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Jueves, 21 de Agosto de 2025
Archivos de Prensa

Los amantes malditos

Luis Alberto Mancilla

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Verlaine y Rimbaud, cuadro de Henri Fantin-Latour (1872).
Verlaine y Rimbaud, cuadro de Henri Fantin-Latour (1872).

El autor fue periodista. Falleció en 2016. Este artículo sobre los poetas Jean Arthur Rimbaud y Paul Verlaine fue publicado en el semanario Plan B en enero de 2005.

Fue una especie de erupción volcánica en la poesía francesa del siglo XIX. Renovó a los 17 años todo el lenguaje poético usado hasta entonces. Escribió poemas que no llenan más de 200 páginas en total. Dejó de escribir a los 20 años. Después despreció su propia obra y a la poesía en general. Llevó una vida nómade y aventurera en Africa. Fue un hombre tumultuoso, rebelde y provocador. Un poeta maldito.

Rechazó todo en bloque, se levantó contra la condición humana: más aún, contra la condición física y astronómica del universo. Lo insoportable para él era vivir, estar en el mundo, soportar, admitir, durar. Creía que todo eso no podía hacerse sin vergüenza, sin execración, sin venganza.

Todo sorprende en él como excepcional. Fue un niño genial como Mozart y los críticos dicen ahora que su "Barco Ebrio", sus "Iluminaciones" o su "Temporada en los Infiernos" integran la mejor poesía de todos los tiempos.

Se llamó Jean Arthur Rimbaud. Nació el 20 de octubre de 1854 en la pequeña ciudad de Charleville, a 200 kilómetros de París. La madre, Cornelia Cuif, era una mujer severa e intransigente. Se casó con Frederic Rimbaud, oficial de infantería que pertenecía a una oficina de estudios árabes del ejército. Redactó una versión del "Corán" que jamás publicó. Tenía un carácter incompatible con el de su esposa y decidió separarse, por lo que el matrimonio se rompió para siempre. Su cónyuge tenía una pequeña hacienda y permaneció en Charleville con sus cuatro hijos: Federico, un año mayor que Arthur; Vitalie, que murió a los 17 años, e Isabelle, nacida en 1860.

Fuga a París

Federico y Arthur ingresaron al Instituto Roissart, una escuela para los hijos de la pequeña burguesía de Charleville. La vida escolar de Arthur fue plácida. Era un alumno dócil, querido, aventajado y ganador de todos los premios. Escribía poesía y estaba seguro de que sus creaciones no se parecían en nada a las de los poetas consagrados.

La revista "Le Parnasse Comtemporain" publicaba desde 1866 una antología de poetas modernos. En ella, Rimbaud descubrió a Teodoro Banville, Sully Proudhon y Paul Verlaine. Arthur envió a Banville sus poemas "Sensación", "Ofelia" y "Sol y Pena", para publicarlos. Eso no ocurrió, pero sí llamaron la atención de Banville.

Un joven y culto profesor de Roissart, George lzambard, descubrió a Rimbaud y éste, a través suyo, a Víctor Hugo y su gran obra. Eso provocó las iras de la madre, para quien tales lecturas no eran apropiadas para un niño de 15 años.

El 18 de julio de 1870, Francia declaró la guerra a los prusianos, quienes pronto ocuparon la mitad del país, transformándolo en un territorio acosado y humillado.

Eso no le importó al poeta adolescente. Decidió irse a París, donde no conocía a nadie. Sólo podía pagar su pasaje en tren hasta la ciudad de Saint Quintín, aunque confiaba en que podría burlar a los inspectores al llegar a la Gare du Nord.

Fue sorprendido, llevado a la policía y luego a una cárcel de menores. Pidió socorro a Izambard, quien logró que unas tías suyas fueran a rescatarlo. Mimado por ellas, pudo escribir y vivir tranquilo hasta que apareció la madre -Mere Rimbaud la llamaba el poeta-, que exigió su regreso a Charleville. La recepción del hijo pródigo fue una fuerte bofetada maternal.

Ella le prohibió todo contacto con Izarnbardo. Pero el rebelde hijo no podía soportar la monótona Charleville y al poco tiempo se fugó a la vecina Charleroi, donde no con- siguió trabajo. Viajó a Bruselas, para regresar luego al amable alero de las tías, en París. Escribió en esos viajes "El Cabaret Verde", "La Maline", "Mi Bohemia". En total, 22 poemas que figuran en sus obras completas. Pero las órdenes de su madre eran categóricas: Arthur debía ser entregado a la policía, que lo obligaría a volver. "Es un niño loco e irresponsable, que hay que poner en vereda", decía ella.

