El fútbol chileno vive hoy un momento crítico desde muchos puntos de vista. Uno de los más sensibles es sin duda la corrupción. Si pasa en la Corte Suprema de nuestro país ¿Por qué no va a pasar en el fútbol?
Efectivamente, el entrenador de Municipal Puente Alto, denunció públicamente la vinculación de ciertos partidos con apuestas ilegales y arreglos sospechosos. Miguel Valdés Araos, el DT citado, reveló que varios jugadores de su equipo, en principio siete, fueron contactados por ciertas personas para alterar el resultado de un partido. Aunque el escándalo aún se encuentra en desarrollo, no es nuevo para los que seguimos de cerca la historia del fútbol nacional. En realidad, esta denuncia es solo la punta del iceberg de un fenómeno más amplio y preocupante que afecta a la esencia misma del deporte: la permisividad del sistema frente a la creciente influencia de las apuestas ilegales y la corrupción en los partidos.
Es evidente ¿si no podemos confiar en las apuestas legales, que podemos esperar del actual sistema? El principio es básico: si permites que se apueste sobre lo que ocurre en una cancha de fútbol ¿existe alguna manera de tener la certeza de que quienes intervienen de manera decisiva en el juego no van a alterar su curso natural para participar de las ganancias? Efectivamente, no existe. Por eso debemos lidiar con el riesgo tratándose de apuestas legales, y no nos ha ido muy bien, han existido muchos antecedentes sobre corrupción asociada a la Polla Gol, nuestro sistema legal de pronósticos deportivos, el escándalo de 1978, el de mediados de los ochentas en que varios árbitros se coordinaban para obtener premios en dicho sistema de apuestas, etc.
Hoy el problema no es solo mantener en orden el sistema lícito, sino evitar que las apuestas ilícitas terminen pudriendo nuestro sistema desde las bases. El año pasado se denunció que jugadores de Cobreloa habrían estado vinculados a apuestas ilegales y el Ministerio Público comenzó a investigar. Ahora esto. Es hora de mirar con más profundidad lo que ha ocurrido en el fútbol chileno y de confrontar la verdad detrás de esa fachada de competencia y transparencia que tanto se promociona desde las altas esferas del deporte.
En este último episodio, el denunciante no es un simple observador, sino un actor de peso dentro del ecosistema del fútbol. Y lo que señala es grave: la manipulación de resultados a través de apuestas ilegales. Esto no es solo una amenaza contra la integridad de la competencia, sino que marca una profunda crisis de confianza en las estructuras del fútbol chileno. El "arreglo de partidos", esa vieja tentación que ha asolado otras ligas en el mundo ha tocado también nuestras puertas, y el problema es que no estamos respondiendo con la urgencia que amerita.
Lo cierto es que las apuestas deportivas ilegales han proliferado sin un control adecuado, generando un caldo de cultivo perfecto para la manipulación de resultados. En Chile, la Polla Gol, las casas de apuestas extranjeras y otras plataformas digitales han creado un ecosistema donde el dinero fluye con una velocidad arrolladora, pero también con una total falta de supervisión. Este vacío reglamentario deja el terreno fértil para que el fútbol deje de ser, literalmente, un deporte de competición para convertirse en un escenario de apuestas, donde cada resultado puede ser manipulado a cambio de grandes sumas de dinero
Hoy, las casas de apuestas, más poderosas que nunca, siguen ejerciendo una influencia desmedida en el fútbol chileno y las autoridades toman palco. Aunque este problema no es exclusivo de Chile, el país no está exento de lo que se ha convertido en una pandemia global. Desde Europa hasta Asia, las apuestas ilegales se han infiltrado en las competiciones deportivas, alimentando el amaño de partidos y la desviación del espíritu competitivo. En algunos casos, la falta de una regulación estricta ha permitido que las casas de apuestas controlen el mercado de los deportes, llegando incluso a manipular los resultados en beneficio de grandes intereses económicos. En Chile, el acceso masivo a plataformas de apuestas online ha creado un mercado donde las líneas entre lo legal y lo ilegal se desdibujan con facilidad. La falta de una legislación más estricta ha permitido que ciertos sectores se enriquezcan con el negocio de las apuestas, y que pese a estar prohibidas, las casas de apuestas auspicien a muchos equipos, incluso a los más grandes y las transmisiones televisivas. Es, por decir lo menos, impactante.
La respuesta a esta permisividad es compleja, pero no difícil de identificar. La dinámica económica del fútbol profesional y las grandes sumas de dinero involucradas en las apuestas han creado un círculo vicioso. Por un lado, los clubes y jugadores enfrentan presiones financieras graves, mientras que, por el otro, las apuestas representan una fuente de ingresos potencialmente lucrativa. Es aquí donde entra el problema: las autoridades futbolísticas no están dispuestas a poner en riesgo el negocio de las apuestas, especialmente cuando muchos de los clubes más poderosos dependen de ellas. Un negocio que no es lícito. Que no está permitido. Tan prohibido como el narcotráfico, pero sin sanciones penales severas.
Sin embargo, esta actitud permisiva y esta falta de regulación no solo exponen a los clubes y a los jugadores, sino que perjudican gravemente a los aficionados y a la integridad de la competencia. ¿Qué confianza puede tener el hincha cuando se sabe que los resultados de los partidos pueden estar siendo manipulados por intereses ajenos a la competencia deportiva?
Frente a este panorama, es urgente que las autoridades futbolísticas y los legisladores se pongan de acuerdo para implementar una reforma estructural que regule las apuestas deportivas de manera más estricta y transparente. Ha llegado el momento de tomar partido en serio.
Yo, apuesto por el fútbol.





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