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Lunes, 4 de Agosto de 2025
[Una voz en la ciudad]

Asskha

Terencio

“Con Asskha Sumathra volví a sentir eso mismo. Porque su capacidad de hacer una talla de cualquier cosa con el público de la comunidad LGBT+ que va al Contramano de lo que se registran decenas de videos en YouTube es realmente asombrosa. Da la impresión de que Asskha siempre estuviera improvisando. Es rápida, certera, con una capacidad de observación impresionante, absolutamente subida de tono, y me ha sacado, como ya dije, innumerables carcajadas”.

El otro día tuve una reunión con una periodista chilena avecindada en Argentina, por un tema de cobertura de un libro que yo había escrito para quizá publicarse en el Página 12. A boca de jarro me comentó, “me sorprende muchísimo la cantidad de hombres tomados de la mano que veo por las calles acá en Santiago, es mucho más común que en Buenos Aires”. Yo asentí, contándole que lo que yo veía, no solo en los grupos curso a los que les hago clases en distintas universidades, sino que mucho más allá de ellos, que la comunidad LGBTTTIQA+ se ha ido visibilizando cada vez de manera más intensa.

En los últimos meses he hecho muy buenas migas con una pareja de caballeros como de mi edad que se autodenominan como “parte de la comunidad”. Cada café que compartimos da pie a una tracalada de relatos, historias, anécdotas de dicha comunidad, de las que yo no sabía hasta ahora absolutamente nada.

Entonces, una buena tarde hace solo un par de meses, me preguntaron, “¿conoces a Asskha Sumathra?”. Les contesté que no tenía idea. Me contaron entonces que ella era una Drag Queen que hacía stand up comedy, que tenía un par de canales en Youtube y que solía presentarse a sí misma como La Reina del Café Concert. Y que sus show en el Contramano, un local LGBT+ en Bellavista, rebosaban de público.

Así que estos mis amigos me obligaron a ver en Internet uno de sus espectáculos y en la noche le puse play a uno de ellos que me habían recomendado.

Mi señora al día siguiente me dijo, “¿de qué te reías tanto anoche?, no me dejaste dormir”. Es que realmente Asskha me había sacado carcajadas, onda de revolcarse en el piso.

Entonces me acordé de una historia similar con los otros comediantes con los que más me he reído en mi vida.

Se llamaban Pilita y Merendina y actuaban como payasos en las escaleras del Portal Álamos en Viña. Los debo de haber visto en 1988 ó 1989. Sus chistes eran demasiado subidos de tono para los niños que los iban a ver en las heladas noches viñamarinas. Por eso Paul Vásquez y Mauricio Medina optaron por sacarse los disfraces y crear al Flaco y al Indio a inicios de la década de los noventa. En 1993 con unos amigos vi su película Cementerio Pa’l Pito, y reparé en una cosa. Ese mismo semestre había tenido el curso de Literatura General II que incluía el teatro renacentista. En varias de las sesiones del ramo se nos explicaron las características de una de las tradiciones teatrales más importantes de la época: la Commedia dell’Arte, donde un conjunto de recursos que se usaban para el humor eran los Lazzi. Había Lazzi de diferentes tipos: orales, gestuales o físicos (la slapstick comedy); orientados siempre a causar la risa de los espectadores y la apreciación del arte de sus ejecutores. En el curso se nos enseñaron numerosos tipos de Lazzi que coincidían casi a la perfección con las rutinas estereotipadas del Flaco, como las clásicas: “mi mamá me los compró” o “golpes iban, golpes venían”. 

En el verano de 1994, mientras carreteaba una madrugada en una de las schoperías del Portal Álamos llegaron el Flaco y el Indio, seguidos por sus ayudantes y se pusieron, al calor de unos schop, a contar las monedas generadas por su reciente actuación en la plaza de Villanelo con la Calle Valparaíso. Era mucha plata para la época: estimo que unos 70 u 80 mil pesos. Me acerqué y les pregunté si podía entrevistarlos. Sí, al día siguiente, antes de la actuación.

Llegué como a las 21:00. Los Dinamita Show se tomaron su tiempo para besar guaguas, conversar con la gente y firmar muchos autógrafos. Les conté de la Commedia dell’Arte y de los Lazzi. Me respondieron que no sabían, que ellos venían de familias de payasos y que nunca habían escuchado de este tipo de teatro, aunque sus rutinas tenían mucho seso detrás, siguiendo las nociones del cómico y el comediante. En 1995 ya era vox populi entre los viandantes de la Calle Valparaíso que debían ir al Festival, y de hecho yo mismo me los volví a topar en el Kumey de la llamada Zona Cero de Viña justo cuando por la tele del local estaban pasando el Festival, y les dije, “un día van a estar ahí”. Llegaron en 1996 y el cuento es conocido.

Con Asskha Sumathra volví a sentir eso mismo.

Porque su capacidad de hacer una talla de cualquier cosa con el público de la comunidad LGBT+ que va al Contramano de lo que se registran decenas de videos en YouTube es realmente asombrosa. Da la impresión de que Asskha siempre estuviera improvisando. Es rápida, certera, con una capacidad de observación impresionante, absolutamente subida de tono, y me ha sacado, como ya dije, innumerables carcajadas.

Así que creo que un día ella va a saltar al estrellato desde su rincón que es hasta ahora un secreto a voces dentro de la comunidad y la va a descoser.

Ella misma lo dice, entre talla y talla, cada vez que puede: “Yo voy a llegar a la Quinta Vergara... a vender pulseras y cintillos”.

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