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Martes, 19 de Agosto de 2025
Matías de la Fuente

El primo de Lagos que asesora a Evelyn Matthei

Michelle Chapochnick

Tras años de silencio y una absolución judicial que lo reivindicó, el ex jefe de gabinete de Ricardo Lagos vuelve a la política activa como colaborador en la campaña de Evelyn Matthei. Su historia mezcla poder, lealtad, ostracismo y reinvención.

Asesor en las sombras

Unos días después de las primarias, en una oficina del comando de Evelyn Matthei, se encontraron dos viejos protagonistas de la era de la Concertación: Matías de la Fuente Condemarín, ex jefe de gabinete de Ricardo Lagos, y René Cortázar, ex ministro de las carteras de Trabajo y Transporte, hoy parte del equipo económico de la candidata de Chile Vamos. No fue un cruce fortuito. Aquella cita marcó el primer paso visible de un movimiento silencioso: el regreso de De la Fuente a la política activa, esta vez desde un flanco inesperado.

Aunque sin cargo formal en el comando, la huella de Matías de la Fuente se lee en documentos programáticos redactados junto a otros miembros de Amarillos por Chile, como José Pablo Arellano, Ricardo Escobar y el propio René Cortázar. Cercanos lo describen como un asesor “sin nombre”: un consejero que se mueve entre bambalinas, lejos de los focos, pero lo bastante cerca como para influir en decisiones clave.

Su determinación de incorporarse a la campaña de Matthei abrió grietas dentro de Amarillos por Chile —partido que ayudó a fundar, pero en el que no ejerce cargos— y despertó recelo entre antiguos colaboradores de Lagos, incómodos con su acercamiento a la derecha tradicional. “Es más sensato declararse en prescindencia y votar nulo”, comenta uno de ellos. En cambio, De la Fuente lo explica como la forma de “reconstruir el centro político”, en un contexto donde los otros candidatos viables con miras a las presidenciales de noviembre son Jeannette Jara (PC) y José Antonio Kast (Partido Republicano).

Para algunos, el paso no sorprendió. “Siempre fue más conservador que el resto del equipo de La Moneda”, apunta una fuente cercana al exmandatario PPD. Su rol en el grupo “laguistas por el rechazo” durante el proceso constitucional ya había encendido alertas. Ahí trabajó de la mano con Ernesto Ottone y Oscar Guillermo Garretón, entre otros y fue definido como “un articulador clave” por el presidente de Amarillos, Andrés Jouannet. También fue uno de los fundadores del partido, aliado con Cristián Warnken, a quien conocía desde los tiempos de estudiante en la Alianza Francesa.

El elegido de Lagos 

El 17 de enero del 2000, un día después de imponerse a Joaquín Lavín en una reñida segunda vuelta presidencial, Ricardo Lagos eligió almorzar en privado con Matías de la Fuente. “Ese día todos querían estar con él”, recuerda el ingeniero civil industrial. “Pero eligió almorzar conmigo. Conmigo se relaja; hablamos de política, libros y también de cosas personales”.

La confianza no era solo familiar. En la campaña, el primo de Lagos fue el único colaborador que trabajó de forma simultánea en los dos comandos previos a la primera vuelta: el oficial, liderado por Carlos Ominami, y el paralelo, encabezado por Eugenio Tironi para una eventual segunda vuelta. Mientras trabajaba hasta la madrugada en ambos frentes, el equipo original ignoraba la existencia del segundo. Cuando Ominami lo supo, se sintió traicionado. Para entonces, De la Fuente ya sumaba detractores en la esfera pública.

Su vínculo laboral con Lagos había comenzado en 1994, cuando fue nombrado jefe de asesores del ministro de Obras Públicas en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz‑Tagle. Tres años antes, ingresó al sector público como subdirector del Servicio de Impuestos Internos, reclutado por el entonces director Javier Echeverry, antiguo profesor suyo en la Universidad de Chile y con quien mantiene una relación cercana hasta hoy. 

Eran tiempos en que él vivía en Las Condes con sus padres —ingeniero y educadora diferencial respectivamente—, había participado en protestas contra la dictadura y se destacaba por su rendimiento académico, elegancia y galantería. “Siempre tenía alguna polola de turno”, recuerdan quienes lo trataban entonces.

Al principio se cruzaban solo en reuniones familiares esporádicas, pero la confianza se fue afianzando. “Lo veía como el ‘pater familias’”, dice el ex director del Metro, quien asegura haber mantenido siempre un estrecho vínculo con Luisa Durán: “Es como mi segunda mamá”.

En el MOP, Lagos y De la Fuente impulsaron el sistema de concesiones y otros proyectos emblemáticos. En 2000 llegó a La Moneda como jefe de gabinete del presidente. “Lagos confiaba en él porque era familia y un profesional pragmático”, afirman ex funcionarios, que lo describen como eficiente y brillante en lo técnico, pero con carencias en manejo político. “Obedecía casi a la caricatura del ingeniero”, señalan, aludiendo a fricciones con otros asesores.

Su estilo personal tampoco encajaba en ciertos sectores de izquierda: llegaba en Harley‑Davidson, coleccionaba autos antiguos, practicaba snowboard y guardaba una lancha en Tunquén. Dirigentes como Camilo Escalona lo consideraban “cuico” y ajeno a los códigos de la izquierda tradicional.

Incluso en su entorno privado despertaba recelos: su segunda esposa, madre de sus dos hijos, había estado casada con un amigo del colegio, y varias de sus relaciones previas también fueron con ex parejas de amigos.