Por esos días, los prusianos bombardearon Maziére y ocuparon Charleville. En protesta, Rimbaud se negó a continuar sus estudios y después de una nueva disputa con su madre, volvió a París. Sin un centavo, no encontró a ningún escritor conocido a quien mostrarle sus poemas. Se dejó crecer el pelo, porque había decidido ser parte de los poetas parnasianos, cuya figura más admirada era Paul Verlaine.

En las barricadas

En esos días estalló la llamada "Comuna de París", que Marx llamó "la primera revolución proletaria de la historia". Rimbaud se entusiasmó con sus barricadas y banderas rojas. Dijo: "Hemos vencido al orden burgués maldito". Se integró a las guardias armadas, compuso himnos y redactó una "Constitución Comunista" que nadie obedeció. A poco andar le disgustaron las groserías y borracheras de sus compañeros. "Han robado su ideal y lo han convertido en un espantajo", dijo.

Después le escribió una larga carta a Paul Demeney, considerada hoy el primer manifiesto de la poesía moderna. Allí, Rimbaud dice que el poeta no debe ser sólo un artista, sino un vidente: "Su destino no es sólo el cielo azulado, sino el abismo sin fondo de lo desconocido. Tiene que convertirse en el gran enfermero, en el gran maldito y en el sabio supremo. Debe someterse al desenfreno razonado de todos los sentidos. Debe hacerse odioso, absurdo. La abyección y el odio son los ideales del poeta vidente.

Un amigo lo contactó con Paul Verlaine y le dijo que era el único poeta importante que podía comprenderlo. Verlaine tenía 26 años (nueve más que Rimbaud) y recién se había casado con Matilde Mauté, una delicada joven de 17 años.

El matrimonio parecía haber ordenado su vida de borracho habitual. En la casa de sus suegros, de buen pasar, recibió a Rimbaud con entusiasmo. Le impresionó su bella figura y su aire inocente y provinciano, que no delataba los demonios de su poesía. Le presentó a sus colegas parnasianos, que se autodenominaban "Los villanos buenas personas". El poeta leyó durante un almuerzo su "Barco Ebrio" y produjo admiración y estupor por su lenguaje, la madurez de sus ideas y sus fulgurantes imágenes.

Un amigo difícil

No obstante, los alegres parnasianos no soportaron su irreverencia, cinismo, insolencia y arrogancia. Pronto dejó de ser "la bestia curiosa del barrio latino" y casi nadie quiso promocionarlo, pese a su talento. Sólo a Verlaine parecían no importarle las singularidades del muchacho. Al contrario: estaba deslumbrado y lo buscaba a toda hora. Le encontró domicilio en el taller-laboratorio de Charles Cross, poeta e inventor, pero Rimbaud dijo que no aceptaba "una vida de limosna" y se fue a vivir con los mendigos de la Plaza Maubert.

Verlaine lo reencontró y logró que el poeta Banville le cediera una buhardilla de su casa. Rimbaud también la abandonó.

Existía un club literario, el Círculo Zutique, donde Verlaine le encontró un empleo y una vida independiente, como él exigía. Ahí Rimbaud fue ayudante de barman y pudo dormir en un diván.

Pero el amigo de Verlaine se hizo insoportable para su esposa, porque sostenían largas conversaciones en el departamento matrimonial, bebían ajenjo y fumaban haschís. Para que nada faltara, el periodista Edmond Lepelletier, amigo de Verlaine, puso el dedo en la llaga, al escribir que había divisado a Verlaine dando el brazo "a una charmante personne: Mademoiselle Rimbaud". Después, Verlaine invitó a almorzar a Lepelletier y Rimbaud lo amenazó con un cuchillo. Poco faltó para que las cosas pasaran a mayores.

Disuelto el círculo de Zutique, Verlaine procuró un nuevo refugio a su amigo, pero los comentarios ya se habían desatado. Se decía que ambos estaban envueltos en una pasión homosexual, algo difícil de tragar incluso para los melenudos parnasianos.

 La esposa de Verlaine abandonó el domicilio conyugal' y se instaló en la casa de sus padres con su hijo recién nacido. Exigía que Rimbaud desapareciera de París. Verlaine, que vivía de un sueldo municipal -con el que también sostenía a Rimbaud-, se fue a vivir con su bondadosa madre, que aceptaba todos sus desenfrenos. Sin recursos, Rimbaud se fue a Charleville, todavía ocupada por los prusianos. Verlaine le escribía cartas humildes y tiernas, y en cuanto logró apaciguar a su esposa, pudo hacerlo regresar.

