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Miércoles, 6 de Agosto de 2025
Especial (3° Parte):

Historia del Movilh: La lucha por despenalizar la sodomía

Mauricio Becerra

El primer objetivo que se propuso el movimiento GLBT en Chile fue despenalizar la sodomía. Un primer fracaso fue revertido por una inesperada ayuda: el TLC con la Unión Europea. Cual pitonisos, los parlamentarios de derecha argumentaron que tras la despenalización, se venía el matrimonio y la adopción de niños. Contra todo pronóstico, fue su sector en el gobierno que a regañadientes aprobó las principales leyes del movimiento gay chileno.

Desde la primera reunión en la Corporación de Prevención del SIDA en 1991, quienes integrarían el Movilh concibieron como su primer objetivo la derogación del Artículo 365 del Código Penal. Dicho blanco les permitió dar un contenido concreto a su lucha en el ámbito político. 

“Entre 1994 y 1998 se pasó por distintas etapas, con avances y retrocesos. Los parlamentarios postergaban y dilataban las discusiones y todo acabó con un debate en el pleno en 1997 en donde se rechazó la despenalización”, cuenta Sánchez.

Carlos Sánchez, quien trabajaba en la Corporación de Derechos Humanos (Codepu), y a partir de 1994 se integró al Movilh, cuenta que para dar esa pelea “se formó un equipo para desarrollar una campaña de sensibilización. El principal obstáculo para despenalizar la sodomía era que teníamos que convencer a los parlamentarios”.

Por aquellos años el Movilh, principalmente a través de Rolando Jiménez, se había ido acercando a algunos parlamentarios del PPD y socialistas, quienes acogieron el planteamiento por la derogación del Art. 365, lo que acabó siendo impulsado por diez diputados. 

“Entre 1994 y 1998 se pasó por distintas etapas, con avances y retrocesos. Los parlamentarios postergaban y dilataban las discusiones y todo acabó con un debate en el pleno en 1997 en donde se rechazó la despenalización”, cuenta Sánchez.

Fue una gran derrota para el movimiento, por lo que decidieron apelar al plano internacional, cuenta Sánchez. Activaron así los contactos con la International Lesbian and Gay Association (ILGA), de la cual eran miembros, instancia que desarrolló una campaña en Europa, continente en donde el movimiento gay había avanzado desde los setenta contra las leyes que penalizaban las relaciones entre personas del mismo sexo, por lo que al momento de constituirse la Unión Europea, se introdujeron principios de no discriminación, fundamentalmente en lo referente a la diversidad sexual. Y como el gobierno de Eduardo Frei aspiraba a firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea (UE), dicha cláusula dio vuelta la balanza para el movimiento gay chileno.

Sánchez recuerda que “cuando estábamos rearmándonos con una artillería pesada para salir acá en Chile y afuera con marchas y movilizaciones, nos enteramos que se había despenalizado la sodomía en la Comisión Mixta del Parlamento, lo que implicaba que ya estaba aprobado”. 

Confiesa que en el Movilh no estaban conscientes de la presión de la UE, “lo que nos causó sorpresa porque no nos esperábamos eso. Conversando después con algunos dirigentes de ILGA, ellos nos contaron que una de las acciones que debe haber pesado mucho eran las cláusulas europeas de no discriminación que obligaba a que si dicha comunidad hacía un TLC con algún país debía obedecer ciertas reglas básicas. Estuvieron, así, obligados a despenalizar”.

Uno de los más enconados rivales de la propuesta del Movilh era el entonces diputado Iván Moreira. Sánchez cuenta que el parlamentario se aprovechaba de que “había mucha ignorancia".

Para Sańchez y varios integrantes del movimiento “fue una victoria dulce y agraz, porque estábamos en contra de los TLC por lo que implicaban en liberalización de la economía y destrucción de la industria nacional, pero sirvieron para la causa”.

