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Viernes, 18 de Julio de 2025
Entrevista

Organizadora de seminario sobre memoria chilena en Londres: "en Chile como en Inglaterra los medios representan y defienden el statu quo"

Marcos Ortiz F., desde Inglaterra

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Marcela Pizarro
Marcela Pizarro

A 50 años del golpe de Estado, 25 desde la detención de Augusto Pinochet en Inglaterra y cuatro del estallido social, las comunidades chilenas en el extranjero se organizan para mantener viva la memoria. Este miércoles 18 de octubre, en Londres, un seminario en la Goldsmiths University of London dará cuenta de todos estos hitos. De ello y su documental sobre Chile, El Mercurio y la CIA, habla su organizadora, la periodista e historiadora Marcela Pizarro.

Como no había ocurrido desde hace quizás una década, Chile se lanzó este año a mirar por el retrovisor y discutir sobre su pasado. El ejercicio incluyó iniciativas oficialistas y otras conservadoras, las que con mayor o menor éxito intentaron enmarcar los hechos de 1973 de acuerdo a sus intereses e identidades.

Un mes más tarde –y ahora con el debate constituyente como telón de fondo– las miradas se trasladan a octubre de 1998 y de 2019, fechas en las que Augusto Pinochet cayó detenido en Londres y en que centenares de miles de chilenos salieron a las calles para protestar, respectivamente.

En el caso de la capital inglesa estos hitos cobran un sabor especial. Las calles británicas fueron testigo de masivas manifestaciones en las semanas y meses que siguieron al 11 de septiembre, mientras que en 1998 toda la atención se trasladó a espacios que quedaron en el inconsciente colectivo, como The London Clinic, la Cámara de los Lores y Virginia Waters. Los hechos generaron interés no solo entre los miles de chilenos residentes, sino también entre los británicos, como confirma un reciente artículo de The Guardian en el que se rememora la intensa actividad de The Picket durante los más de 500 días de detención del dictador.

La periodista y académica chilena Marcela Pizarro está tras la organización del seminario de este 18 de octubre, ocasión en la que se exhibirá su documental Why we still need to talk about Chile’s El Mercurio and the CIA y que relata el rol del diario de los Edwards en la desestabilización del gobierno de la Unidad Popular.

La proyección estará acompañada por la presentación de una muestra fotográfica de la campaña en torno a The Picket en 1998 y una muestra de arpilleras que dan cuenta de los años de exilio y resistencia tanto en Chile como en el resto del mundo.

– A 50 años del Golpe fuimos testigos de un intento organizado para resignificar la historia del 11 de septiembre, poniendo en muchos casos la culpa en las víctimas y minimizando la influencia extranjera. ¿Cuán importante crees que es hoy seguir impulsando ejercicios académicos, periodísticos y de memoria en torno al tema?

– Estamos viviendo en los tiempos que George Orwell hubiese llamado ‘doble discurso’. La equivalencia falsa impregna nuestros debates públicos, donde las peras se comparan a las manzanas y donde el gobierno de Salvador Allende y la dictadura que siguió se presentan como ‘excesos por los dos lados’.

"La lucha por proteger la memoria histórica del traumático pasado chileno puede surgir de distintos lugares. Uno de ellos es aquí en el Reino Unido, donde se ha visto una explosión de trabajos de memoria para marcar los 50 años del golpe militar".

Es más, el giro revisionista, que incluye acrobacias conceptuales contorcidas, re-enmarcan la historia para el beneficio de una elite política. Así se ha disminuido el rol central de los Estados Unidos en la campaña de desprestigio contra Allende y minimizado su apoyo al golpe militar y se ha desviado, exagerado y relanzado el relato como una historia de incompetencia de izquierda e infantiles luchas internas. Las víctimas se convierten en perpetradores, los culpables de una sostenida violencia del Estado se reinterpretan como víctimas de extremismo político.

La lucha por proteger la memoria histórica del traumático pasado chileno puede surgir de distintos lugares. Uno de ellos es aquí en el Reino Unido, donde se ha visto una explosión de trabajos de memoria para marcar los 50 años del golpe militar. En estas semanas, diferentes sujetos de la comunidad de exiliados –académicos, periodistas, activistas, documentalistas, fotógrafos y artistas– organizaron una serie de eventos en universidades, galerías, plazas públicas, en la embajada, en cines y en múltiples publicaciones.

Esto tuvo lugar en el espacio complejo que se llama ‘diáspora’. He oído muchas veces decir que los exiliados en Inglaterra se quedaron congelados en el pasado. Hay un sentido peyorativo en esta observación que busca la novedad como si la memoria fuera moda.

Es más, lo que no logra apreciar esta mirada es una energía crítica imbuida en esta temporalidad del exilio, como se ha visto en estas últimas semanas. Si la caracterización de una estasis traumática es verdad ¿no sería mejor contemplar el retorno repetitivo al punto de origen de su dolor como un testimonio importante que persiste obstinadamente a los intentos de banalizarlo?

