puestas al servicio de un mito más grande. Mucho más grande. 

Acerca de…

Título original: Air (2023)

Nacionalidad: Estados Unidos

Dirigida por: Ben Affleck

Duración: 111 minutos

Se puede ver en: Prime Video
 

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