Sin embargo, desde 1992 había presión de colectivos GLBT al gobierno chileno para despenalizar la sodomía. Según documentos del Fondo Patricio Aylwin conservados por la Universidad Alberto Hurtado, en mayo de ese año organizaciones de activismo GLBT como ILGA, Gay & Lesbian Watch (Washington) y CLGRO (Ontario), enviaron cartas al presidente de la época solicitando la derogación del Art. 365 y las relaciones establecidas en los cuerpos legales entre homosexuales y la corrupción de menores. En las misivas argumentaban que dicha legislación es usada injustamente contra lesbianas y gays para criminalizarlos. Añadían que en varios países ‘leyes de sodomía’ eran consideradas arcaicas y habían sido modificadas.

En cambio, en Chile la discusión que se desarrollaba en el Parlamento estaba bastante lejos de dichos términos. Uno de los más enconados rivales de la propuesta del Movilh era el entonces diputado Iván Moreira. Sánchez cuenta que el parlamentario se aprovechaba de que “había mucha ignorancia y se usaron todos esos recursos homofóbicos de sentido común en la población para resistir”.

En una de las discusiones ocurridas en el hemiciclo en 1995, Moreira sostuvo que era necesario mantener penalizada la sodomía, ya que cambiar el Código Penal “puede ser el inicio de una serie de otras propuestas que, indudablemente, socavan los valores sociales y atentan contra la familia y el bien común. Así por ejemplo, ocurre con el matrimonio de homosexuales, su derecho a adoptar hijos y educarlos, como ha ocurrido en otras sociedades en que se han aceptado las relaciones sodomíticas”.

Por su parte Andrés Chadwick, también diputado en la época, sostuvo en el debate que “quienes están por la despenalización el día de mañana, por coherencia y lógica, deberán dar los mismos argumentos que he escuchado para defender la igualdad y el otorgamiento de derechos a las personas homosexuales”.

En 1999 finalmente la sodomía dejó de ser un delito.

Uno de los primeros territorios conquistados por el movimiento GLBT fueron las pantallas. Desde la década de los ochenta, una prolífica marea de imágenes explícitas o guiños se difundió por los videoclips musicales.

En 2021, en medio de una profunda crisis política y como una medida de descompresión, el segundo gobierno de derecha en la post-dictadura y en cuya primera articulación fue protagonista el mismo Chadwick, aprovechó un mensaje presidencial ante el Congreso para dar su respaldo al matrimonio igualitario entre personas del mismo sexo.

Valenzuela comenta que “los sectores más conservadores de la derecha política han aprobado la legislación progresista, apoyando así posturas del movimiento GLBT, lo que se ha dado en Perú, Irlanda y Chile. A veces se denomina este fenómeno el pinkwashing, que es un lavado rosa a partir de una lectura adecuada de los cambios sociales que se tornan irreversibles para el sector, lo que los hace instrumentalizar al colectivo gay para estrategias políticas. Utilizan de ese modo el movimiento GLBT para dar una noción de liberalismo en derechos individuales a sus discursos”.

La disidencia sexual en las pantallas

Uno de los primeros territorios conquistados por el movimiento GLBT fueron las pantallas. Desde la década de los ochenta, una prolífica marea de imágenes explícitas o guiños se difundió por los videoclips musicales. En Chile, en cambio, dicho espacio de disputa fue la televisión.

Roberto Pablo, profesor de arte y quien diseñó el logo del Movilh, fue el primer homosexual que apareció hablando con libertad en televisión. Lo hizo en el programa Unas y otras de TVN con Pamela Jiles y Delia Vergara. Cuenta que fueron invitados por una productora, pero que en el movimiento no se sentían preparados. De igual forma se presentó ante las cámaras. Fue con jockey y gafas, los que se fue sacando a medida que transcurría la entrevista diciendo que “aquí soy la cara de aquellos que no pueden hablar”.

Pese a que esperaba reacciones de rechazo, ocurrió lo contrario. Hasta el tipo donde iba a comprar en el almacén un día le preguntó si era quien había aparecido en televisión. Le respondió que sí. “Te felicito compadre, hay que ser bien hombre para hacerlo- me dijo”, cuenta Roberto Pablo.

