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Domingo, 29 de Junio de 2025
[Revisión del VAR]

Aquí vamos de nuevo…

Roberto Rabi González (*)

"En suma, existe bastante consenso en cuanto a los males y debilidades de la liga chilena; lo que llama la atención es que no se hayan tomado medidas potentes tendientes a mejorar la calidad del espectáculo, y que comencemos, una vez más, la 'Chilean Premiere League' esperando mejores resultados, pero, contrariando el ya tradicional refrán, haciendo más de lo mismo".

Hace algunas horas, en una fecha marcada por los triunfos de los equipos grandes, comenzó el Campeonato Nacional de Fútbol Chileno 2025, cuyo nombre oficial es Liga de Primera Itaú. El puntapié inicial fue el viernes 14 de febrero en el Estadio Tierra de Campeones, en el partido en que los locales cayeron frente al siempre peligroso equipo Pirata de Coquimbo Unido. 

Constantemente hemos reclamado sobre la paupérrima calidad que el campeonato ha mostrado los últimos años. En efecto, en los rankings que confecciona la IFFHS, nuestra liga oficial de primera división, que, en los años 90 del siglo pasado llegó a figurar como la novena mejor del orbe (1992, 1994 y 1999; y hasta 1995, solo por debajo de Brasil y Argentina entre los países de la Conmebol) en las dos últimas mediciones, correspondientes a los años 2023 y 2024, figuró en el lugar número 37, superando únicamente a Bolivia y Venezuela en el plano regional. A lo que debemos agregar falta de seriedad de los organizadores y participantes que suelen ser bastante poco fieles a las fechas y recintos agendados para el juego de los encuentros. Sumemos constantes problemas de seguridad, accesos y comodidades en los recintos, y en definitiva bastante envidia nos da constatar el atractivo de las ligas más espectaculares y de las que, no siéndolo tanto, nos dan razones para ir a ver los partidos y seguir su curso con cierta devoción.

Como contrapartida, las entradas a los partidos, en general y en promedio, tienen los precios más elevados de los países de la Conmebol. Dicho en términos economicistas -esto es, de acuerdo con el enfoque que predomina en nuestra sociedad actual para enfrentar y analizar el fenómeno futbolístico- el producto es muy caro y muy malo.

Cuesta entonces entusiasmarse de cara a lo que promete nuestra Liga, en una  temporada, en que nuevamente 16 equipos competirán en un formato de todos contra todos, disputando 30 fechas a lo largo del año; formato que ya parece en cierto modo afianzado, por lo menos desde hace un par de años, y que, si revisamos la historia, parece el más corriente.  Corriente en la medida que suele ser más popular porque tiende a garantizar de mejor manera la justicia deportiva. Pero, a diferencia de los torneos cortos (y con mayor razón si son con playoffs) que tienden a captar necesariamente la atención de los futboleros hasta el último partido, existe en los torneos largos siempre el riesgo de que un equipo logre una ventaja inalcanzable y el campeonato termine siendo un somnífero.

Si tratamos de escarbar un poco más profundo, podemos identificar varios factores que se traducen, en lo estrictamente futbolístico, en la mala imagen de nuestra liga. 

En primer lugar, se trata de una liga en que las diferencias entre los equipos grandes y el resto, es enorme. En cuanto presupuesto y plantel.  Por lo que es difícil esperar que varios equipos distintos de Colo-Colo y las Universidades, jueguen un rol protagónico en el Campeonato. Sin embargo, de un problema como ese se hacen cargo con bastante decencia torneos como el español, el escocés, el alemán y el uruguayo.  Lo realmente complicado es que aquellos equipos estelares de nuestro país no tienen actualmente tampoco grandes figuras en sus mejores condiciones, sino una mezcla de promesas, algunos jugadores de calidad media y varias figuras del pasado que sorprendentemente aún son indiscutidos en los respectivos planteles.

Además, no existen entrenadores revolucionarios de la pizarra, sino que, en general basan los buenos desempeños que obtienen (cuando los obtienen), en esquemas variables en función del rival, la carga de partidos y los problemas físicos de sus respectivos jugadores imprescindibles. 

Así, y muy relacionado con lo anterior, los períodos en que varios de los equipos que participan en la liga deben armonizar dicha exigencia con su desempeño en torneos internacionales, los que generalmente priorizan por razones económicas, suelen estar plagados de inconsistencias y resultados sorprendentes. Lo que evidentemente no habla bien de nuestro torneo criollo.

Además, el rol  que han cumplido los equipos que recientemente han logrado un cupo en el campeonato por primera vez en su existencia, ha sido verdaderamente paupérrimo. Revise usted en la red lo que fueron las participaciones de Copiapó, Barnechea, Curicó Unido, Puerto Montt, Melipilla y, algo menos decepcionante, Universidad de Concepción. Pero siendo estrictos, el último equipo nuevo que se integró para quedarse y tener constantes desempeños un poco más que intrascendentes e incluso ganó un campeonato el año 2015, fue Cobresal, que debutó en primera en 1984. Perdonándole que desde esa fecha ha descendido cuatro veces. Este año es el turno de Deportes Limache y, sin ánimo de menospreciarlo, ¿alguien tiene fe en que tenga un buen desempeño sostenido en el tiempo?

En suma, existe bastante consenso en cuanto a los males y debilidades de la liga chilena; lo que llama la atención es que no se hayan tomado medidas potentes tendientes a mejorar la calidad del espectáculo, y que comencemos, una vez más, la 'Chilean Premiere League' esperando mejores resultados, pero, contrariando el ya tradicional refrán, haciendo más de lo mismo.

Veamos si, por esas cosas del destino, puede caer alguna sorpresa agradable.

(*) Roberto Rabi González es escritor, abogado de la Universidad de Chile, profesor de Derecho Procesal y Penal e investigador de la Asociación de Investigadores del Fútbol Chileno (ASIFUCH).

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El gatopardo es el enemigo de los ciudadanos comunes y corrientes, en nuestro país, pero el regalòn de muchas instituciones, tanto particulares, como estatales. Yo no le llamo fútbol profesional, le llamo fútbol rentado., porque se cae, principalmente, en las emociones de muchas personas.

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