El 22 de septiembre, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, los parlamentarios de aquel país y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, se unieron en un largo y sentido aplauso. Congregados en la Cámara de los Comunes de Canadá, el único que no aplaudía en la sala era el homenajeado: Yaroslav Hunka, ex oficial ucraniano perteneciente a la Waffen SS, la fuerza de combate de élite de Adolf Hitler y de las divisiones principales detrás de los crímenes de lesa humanidad cometidos por los nazis.

Rápidamente el homenaje se transformó en polémica. El Centro Simon Wiesenthal, institución judía radicada en Los Ángeles, Estados Unidos, y dedicada a documentar crímenes y criminales del Holocausto, denunció el evento canadiense, siendo recogida por medios de todo el mundo que criticaron los aplausos al nazismo y sus crímenes.

El escándalo significó la renuncia de Anthony Rota, presidente de la cámara canadiense y responsable de traer a Hunka, además de varias disculpas públicas emitidas por el Parlamento y también por Trudeau.

Rusia ha acusado a Ucrania de ser un Estado que avala el nazismo, existiendo múltiples registros de batallones ucranianos utilizando simbología nazi, por lo que la foto del propio mandatario homenajeando a un ex oficial de Hitler fue rápidamente aprovechada por la propaganda rusa.

En cuanto a Zelenski, los registros del rabioso aplauso al oficial SS le hicieron un flaco favor: desde el inicio de la guerra, Rusia ha acusado a Ucrania de ser un Estado que avala el nazismo, existiendo múltiples registros de batallones ucranianos utilizando simbología nazi, por lo que la foto del propio mandatario homenajeando a un ex oficial de Hitler fue rápidamente aprovechada por la propaganda rusa.

La situación llegó incluso a la academia canadiense. La Universidad de Alberta, después del homenaje y las alertas levantadas por el Centro Simon Wiesenthal, decidió devolver una donación de $30 mil dólares canadienses (unos US $ 22.000) realizada por la familia del propio Yaroslav Hunka a la casa de estudios.

Este lunes, la institución aseguró que se encuentra revisando otras donaciones de ucranianos ligados a la división de granaderos de la Waffen SS, quienes fueron admitidos en Canadá luego de la Segunda Guerra Mundial y rehicieron sus vidas sin mayores sobresaltos.

“Si no pueden recibir la donación de Hunka pero se quedan con los $430 mil dólares canadienses aportados por uno de los fundadores de la división de granaderos de la Waffen SS, es muy problemático”, aseguró el profesor Rudling.

Una de estas donaciones a revisar es la de Volodìmir Kubijovych, ligado a aquella división nazi desde su fundación y quien aportó $430 mil dólares canadienses (US $ 313 mil) a las arcas de la Universidad de Alberta.

“Si no pueden recibir la donación de Hunka pero se quedan con los $430 mil dólares canadienses aportados por uno de los fundadores de la división de granaderos de la Waffen SS, es muy problemático”, aseguró el profesor Rudling, académico de la Universidad de Lund en Suecia y quien estudió la historia de la SS y la comentó al medio canadiense The Globe and Mail, el mismo que reveló que Chrystia Freeland, la vice primer ministra canadiense, tiene un abuelo que fue editor de un periódico nazi en Cracovia, Polonia, dirigido a ucranianos.

De acuerdo con Rudling, Kubijovych colaboró con Hans Frank, asesor legal personal de Hitler nombrado gobernador de Polonia y también responsable en el genocidio de judíos.

El profesor Rudling asegura que también deberían devolverse $50 mil donados por el veterano de la SS Levko Babij y otros $15 mil donados por el oficial nazi Roman Kolisnyk.