Este domingo se desarrollaron las elecciones parlamentarias en España que,- y como país que mantiene un sistema parlamentario-, definirían no sólo a quienes compondrán el Congreso, sino también a quien presidirá el próximo Gobierno español. Y aunque todas las encuestas favorecían a la oposición, de derecha, en especial al Partido Popular (PP) y a Vox, partido de extrema derecha, la centro izquierda logró detener el avance de la derecha. Quizás la palabra que mejor podría definir el resultado de este fin de semana es “incertidumbre”.
Con un 99,9% de las mesas escrutadas y una participación del 70,4%,- levemente mayor a las últimas elecciones de noviembre del 2019, cuando fue de un 66,2%- , los resultados no dejan una mayoría absoluta y a pesar de que la derecha (si se suman los resultados del PP y de Vox) obtuvieron más escaños que el Partido Socialista Obrero Español y Sumar (los partidos de la centro izquierda), ninguno alcanza el número mágico de 176 escaños, que es la mayoría para lograr imponer un presidente.
Las encuestas auguraban un triunfo aplastante del PP, que soñaba con gobernar ni siquiera en coalición con Vox, o al menos, así había enfocado su campaña, liderada por el presidente de su partido y candidato presidencial Alberto Núñez Feijóo.
Es así como el PP obtuvo 136 escaños, 47 más que el 2019; el PSOE, 122 escaños, dos más que en 2019; Vox, 33 escaños, 19 menos que hace cuatro años; Sumar, coalición de izquierda que agrupa a partidos como Podemos, alcanzó 31 escaños; el resto de los escaños se fueron a otros partidos independentistas ligados a zonas específicas de España, como Junts, de Cataluña. Ante este escenario en que ninguna coalición, ya sea la derecha con el PP y Vox, ni el PSOE con Sumar, alcanza los 176 escaños para gobernar, serán éstos últimos partidos más pequeños y locales los que tendrán la llave para negociar y poder dar sus votos al Gobierno.
Las encuestas auguraban un triunfo aplastante del PP, que soñaba con gobernar ni siquiera en coalición con Vox, o al menos, así había enfocado su campaña, liderada por el presidente de su partido y candidato presidencial Alberto Núñez Feijóo. Pero esta meta no se logró, en parte por la campaña liderada por el PSOE y Sumar, con fuerte enfoque al voto antifascista, en medio de una Europa donde la extrema derecha avanza. Y algo de esto sí se logró, ya que muchos ven como un mérito de la izquierda este freno a la derecha y la rotunda debilidad con que queda Vox, bajando la cantidad de escaños, quienes aparecen como los grandes perdedores de la jornada.
“Una resistencia de la izquierda muy superior a la esperada, con un PSOE que contra todo pronóstico mejora ampliamente sus resultados de 2019, ha dejado a Alberto Núñez Feijóo con una victoria tan ajustada que ni siquiera suma con Vox, UPN y Coalición Canaria”, escribe en su nota principal El País de España.
Mientras que Vox disminuyó fuertemente su apoyo en todo el país, Sumar, la nueva fuerza de izquierda de líderes que vienen de Podemos, comunistas y otros partidos de izquierda españoles, irrumpió con 31 escaños, levemente más bajo que los 35 que había sacado Podemos en 2019. Esta irrupción le da fuerzas para negociar con el PSOE y con su líder, el actual mandatario Pedro Sánchez, en caso de poder alcanzar los votos necesarios. Una aspiración que Sánchez dejó entrever durante su discurso de la noche del domingo.
“El bloque involucionista ha fracasado. Son más los españoles que quieren que España avance y así va a seguir siendo”, exclamó Sánchez, dando a entender que apostará por la continuidad de su Gobierno.
En este escenario, Sánchez corre con ventaja, ya que tiene experiencia en negociar el liderazgo de un Gobierno de acuerdos, como hizo en 2019. Además, no deja de ser meritorio su ojo político a la hora de llamar a elecciones en mayo de este año, cuando el escenario para el PSOE era desastroso.
En tanto, Feijóo también intentará negociar un pacto que le permita los votos en el parlamento para gobernar, aunque sabe que lo tiene más difícil con los partidos pequeños e independentistas, que son clave para cualquier triunfo en el Congreso. Por ello, en su discurso de anoche apeló a reconocer el triunfo del PP como el partido más votado, una lógica que ya no tiene tanto peso a la hora de decidir el futuro mandatario.
