Todos somos generales después de la batalla asegura mi amiga Agatina. Los ‘fachos pobres’, que tanto desprecian los burgueses progresistas de la Plaza Ñuñoa, son, me dice, los culpables de la derrota cultural de la izquierda chilena.
Me hace sentido. Y recuerdo, ahora, las palabras del anarquista ruso Bakunin a fines del siglo 19: “El pueblo, desgraciadamente, es todavía muy ignorante; y es mantenido en su ignorancia por los esfuerzos sistemáticos de todos los gobiernos, que consideran esa ignorancia, no sin razón, como una de las condiciones más esenciales de su propia potencia. Aplastado por su trabajo cotidiano, privado de ocio, de comercio intelectual, de lectura, en fin, de casi todos los medios y de una buena parte de los estimulantes que desarrollan la reflexión en los hombres, el pueblo acepta muy a menudo sin crítica (…) las tradiciones”.
Bakunin, de origen noble pero inconformista y revolucionario hasta el final (fue quién más se opuso a Carlos Marx en la Primera Internacional Comunista en 1864), aseguraba hace casi 160 años, que sólo había tres medios para salir de la crisis social de la época. “No hay más que tres medios, dos de ellos ilusorios y el tercero real”, afirmó el ruso. “Los dos primeros son el burdel y la iglesia, el libertinaje del cuerpo y el libertinaje del alma; el tercero es la revolución social”.
En medio del desplome cultural e ideológico de la izquierda occidental, tal vez sea hora de volver a precursores del siglo antepasado. El anarquismo de fines del siglo 19 e inicios del siglo 20 sospechaba del marxismo por otorgar un rol supremo al Estado, frente a la idea de organización comunitaria de los anarquistas.
Mientras las corrientes marxistas buscaban derrotar el capitalismo mediante la ‘dictadura del proletariado’, los anarquistas aspiraban a prescindir del Estado y organizar al pueblo en comunidades auto-sustentables.
Mi amiga Agatina, cuyos padres son medios hippies y libertarios, me confiesa ser ‘anarquista’ en el sentido histórico de la palabra. En la confusión e indefinición ideológica actual, el anarquismo histórico -no el de los Okupas y los Punkies o de los Sex Pistols- tal vez sí tenga alguna oportunidad de incidir en la política.
O tal vez no. Pero, “never mind the bollocks”.
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Bakunin y Marx trabajaron
Señor Jesús, Marx y Bakunin
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