Pero Rimbaud se sentía humillado y quería expresar de algún modo una oscura venganza. Llevaba a Verlaine a bares y no cejaba hasta dejarlo totalmente borracho y furioso por la dominación de su suegra y su esposa. Así, la vida del matrimonio se hizo más infernal.

Eran los días supremos del genio de Rimbaud, aunque su talento era desconocido por todos e ignorado por los parnasianos.

El poeta se sentía habitante de un mundo vacío y aburrido, apenas un mantenido. Pensó en quitarse la vida y comunicarle a Verlaine tal decisión. El 7 de julio de 1872, lo encontró cerca de su domicilio: "Me voy a Bélgica, no volverás a verme, a menos que quieras acompañarme". Verlaine no vaciló: "Entonces, vamos".

Fuga de amantes

Como si fuera natural, rompieron amarras. La madre de Verlaine creyó que su hijo era víctima de ideas afines a la derrocada Comuna y le dio dinero para el viaje. Después de una partida fallida, llegaron a Bruselas. Al comienzo, Matilde no dio importancia a la fuga de su marido. Fue a buscarlo junto a su madre y Verlaine fingió seguirlas, pero escapó. Luego siguió con su amigo a Londres.

Frecuentaban el club de los exiliados de la Comuna, donde encontraron a viejos amigos que aplaudían sus poemas. Sólo amenazaban ese estado plácido dos mujeres: Matilde, que gestionaba la separación, y "Mere Rimbaud", que amenazaba de nuevo con la policía si su hijo no regresaba y dejaba "la perniciosa compañía de ese poeta borracho".

Rimbaud obedeció y volvió con ella, pero luego supo que Verlaine estaba enfermo en Londres y abandonó todo. Además, quería estudiar inglés y trabajar en el Museo Británico. Encontró a un Verlaine diferente, muy afectado, que intentaba reanudar su matrimonio. Otra vez sin recursos, Rimbaud volvió con su familia y por algunas semanas pareció interesarse por las labores del campo.

Balazos en Bruselas

Pero ninguno podía vivir sin el otro. Se reencontraron en Londres, publicaron un aviso en el "Times" y lograron algunos discípulos para enseñar francés. Pero la angustia de Verlaine crecía y partió de nuevo a Bruselas, a reunirse con su esposa. No encontró a Matilde, sino a su madre, que lo disuadió de un anunciado suicidio. Rimbaud viajó también a Bruselas y en un hotel ambos sostuvieron una agria discusión.

De pronto -desesperado y borracho-, Verlaine disparó dos tiros contra su amigo, hiriéndole un brazo. Junto a su madre, llevó al herido al hospital, y luego lo acompañaron a la estación. Rimbaud notó allí que su amigo buscaba de nuevo el revólver y llamó a la policía.

Verlaine fue detenido, procesado y condenado a dos años de cárcel, además de una multa de 200 francos.

El poeta acentuó su catolicismo en la cárcel y soñaba con una conversión de su amigo. Encontró a Rimbaud en Alemania, como tutor de los hijos de un rico señor. Verlaine portaba una Biblia, pero Rimbaud lo llevó a beber cerveza. Una paliza del pertinaz ateo fue el último hito conocido de la tormentosa relación entre ambos.

A partir de ahí, Rimbaud fue un trotamundos. Se alistó en las tropas carlistas españolas, más tarde en el ejército irlandés y pronto despreció a todos los ejércitos. Viajó como intérprete de un circo a varios países europeos. Luego fue a Suecia, Grecia, Sumatra, Java, Chipre, Egipto. Se detuvo en Africa, en Harrar y Aden.

Allí compró y vendió marfil, contrabandeó armas, explotó cueros y traficó esclavos. Abominó de su poesía. Apenas supo -por su hermana Isabelle- que en París, Verlaine había publicado bajo su cuidado "Iluminaciones", escritas en 1874. El sistema planetario de la poesía francesa se empezaba a organizar en torno a la alucinada obra de Rimbaud.

Sólo regresó a Francia a los 37 años, víctima de una gangrena a una pierna, que le amputaron en Marsella. Sufría atroces dolores y deliraba. Su cadáver fue llevado a CharlevilIe. Allí está su tumba. Un sencillo monolito en el cementerio sólo dice: "lean Arthur Rimbaud, muerto el 10 de noviembre de 1891, rogad por él".

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Muy buen artículo, muchas gracias por re-publicarlo.

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