Se nos va un año que no dejó mucho para antologías en materia de fútbol chileno. Ni equipos inolvidables, ni campañas fabulosas, ni personajes para el recuerdo. Un año del que poco rescataremos en diez, veinticinco o cincuenta años.
El Campeonato Nacional de Primera División, si bien peleado y emotivo, no se recordará como el año en que se destapó algún gran jugador o planteamiento táctico interesante. Colo-Colo no requirió brillar para ganar el campeonato, le bastó la falta de fineza y contundencia en momentos decisivos de la “U”, que mejoró considerablemente su juego respecto de años anteriores, pero probablemente hubiera sido un equipo, a lo más del montón en la gran mayoría de los campeonatos de los últimos cincuenta años. Para que vamos a hablar de la UC, que si bien es cierto nos deja un hito importante y fuera de serie -por primera vez un jugador, Fernando Zampedri, logra ser goleador por quinto año consecutivo del fútbol chileno- estuvo muy lejos del rendimiento que la llevó a campeonar cuatro años seguidos hace no mucho.
La «Copa Chile Coca-Cola Sin Azúcar» fue un escaparate para los equipos de regiones, con Coquimbo Unido y Ñublense llegando a las fases finales, pero sin partidos de alto nivel, de hecho la final entre Universidad de Chile y Ñublense fue bastante insípida, y el título mismo solo sirvió de premio de consuelo para los azules que dejaron ir de manera inexplicable la corona del torneo oficial.
En torneos internacionales, solo Colo-Colo llegó a instancias de interés -cuartos de final de la Copa Libertadores- perdiendo con River Plate que no hizo mucho más después de eliminar al Cacique. Un futbolero atrapado en el tiempo en los años noventa, examinaría dicho panorama con cierta lástima, rayando en la ternura.
A nivel de selección el año fue derechamente para el olvido. Sin fútbol, sin referentes, con resultados históricamente malos. No resiste ningún análisis postular que el último partido ganado a Venezuela puede abrir esperanzas de mejorar el nivel de juego o de optar a la clasificación. La falta de contundencia en ataque y la irregularidad en el mediocampo, constantes fallas en defensa y la falta de un arquero de categoría son palmarias. Probablemente el mismo Gareca lo diría si no tuviese que cuidar su trabajo.
Institucionalmente, la ANFP no ha mostrado un desempeño que convenza con proyectos de inversión o formación que nos puedan sacar del lodo, en particular Pablo Millad ha tenido, como es habitual, muy poca autocrítica y situaciones como los problemas de financiamiento del fútbol formativo, o femenino (que en definitiva fue la razón por la cual Endler se apartó de la roja) No han sido debidamente abordadas ni mucho menos solucionadas.
Se puede destacar, sin embargo, lo ocurrido con el fútbol femenino, que continuó su expansión en 2024, con la Primera División Femenina ganando mayor relevancia y audiencias. Colo-Colo y Universidad de Chile también dominaron la liga en los mismos términos que la de hombres, pero, a diferencia de lo ocurrido hace diez años atrás, hoy son varios los equipos competitivos en dicha competición, por lo que la mejoría es palpable. Por otra parte, Christiane Endler, pese a su alejamiento de la selección, aún es una figura a nivel mundial, sin equivalente actual en el fútbol masculino.
Institucionalmente, la ANFP no ha mostrado un desempeño que convenza con proyectos de inversión o formación que nos puedan sacar del lodo, en particular Pablo Millad ha tenido, como es habitual, muy poca autocrítica y situaciones como los problemas de financiamiento del fútbol formativo, o femenino (que en definitiva fue la razón por la cual Endler se apartó de la roja) No han sido debidamente abordadas ni mucho menos solucionadas.
A nivel de clubes, si bien es cierto la “U” termina un año de recuperación en lo futbolístico, es el mejor ejemplo de la crisis estructural, de transparencia y gestión de las sociedades anónimas deportivas: Michael Clark pasó de ser el presidente a ser el accionista mayoritario de la “U” sin que en ningún momento quedara claro el origen de los fondos y quién es en realidad el dueño del club más allá de figuras de papel y fondos de inversión. Todo con el precio de la acción de Azul Azul por los suelos. Situación dramática, sobre todo considerando que cuando entró en vigor la ley 20.019 sobre sociedades anónimas deportivas, el año 2005, se ofrecían como el salvavidas del fútbol chileno y, si bien es cierto se obtuvieron logros importantes con ese sistema, como la obtención de la Copa Sudamericana por la “U”, prácticamente ninguna de las suspicacias originales respecto del sistema ha podido ser desmentida o debidamente contrargumentada. Hoy queda claro que, con dichas instituciones en régimen, lo deportivo es secundario y lo principal son las utilidades, que no existe un control efectivo sobre la propiedad de los clubes que evite, entre otras cosas, vinculaciones indebidas entre los mismos, privando de legitimidad a los campeonatos y que siempre se supo que el sistema no ofrecía garantías suficientes de transparencia y efectividad.
En suma, el año 2024 para el balompié chileno estuvo plagado de crisis, malos rendimientos, malos resultados y no se ve alguna luz en el horizonte. De hecho, lo más probable es que cuando estemos reflexionando sobre lo que fue el 2025 en el mundillo del futbol chileno, la principal de las criticas será no haber actuado asumiendo una conmoción profunda como la que estamos viviendo, simulando que todo marcha de lo mejor.
Y no se necesita ser muy negativo o extremadamente crítico, para afirmar que del 2024 solo se pueden rescatar un par de frutas de una cosecha completamente perdida.
(*) Roberto Rabi González es escritor, abogado de la Universidad de Chile, profesor de Derecho Procesal y Penal e investigador de la Asociación de Investigadores del Fútbol Chileno (ASIFUCH).
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