La caída: el caso MOP-Gate

Su cercanía con el jefe de Estado lo convirtió en blanco del caso MOP-Gate, uno de los mayores escándalos de corrupción en Chile. En 2003, se reveló el pago de sobresueldos mediante contratos irregulares en el Ministerio de Obras Públicas. De la Fuente fue procesado por cinco contratos con M&P Délano Consultores entre 1997 y 1998, por un total de 120 millones de pesos. Aunque fue condenado inicialmente, la Corte Suprema lo absolvió en 2012 por falta de pruebas.

“Era una persecución contra Lagos”, afirma el ingeniero. “Me presionaron para que apoyara una ley de amnistía sobre los sobresueldos. Como me negué, me amenazaron. Me dijeron que me iba a arrepentir. Esas mismas personas estuvieron, más tarde, detrás de las acusaciones y procesamiento”.

En la misma línea, el entonces ministro Jaime Ravinet dice: “Matías no era responsable, pero ese capítulo permitió transparentar los sobresueldos y llegar al acuerdo Lagos-Longueira para terminar con esa práctica”.

Sus cercanos señalan que su explícita cercanía con el jefe de Estado explica, en gran medida, que fuera procesado. “Era una persecución contra el entonces jefe de Estado, que buscaba desestabilizar su gobierno y apuntar a su familiar era como llegar al corazón de Lagos”.  En sintonía, De la fuente asegura: “El primo corrupto del presidente tenía todos los elementos necesarios para colocar un manto de dudas sobre el mandatario y su núcleo familiar”, en circunstancias que además de él varios de ese grupo trabajaban en la administración, como su hijo Ricardo Lagos Weber, su cuñado Pedro Durán y su yerno Gonzalo Rivas.

Pasó tres días en la cárcel anexo Capuchinos. Lo visitaron figuras como Marco Enríquez-Ominami, Fernando Bustamante (presidente del Metro) y su amigo de la universidad Andrés Wiener. Fueron siete años de procesamiento, con consecuencias devastadoras. “Perdí todo. Me endeudé. Nadie quería hacer negocios conmigo”, recuerda. Su empresa de chocolates Wereld Australia quebró. Según Wiener, “le quitaron todo, incluso lo que tenía en Holanda”.

Sobrevivió gracias al trabajo de su esposa como parvularia en la Alianza Francesa, donde sus hijos estudiaron gratis. Hacía trabajos esporádicos hasta que en 2009 consiguió empleo como vendedor. Algunos aseguran que la familia de su esposa lo apoyó económicamente, aunque él lo niega.

“Cuando caminaba por la calle, la gente cruzaba para no saludarme. Me preguntaban si era el procesado y cancelaban negocios”, relata. Lo sostuvo el apoyo de sus padres, su hermana —casada con el actual ministro Jaime Pizarro— y amigos del laguismo como Marco Colodro, Sergio Solís y Ernesto Ottone.

Su matrimonio no sobrevivió a la crisis. “No fue el apoyo que esperaba”, admite.

Hoy en perspectiva, dice que a pesar del gran golpe que implicó y que “nunca ha metido las manos”, son cosas que “pueden pasar cuando eres funcionario de un gobierno, porque estás sometido a un escrutinio público”.

La reinvención del ingeniero 

Tras su absolución en 2012, Lagos no tardó en respaldarlo: “Le deben y le debemos todos una excusa”, declaró en Radio Cooperativa. Todo indica que la relación entre ambos se mantuvo incólume.

Durante el gobierno de Bachelet, el ex jefe de gabinete fue parte de los llamados “viudos de Lagos”, que se reunían en ocasiones en el restaurante Fulano, Zutano y Mengano, del que luego fue socio junto a su abogado Jorge Bofill y Sergio Solis.

Desde entonces, cada martes comparte el almuerzo con el ex presidente y su círculo íntimo —Garretón, Ottone, Sergio Solís—, y ha sido apoyo logístico y emocional en la transición de Lagos a una vida más privada. En particular, en el paso desde su fundación a una oficina de ex presidente, en el mismo edificio donde De la Fuente tiene la suya, en calle La Concepción. “Lo ha ayudado en términos prácticos —como en la grabación en que Lagos anunció la noticia—, a achicarse y retirarse a una vida menos pública”, cuentan familiares. Con su estilo pragmático, él mismo dijo en El Mercurio que era muy lúcido dar ese paso y que “es lo que hay que hacer cuando uno es viejo”.

Su sociedad con Sergio Solís, histórico financista de Lagos, también lo llevó de vuelta a la ingeniería, con proyectos y empresas compartidas. Además del restaurante, ya en el Patio Bellavista, son socios en la empresa logística Pentacrom S.A., de la que De la Fuente es gerente.

Hoy, casado por tercera vez con Paulina —tocaya de su anterior esposa—, diseñadora, se declara feliz. Sus hijos han estudiado en el extranjero: Matías volvió de Francia y Macarena está cursado sus estudios en España. Sin embargo, su regreso a la política como colaborador de Evelyn Matthei genera desconcierto. Para algunos es una apuesta por el centro, para otros una contradicción ideológica con fines personales.

Asegura que no aceptaría un cargo en un eventual gobierno de Matthei, aunque confía en que la ex ministra pasará a segunda vuelta y ganará. “Mi único objetivo es aportar al país”, afirma. Entre conocidos, no obstante, persiste la duda: ¿por qué volver a la política si no es político y su paso anterior le costó tan caro? Los más escépticos creen que busca posicionarse como asesor en un eventual gobierno de derecha o cultivar vínculos empresariales con la campaña y una futura administración. Volver a la primera línea parece difícil, pero no está del todo descartado.



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