Años después, estando en Concepción se le acercó un joven que ese día de la transmisión del programa estaba junto a sus padres. El joven le contó que luego de escucharlo en la televisión “mi papá dijo que es valiente ese tipo para hablar de su homosexualidad. Si tuviera un hijo homosexual me gustaría que fuera así. Me miró y le dije que yo era gay. Gracias a ti tengo una excelente relación con mi papá”, acabó diciéndole.

En el proceso de consolidación del movimiento aparecieron varios apoyos, entre ellos de connotados políticos, uno de ellos Enrique Correa, quien fue uno de los presentadores del libro Sexualidad y homosexualidad: por el derecho a la diferencia.

En las pantallas del cine también se producían cambios. A comienzos de la transición chilena la película Caluga o Menta, dirigida por Gonzalo Justiniano, puso los primeros encuentros homoeróticos en pantalla con Luis Alarcón y Aldo Parodi. En la segunda mitad de los noventa, en la esfera cultural reconocidos directores de países vecinos comenzaron a mostrar historias de parejas masculinas.

Sin embargo la respuesta del público, por culto que fuera, daba cuenta de que el sarcasmo no dejaba de expresarse. Ocurrió así en el estreno de la película No se lo digas a nadie (1998), dirigida por Francisco Lombardi y también basada en un libro homónimo de Jaime Bayly, en su estreno en el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar, en 1999. Pese a que el público estaba compuesto principalmente por cinéfilos y estudiantes universitarios, en el momento en que los personajes principales se aproximan y besan en un primer plano, un mordaz ‘mmmmmmmm’ se escuchó en el oscuro auditorio.

Entre la institucionalización y la autonomía

En el proceso de consolidación del movimiento aparecieron varios apoyos, entre ellos de connotados políticos, uno de ellos Enrique Correa, quien fue uno de los presentadores del libro Sexualidad y homosexualidad: por el derecho a la diferencia, en la Biblioteca Nacional en mayo de 1997, junto al abogado Juan Cabrera y Marco Ruiz.

Ruiz fue uno de los fundadores del Movilh, y comenta que el ex-ministro “fue muy solidario con nosotros. Nos apoyó en varias iniciativas. Financió el libro y nos apoyó para hacer un seminario en la USACH, pero nunca quiso aparecer en escena. Él nos abría las puertas, fue la llave para entrar a espacios que no podíamos”.

Sánchez, por su parte, recuerda que “siempre nos hacía sugerencias. Siempre nos conoció. Sabía de nosotros. Quería enterarse siempre de lo que estábamos haciendo”. 

El acercamiento de Correa se produjo, según cuenta Sánchez, “en la época en que nos reunificamos con el MUMS, cuando al interior del movimiento estábamos en un debate sobre recibir financiamiento del Estado y las cooptaciones que con ello se producen. Veníamos con la idea de ser un movimiento político de maricas más que una ONG, pero decidimos trabajar con las dos patas en equilibrio. No institucionalizamos el movimiento, pero al mismo tiempo que la cosa que no sea un chungo, sea más orgánica”.

Al interior del Movilh se dio la discusión sobre la relación a establecer con el Estado. Según Ruiz “el tema de la institucionalización fue un dilema".

“Correa estaba interesado desde el gobierno, creía que el vínculo que se necesitaba tenía que ser más institucional. Con responsabilidades claras y definidas. Pero falleció Luis Gauthier en 2001 y se cortaron las relaciones. Dejamos de reunirnos”.

Al interior del Movilh se dio la discusión sobre la relación a establecer con el Estado. Según Ruiz “el tema de la institucionalización fue un dilema. Si eres autónomo o eres parte de las prácticas políticas. Cada espacio tiene sus pros y contras cuando se trata de formar un movimiento con proyección”.

Sánchez cuenta que “lo discutimos en serio y tuvimos consenso en que no nos íbamos a institucionalizar en extremo. Estábamos más imbuidos de la idea de proyectar la organización en el futuro”.

