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Domingo, 10 de Agosto de 2025
[Interferencia América Latina]

El papa que frenará a Donald Trump

Carel Fleming (desde Washington D.C.)

"Luego durante la ceremonia del funeral del papa Francisco, Trump se estaba durmiendo, y fue el único mandatario en no respetar la vestimenta que requiere el protocolo que es de traje negro con corbata negra. Él fue de traje azul". 

Apenas la Casa Blanca publicó una imagen del presidente norteamericano generada por inteligencia artificial en la que estaba vestido como papa, causó la molestia del Vaticano. La estrategia del empate fue rápida. La elección del nuevo pontífice debía ser alguien que le pusiera freno, un norteamericano y menos conservador. 

Cuando se anunció el nombre del cardenal Robert Prevost como nuevo pontífice, en la Casa Blanca se sintió como un balde de agua fría. Ellos querían un líder conservador y que se arrodillara ante Trump. No fue así, y la culpa fue del propio mal gusto del presidente estadounidense al subir la controversial imagen mofándose del catolicismo. La respuesta a su burla llegó rápida.

“No hay nada inteligente ni gracioso en esta imagen, señor presidente", señaló la Conferencia Católica del Estado de Nueva York acusándolo de burlarse de la fe. "Acabamos de enterrar a nuestro querido papa Francisco y los cardenales están a punto de entrar en un cónclave solemne para elegir a un nuevo sucesor de San Pedro. No se burle de nosotros".

Hasta el cardenal estadounidense Timothy Dolan, opción que Trump quería para suceder al papa Francisco, criticó las burlas del presidente Trump a la iglesia. 

En el Vaticano, días antes de la publicación ya estaban molestos con las palabras de Trump diciéndoles a los periodistas que “me gustaría ser papa".

Luego durante la ceremonia del funeral del papa Francisco, Trump se estaba durmiendo, y fue el único mandatario en no respetar la vestimenta que requiere el protocolo que es de traje negro con corbata negra. Él fue de traje azul. 

En su viaje a Roma, en el avión presidencial los periodistas le preguntaron la razón de haber decidido asistir al funeral del papa Francisco, su respuesta como siempre los dejó sorprendidos y al Vaticano molesto: “Voy como un gesto para agradecer a los católicos norteamericanos que votaron por mí”. 

Todos estos actos de burlas causaron el enojo del Vaticano y sin duda jugó un rol importante para escoger al sucesor del papa Francisco. Debía ser alguien que pueda frenar y que no tema a Trump. Sí o sí un norteamericano y lejos de ser conservador. 

La distancia entre Trump y León XIV es mucha. Trump lo felicitó por ser el primer papa norteamericano. Pero el diario italiano la Repubblica lo tiene más claro al llamarlo “el menos estadounidense de los estadounidenses” refiriéndose a lo moderado del nuevo pontífice.

Comentaristas y periodistas expertos hablaban de que quizás eso sería el motivo de la elección de un norteamericano, pero el Vaticano para ocultar la razón lo niega y aclaran que ellos no votan en base a países ni políticas mundiales. Pero ese viejo discurso es para el mundo de los años sesenta y no para el 2025. Se sabe que el Vaticano no solo actúa por acciones políticas, financieras y hasta judiciales cuando enfrentaron casos por abuso sexual de menores.

Lo que el Vaticano quiere evitar es la humillación que reciben los invitados a la Casa Blanca bajo la administración Maga. No sería apropiado que fuera ya que le criticarían su vestimenta o quizás le tengan de sorpresa una carpeta con antecedentes personales rodeado del gabinete de Trump y recibiendo ataques. 

Las políticas de Trump y las del nuevo papa no durarán mucho en enfrentarse. Un vaticanista riéndose del presidente Trump lo deja claro: “Lo único que no puede hacer Trump contra el nuevo pontífice es prohibirle su ingreso a Estados Unidos y menos deportarlo ya que es ciudadano norteamericano”. 

Aunque la visita del papa Leon XIV a Estados Unidos es muy temprano para pensarla, va a ser observada por muchos como una esperanza de que pueda ser él quien frene a Trump. Quizás Trump le pida que lo canonice en vida. Solo queda llevar a la Casa Blanca un buen rosario, agua bendita y esperar un milagro para que Trump lo respete.



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