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Lunes, 4 de Agosto de 2025
[Sábados de streaming]

George Carlin – el sueño americano: La paradoja del profeta (y del intelectual público)

Juan Pablo Vilches

Cinco décadas de evolución política y mediática de EE. UU. son el espejo de la vida y obra de este comediante, poeta e intelectual que participa activamente en el debate público pese a que lleva casi 15 años muerto.

Los profetas están condenados a –entre muchas otras cosas– acertar y fallar siempre. Se granjean la antipatía de sus compatriotas al declamar verdades que nadie quiere escuchar y vaticinar males que nadie quiere imaginar para que cambien las conductas y las costumbres a las que nadie quiere renunciar. Si las personas les hacen caso y abandonan el pecado, los presagios nefastos no se cumplen; es decir, el profeta acierta, pero falla. Si las personas perseveran en el mal, los presagios nefastos sí se cumplen; es decir, el profeta falla, pero acierta.

Hay una poderosa secuencia del documental George Carlin – el sueño americano (Judd Apatow y Michael Bonfiglio, 2022) con algunas imágenes de los hechos más traumáticos que ha vivido la democracia estadounidense en los últimos años, mientras se escucha la voz de Carlin interpretando líneas escogidas sus rutinas clásicas. La secuencia es vertiginosa por la sucesión de imágenes; densa por la relación entre los hechos y los chistes del comediante; y dramática por la música in crescendo hasta llegar a un súbito silencio, roto por la famosa cita de Carlin sobre EE. UU. y que da el título a este documental: “Le llaman el sueño americano, porque debes estar dormido para creer en él”.

El documental que nos ocupa cubre la vida completa de Carlin, con foco en las cinco décadas en que este comediante neoyorquino cambió unas cuantas veces de piel para ir con los tiempos que le tocaron.

La secuencia en cuestión deja en claro que Carlin acertó y falló, a lo grande. Y este documental biográfico se propone explicar cómo este comediante logró asemejarse a un profeta, llegando a una perfección en su arte que le permitió capturar el fondo de las cosas, ese fondo que cambia tan lento, que sus rutinas de hace décadas siguen pareciendo actuales. Tanto, que son reiteradamente citadas en las redes para referirse a lo que sea, incluyendo la reciente revocación de Roe vs. Wade, por ejemplo.

El documental que nos ocupa cubre la vida completa de Carlin, con foco en las cinco décadas en que este comediante neoyorquino cambió unas cuantas veces de piel para ir con los tiempos que le tocaron. Por ello, su estructura es perfectamente cronológica, pero hilvanada con tres cuerdas para seguir su evolución: como comediante; como esposo y padre; y como figura política y contracultural, con (muchas) drogas y (aún más) garabatos incluidos.

Afortunadamente, las tres cuerdas son bastante armónicas en cuanto al interés que pueden despertar. La relativa a su vida familiar se sostiene principalmente por material de archivo familiar y por el testimonio de Kelly Carlin, única hija del comediante con su primera esposa, Brenda, y co-productora del documental. 

Los recuerdos de Kelly, las grabaciones caseras de Carlin e imágenes también caseras reconstruyen la montaña rusa emocional de ese matrimonio, en especial cuando se entrometieron la drogadicción de él (cocaína y Vicodin, principalmente) y el alcoholismo de ella, durante buena parte de las décadas de los 70 y 80. 

El infierno/cielo construido por George y Brenda salta de la pantalla y se toma la película como una verdad indesmentible, por el hecho de confesar lo que suele ser inconfesable.

El documental estadounidense estándar suele ser un vehículo bastante bien construido –y hasta ameno– para transmitir información, pero también suele emotivamente plano; donde queda la sensación de que algo se perdió en el camino y que la historia y el material daban para más. Este no es el caso. El infierno/cielo construido por George y Brenda salta de la pantalla y se toma la película como una verdad indesmentible, por el hecho de confesar lo que suele ser inconfesable.

La cuerda destinada a su oficio de comediante también es sumamente interesante. Aparte de Kelly y los representantes y agentes que trabajaron con Carlin, los entrevistados son casi todos comediantes. De los mejores entre los que hoy viven o están activos: Stephen Colbert, Jon Stewart, Jerry Seinfeld y Chris Rock, entre muchos otros, no solo dan el esperable testimonio acerca del impacto de Carlin en su vocación y definición como artistas, sino que realizan interesantes apuntes técnicos acerca de la precisión de las palabras utilizadas –insuperable hasta hoy– y de la modulación de su ronca voz para lograr el efecto deseado, y que no hizo sino mejorar.

El estricto orden cronológico en que se estructura el documental permite que este dé cuenta de la evolución en su estilo de comedia y en la persona pública que lo sostenía. En los sesenta, era un comediante irreverente pero convencional, vestido de chaqueta y corbata, que asistía regularmente a programas de televisión para un público de chaqueta y corbata. 

A fines de los 60 decide presentarse como un individuo contracultural, vistiéndose como tal y cuestionando aspectos tan cotidianos y obvios como las palabras admisibles y prohibidas dentro del medio cultural y su subconjunto mediático. Con ese gesto, inicialmente redujo sus ingresos en un 80% pero se convirtió pronto en una leyenda, al punto de ser el artista invitado del primer episodio de Saturday Night Live. 

Las drogas, el agotamiento de sus disquisiciones lingüísticas y la inminente represalia conservadora encabezada por Reagan, parecían expulsarlo del mundo, pero… se reinventó de nuevo como un comentarista político y cultural cada vez más ácido, y cuyo lugar siguieron siendo las pequeñas salas de comedia, además de un incipiente medio que le dio el aire que necesitaba: los especiales de HBO. 

Respecto de esta etapa, Chris Rock reflexionó acerca del rol de los comediantes como los filósofos contemporáneos, aunque tal vez el término más preciso sea el de intelectuales públicos. El propio Carlin, Richard Pryor, Dave Chappelle, Ricky Gervais o Hannah Gadsby, entre otros, han alcanzado algo parecido a ese estatus refiriéndose a temas serios a punta de chistes y sarcasmos, lo que los ha distinguido de sus colegas y ha ampliado el alcance de sus reflexiones. 

Sin embargo –y el documental se anota un punto con esto– el propio Seinfeld dice al respecto que nunca ha cambiado de opinión por lo que diga un comediante sobre un escenario. Carlin tampoco pudo hacerlo, al menos no a una escala que hiciera una diferencia. 

La secuencia de desastres mencionada al principio, vista a la luz de la evolución de su vida y su obra, hace pensar que, más que la paradoja del profeta, Carlin sufrió la de los comediantes que buscan influir en la vida pública: era demasiado gracioso como para que sus advertencias fueran tomadas en serio.

Acerca de…

Título original: George Carlin’s American Dream (2020-2022)
Nacionalidad: EE. UU.
Dirigido por: Judd Apatow y Michael Bonfiglio 
Duración: Dos episodios de 1 h 50 minutos cada uno 
Se puede ver en: HBO Max

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