Incluimos proyectos de bordar, como el acto de nombrar a los desaparecidos –cuyas familias siguen pidiendo justicia–, proyectos para coleccionar archivos que prometen nuevas oportunidades de investigación a través de objetos, fotos, documentos, sobre la historia de movimientos revolucionarios.

"En el mes de setiembre lo que se demostró en este país fue cuántos chilenos de la diáspora heredaron un legado político".

En el mes de septiembre lo que se demostró en este país fue cuántos chilenos de la diáspora heredaron un legado político y, más allá de las narrativas de victimización, han seguido el trabajo de resistencia en los lugares donde llegaron a residir. Y no han sido quehaceres menores. Muchos han contribuido a través de disciplinas como educación, periodismo, sindicatos y cultura para participar en una lucha más amplia contra los efectos del neoliberalismo, que, como ha sido repetido muchas veces, empezó en Chile como experimento, para después ser exportado a nivel global.

– En su documental sobre El Mercurio y la CIA releva el poder que tuvieron y siguen teniendo determinados actores para impulsar ciertas narrativas y enmarcar el debate público en términos que acomoden a estos actores ¿Qué poder le sigue atribuyendo a la prensa tradicional al día de hoy?

– Sí, pero la ironía es que durante la dictadura sí que había alternativas y voces críticas: Apsi, Análisis, Hoy, Cauce, por ejemplo. Ya se conoce el mantra de que donde fracasó Pinochet, triunfó la democracia: los medios de oposición que sobrevivieron durante la dictadura fueron erradicados por la liberalización del mercado mediático que operacionalizó la Concertación.

Mientras El Mercurio y Copesa ganaron bajo el nuevo gobierno, el periodismo independiente no pudo competir, y por ende no tenía manera de sobrevivir. Fast forward 30 años y sabemos que Chile llego a ser el país con los medios más concentrados en Latinoamérica y que esto no fue durante la época de Pinochet, sino en la transición.

Es la misma historia en todo el mundo. El poder de los medios constituye un eje central de cómo las normas sociales se proponen y cómo se manejan por intereses de la elite. En Chile como en Inglaterra –de donde estoy escribiendo esto– los medios representan y defienden el statu quo. Tanto en Chile como en Inglaterra, cuando salen los ciudadanos a las calles, rápidamente se caracterizan como amenazas no solo al orden, sino a la sagrada propiedad privada y, por ende, al capital.

"Esta última semana, Oriente Medio ha vuelto a encenderse en un momento de inflexión histórico. Gran parte de los principales medios de comunicación han optado por alinearse con los Gobiernos que seguramente deben cuestionar".

– Hace pocos meses, en otro documental para Al Jazeera, narraba usted la construcción del mito mapuche a propósito de la Convención Constitucional y cómo el racismo y clasismo han sido pilares en la historia de nuestro país. Hoy, en un proceso muy distinto, con expertos y trajes de dos piezas, la nueva Constitución parece estar naufragando por segunda vez. ¿Cree que ya pasó la oportunidad para que el futuro del país se escriba desde abajo?

– Hubo un momento, que parece ya muy lejano, en el que el mundo miró a Chile y se maravilló ante la perspectiva de un país que impulsaba la Constitución más progresista de la historia mundial. La Convención Constituyente, completa con la paridad de género e inclusiva de las comunidades marginadas del país, representó un intento de abordar la ira hirviente que estalló en las calles en 2019. Se ridiculizó el proceso, se intensificó el alarmismo y se desató la guerra cultural.

Esto se ha convertido en una historia familiar en nuestros tiempos y algunos de nosotros lo lamentamos tanto por el pasado como por el futuro. De hecho, invocar la premisa de la esperanza sonaría fuera de lugar al momento de escribir estas líneas.

Esta última semana, Oriente Medio ha vuelto a encenderse en un momento de inflexión histórico. Gran parte de los principales medios de comunicación han optado por alinearse con los Gobiernos que seguramente deben cuestionar.

Los agresores históricos son inocentes, están bajo asedio, sufriendo ataques que no han provocado. Son las víctimas, tienen derecho a la autodefensa. Los tomados como rehenes en sus propias tierras son los criminales, en una supuesta guerra que enfrenta a una nación armada nuclear contra 2 millones de personas atrapadas en una prisión al aire libre. Mientras caen las bombas y fallecen inocentes, vuelve el ‘doble discurso’ de George Orwell.

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Los principales defensores del Stato Quo se dan en las dictaduras totalitarias de izquierda como en la DESAPARECIDA URSS, en Cuba, China, NorCorea, Laos, etc. Los defensores del Stato Quo no recuerdan que los dirigentes del MIR en Chile decían abiertamente: "tienen que morir un millón de chilenos para que el pueblo se compenetre con la revolución", en 50 años NUNCA han dicho que "fueron sacados de contexto".

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