En declaraciones a Las Últimas Noticias el 8 de septiembre de 2000, luego de que El Mostrador publicara parte de la tesis de periodismo de Víctor Hugo Robles, en la que se planteó la colaboración al movimiento homosexual de Correa, el lobista aseguró que pese a haber participado en reuniones con activistas, “no soy asesor de la comunidad gay”, agregando después que “ellos conversan con varios sectores del mundo político”.

Interferencia quiso obtener la versión de Correa de estos encuentros a través de Imaginacción, pero, pese a la insistencia, no obtuvimos respuesta.

Cuando la periodista de LUN consultó la opinión de Correa respecto del ocultamiento que existe en Chile de los homosexuales, Correa respondió que “es parte del retraso de nuestra sociedad”.

Un epílogo tres décadas después

A tres décadas de fundado el Movilh sus protagonistas hacen un balance positivo. Para el Che de los Gays, el activista y periodista Víctor Hugo Robles, “las luchas homosexuales se pueden considerar como las luchas más trascendentes en la historia del movimiento social chileno. Lograron cambiar el imaginario del país y han creado cinco leyes. En 30 años ningún movimiento social ha conseguido tantas leyes a su favor”.

“El movimiento homosexual ya dio la batalla. No significa que no haya luchas reivindicativas sobre la sexualidad, pero ya subimos al primer piso", dice Jorge Pantoja.

Las advertencias conservadoras de Moreira y Chadwick fueron confirmadas. Tras la modificación del Art. 365, vinieron la Ley Antidiscriminación (2012); luego la Ley Acuerdo de Unión Civil (2015), seguida por la Ley de Identidad de Género (2018) y, recientemente, la Ley de Matrimonio Igualitario (2021).

El psicólogo y fundador del Movilh, Jorge Pantoja, por su parte, pese a estar alejado del activismo, considera que “el movimiento homosexual ya dio la batalla. No significa que no haya luchas reivindicativas sobre la sexualidad, pero ya subimos al primer piso. El aporte del Movilh y del MUMS es sustantivo en este país. Subimos cuatro pisos en derechos civiles”.

Roberto Pablo, uno de los fundadores del Movilh y editor de la revista Lambda, comenta que “cuando camino por las calles y veo chicos que andan de la mano, si ellos supieran que a veces esos mayores que se cruzan con ellos, que pasan silenciosamente, fuimos los que iniciamos el movimiento serían más respetuosos con la historia”.

Agrega que “éramos 12 ó 15 personas. Acá hay una historia, una lucha que pocos nos atrevimos a dar. La calle no se abrió gratuitamente. Fueron años de miedo, hostigamiento, represión y ofensas. Y estuvimos adelante para lograr que este país pudiera ser distinto para quienes tienen su orientación sexual distinta”.

En el plano político Jiménez destaca que los gobiernos concertacionistas, pese a declararse progresistas, “fueron extremadamente conservadores y timoratos. Siempre estos temas estaban cayéndose del listado de prioridades. Porque hace 10 años existían las condiciones de la opinión pública y legislativas para aprobar el matrimonio igualitario, pero no lo quisieron hacer. Son conservadores en su modo de mirar el mundo. Todavía no entienden el profundo cambio cultural que ha ocurrido. Por eso Piñera se los madrugó con la Ley antidiscriminatoria, la de Unión Civil y de Matrimonio”.

Grafica la decepción con la ex-Concertación con una anécdota. Cuenta que en una reunión con Paulina Veloso, secretaria general de la Presidencia en el primer gobierno de Bachelet, ésta le dijo: “Tráeme los votos de la Democracia Cristiana y aprobamos la Ley de Unión Civil”. Jiménez dice que “llegamos una semana después con 20 firmas de parlamentarios DC, pero no hubo más luces de parte de Bachelet”.

El sábado reciente se realizó la Marcha del Orgullo Gay. Con la sola excepción de Jiménez, ninguno de los otros entrevistados de esta serie de reportajes participó. La mayoría critica el rumbo que ha tomado el movimiento y el lavado rosa que permite. En lo único en que todos concuerdan es que ésta es la hora para que marchen los más jóvenes.

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