“Mi obligación es abrir el diálogo para intentar gobernar nuestro país de acuerdo con la victoria electoral”, señaló Feijóo.
En caso de que ni Feijóo ni Sánchez logren los acuerdos necesarios para elegir nuevo presidente en las próximas semanas, se abre la posibilidad de hacer nuevas elecciones.
En este escenario, Sánchez corre con ventaja, ya que tiene experiencia en negociar el liderazgo de un Gobierno de acuerdos, como ya lo hizo en 2019, cuando la conclusión política de esos años fue que el bipartidismo ya no se sostenía como antes y era necesario negociar con otros partidos, ya sea desde la izquierda, como de la derecha. Además, no deja de ser meritorio su ojo político a la hora de llamar a elecciones en mayo de este año, cuando el escenario para el PSOE era desastroso. Tras las elecciones en comunidades autónomas ese mes, el PSOE pasó de gobernar nueve comunidades autónomas, a gobernar tres. Mientras que en las elecciones municipales, ese mismo día, el PP y Vox lograron grandes triunfos en las principales ciudades del país, dejando al primero como el partido más votado.
“He tomado esta decisión a la vista de los resultados de las elecciones autonómicas y municipales. Muchos presidentes y alcaldes socialistas con gestiones impecables se van a ver desplazados, incluso a pesar de ver aumentado su apoyo. Esas instituciones pasarán a ser gobernadas por el PP y Vox. El sentido del voto traslada un mensaje que va más allá. Asumo en primera persona los resultados y creo necesario dar una respuesta y someter nuestro mandato a la voluntad popular”, afirmó en esa ocasión Sánchez.
Es así como Barcelona se posiciona como una de las ciudades insignes de la izquierda, que suma allí 22 escaños (PSOE, Sumar y ERC), mientras que la derecha apenas alcanza 7 escaños.
Finalmente, lo que se auguraba como una derrota, terminó afirmando el liderazgo de Sánchez, quien en 2019 escribió un libro que podría transformarse en su lema: Manual de Resistencia.
Ahora, esta capacidad de resistencia se pondrá a prueba nuevamente, cuando tenga que negociar con los partidos autonomistas y otros más pequeños para ganar sus votos en pro de la continuidad de su Gobierno.
Las principales ciudades
En la provincia de Madrid, ciudad capital de España, el PP se impuso por sobre el PSOE con 15 escaños, mientras el PSOE sacó 11 escaños, mientras que Sumar obtuvo 6 escaños y Vox 5 escaños, lo que deja de todas formas a la derecha con ventaja por sobre la coalición de centro izquierda.
En Barcelona, el PSOE se impuso con 13 escaños, seguidos por Sumar, que obtuvo 5 escaños, igual número de escaños que obtuvo el PP en dicha provincia. Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) obtuvo 4 escaños, seguidos por Junts, que obtuvo 3 y Vox, con 2 escaños. Es así como Barcelona se posiciona como una de las ciudades insignes de la izquierda, que suma allí 22 escaños (PSOE, Sumar y ERC), mientras que la derecha apenas alcanza 7 escaños.
Valencia, la tercera provincia con más escaños, eligió a 6 diputados del PP, a 5 del PSOE, 3 de Sumar y 2 de Vox, lo que deja en partes iguales a la izquierda y a la derecha, mostrando la polarización que vive la sociedad española actual.
En tanto, en Málaga, donde se disputaban 11 escaños, el PP fue primera mayoría con 5 diputados, seguidos por el PSOE con 3 escaños, Vox con 2 y Sumar con 1.
En Alicante, donde estaban en disputa 12 escaños, 5 de ellos fueron al PP, 4 al PSOE, 2 a Vox y 1 a Sumar, dejando con ventaja a la derecha.
En Sevilla, también con 12 escaños, se impuso el PSOE con 5 diputados, mientras que el PP sacó 4 diputados, Sumar 2 y Vox 1 diputado, entregando la ventaja a Sánchez y a la izquierda.
En tanto, en Málaga, donde se disputaban 11 escaños, el PP fue primera mayoría con 5 diputados, seguidos por el PSOE con 3 escaños, Vox con 2 y Sumar con 1.
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