No sé si fue en El Almuerzo Desnudo (el film de David Cronenberg basado en el libro del mismo nombre de William S. Burroughs), pero una imagen que siempre viene a mi mente de quién era y qué identidad tenía Jack Kerouac es una de una cinta en que aparece en la playa de noche, vistiendo una “letterman jacket” (esas casacas colegiales con una letra grande en el pecho), con una “K” gigante.
La tipografía y el diseño de esa letra, la fuente —font—, la he encontrado hace un par de años en esos repositorios de tipos, como Know Your Font, Da Fonts o algún otro: y se llama, “Be true to your school"; algo así como, “sé fiel a tu colegio” o “apoya a tu escuela”, y hace referencia a las barras y el a9uante en las competencias deportivas de high schools en los Estados Unidos.
El nombre de la fuente, sin embargo, parece venir de una canción algo menor de los Beach Boys que se llama de la misma manera. En este tema de 1963, Brian Wilson, ahora fallecido, se da maña para iniciar con un coro de cheerleaders que entonan, “Push 'em back! Push 'em back! Waaaaaay back!” y luego hacer una melodía y unos arreglos vocálicos que oscilan entre la tristeza y la nostalgia, mientras hablan de las correrías escolares; como si Wilson se diera cuenta de que el tiempo de la escuela se desvanecerá para siempre.
“Be true to your school” podrá claramente no ser uno de los grandes temas del compositor y la banda californiana, pero su temática es fiel a la tríada, amores, autos y surf, todos adolescentes, que constituyen el kernel de BB.
En Chile, este fue el réclame que popularizó a mediados de los ochenta (1986) a los Beach Boys, al menos para mi Generación X. Antes de Kokomo (1988) y poco después del cover de David Lee Roth de California Girls (1984), que quizá pasó colado para varias y varios de nosotros.
Genio como muy, pero muy. pocos en la historia de la canción pop, la desaparición de Wilson nos recuerda que la playa, el verano y los años sesentas son como el paraíso perdido de nuestra era, aquel solaz al que querríamos regresar cada vez que escuchamos las armonizaciones de “Los Chicos de la Playa” y sentimos que ese colegio, ese viejo primer automóvil, ese amor fugaz, pero inolvidable, aguarda en medio de la música para ser revivido sonriendo emocionados.
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