En 1965, un equipo de investigadores de la Universidad de Florida en Estados Unidos, creó una bebida que reponía rápidamente el líquido corporal de los jugadores de su equipo de fútbol americano "Los Gators", ayudándolos a evitar la deshidratación. El invento fue bautizado como Gatorade, en honor a Los Gators y al Doctor Robert Cade, quien comandó la investigación, según indica la historia del producto hoy conocido a nivel mundial.
“El caso de Gatorade es un ejemplo de transferencia tecnológica que llega a toda la sociedad y que nace desde la investigación de una universidad”, explica Varinka Farren, Ingeniera Comercial de la Universidad Católica del Norte y MBA para la Clarion University of Pennsylvania.
Farren comenzó en el rubro hace un poco más de diez años en la Universidad de Chile y actualmente es la directora ejecutiva del hub de transferencia tecnológica APTA, una corporación que reúne más de 15 instituciones entre universidades y centros de investigación y que gestiona oportunidades de negocios basados en ciencia, para conectarlos con mercados globales.
“Yo digo trabajo en un Hub de transferencia tecnológica y mi papá piensa que trabajo llevando astronautas a Marte o voy al doctor y me dice qué es eso”, relata a modo de anécdota Varinka Farren, situaciones que dan cuenta de lo poco conocido que es el concepto de la transferencia tecnológica.
“La transferencia tecnológica es la encargada de poder conectar y lograr que las investigaciones académicas tengan nuevos alcances. Se produce mucha investigación en las universidades y en los centros de estudio, la cual necesita llegar a la sociedad para tener un impacto en la economía, en la ciudadanía, que transite el camino desde la universidad a la empresa o a la sociedad”, explica la profesional que hace una semana dio una entrevista a la Revista Paula sobre este tema.
Este concepto utilizado a nivel mundial abarca diferentes áreas. “Tenemos temas de transferencia tecnológica con impacto social, de modelo negocios, salud, sustentabilidad, etcétera, que buscan encontrar soluciones a distintas necesidades que existen en el mercado. Por ejemplo, el investigador Hernán Lara, de la Facultad de Química de la Universidad de Chile, creó un nanodispositivo que regula el funcionamiento de los nervios a nivel de los órganos, parece de película de ciencia ficción, pero son cosas que están pasando. O en la facultad de Arquitectura se trabajó en un proyecto sobre atrapa luces en casas patrimoniales”, añade la directora ejecutiva del hub de transferencia tecnológica APTA.
Según una encuesta realizada por la Red de Gestores Tecnológicos (RedGT) –que trabaja con distintos profesionales que se desempeñan en diversas disciplinas que considera la transferencia tecnológica–, estos centros de desarrollo están integrados en un 53% por mujeres.
Silvana Becerra, presidenta de RedGT, explica a INTERFERENCIA que la transferencia tecnológica en Chile tiene dos grandes actores: “los hubs de transferencia y las oficinas de transferencia, 26 están financiadas por Corfo, y de ellas, 23 oficinas respondieron una encuesta de género. Del grupo de 184 personas, 54% son mujeres y con un 60% de ventaja respecto de los hombres en los cargos de toma de decisión”.
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Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en transferencia tecnológica, la ciencia aún sigue en deuda con las mujeres. “El número de graduadas de carreras científicas alcanza apenas el 20% del total de titulados en el país”, agrega Becerra.
Sobre lo mismo, para Varinka Farren directora ejecutiva del hub de transferencia tecnológica APTA, el hecho de que haya menos mujeres en ciencias y que los estudios clínicos sean principalmente elaborados por hombres y sobre hombres, ha provocado ciertos impactos.
“Por ejemplo, en el caso de los infartos, están súper estudiados los síntomas de los hombres, que te duele el brazo izquierdo, el pecho, pero las mujeres tenemos otros síntomas que no han sido tan estudiados. Entonces la tasa de mortalidad por infarto es más alta en las mujeres. Otro caso, en reumatología, las mujeres tenemos mucha más incidencia en problemas de estas características, pero a los hombres se les detecta a los cuatro años y a nosotras a los siete, porque también existen menos estudios. Entonces creo que desde la transferencia tecnológica, más que incentivar, se puede trabajar en la colaboración de visibilizar los logros que vayan de la mano de las mujeres científicas”, manifiesta Farren.
Otro resultado de la RedGT dio cuenta que hay más doctoras y magíster de quienes lideran los procesos de transferencia, que hombres con este nivel educacional.
“En las primeras y las segundas líneas de mando hay más mujeres que hombres, es un dato súper alentador comparado con otros que se dan en la ámbito de creación de conocimiento, donde la participación de la mujer es bastante menor a la de los hombres. La verdad es que por ahora solo hay suposiciones, pero deben ser varios factores como el grado de autonomía que no te da un laboratorio. Hay tendencias que indican que estos cargos no serían tan atractivos para los hombres, yo no estoy tan de acuerdo con esa postura, en la transferencia tecnológica es clave construir puentes entre la ciencia y la sociedad para mejorar la vida de las personas, si alguien dice que no es desafiante, no podría estar de acuerdo”, informa Becerra, presidenta de la la Red de Gestores Tecnológicos.
Transferencia tecnológica y el Covid-19
“Con la pandemia se ha demostrado que la colaboración es muy importante para lograr un objetivo común para solucionar un problema y obtener resultados. Por ejemplo, tenemos el caso de los ventiladores de la Universidad de Concepción que en alianza con ASMAR, lograron sacar unos ventiladores mecánicos. Entonces nos damos cuenta que es posible que hagamos cosas y no traerlas desde afuera, es fundamental darnos cuenta de esta oportunidad de colaboración”, dice Varinka Farren.
Para la directora de APTA, si bien los resultados de la transferencia tecnológica se ven a diario, es un término poco conocido, porque además “ha sido presentado de una manera compleja”, situación que considera va cambiando poco a poco al vivir una pandemia.
“Ahora todo el mundo entiende que hay una pandemia, que se necesita una vacuna y la vacuna viene de una investigación, porque quizá no veía cómo les afectaba, esa percepción está cambiando. Creo que ahora hay muchas más empresas que están dispuestas a encontrar y saber acerca de investigaciones que se están realizando en Chile e invertir en ciertos problemas. He visto también más apertura en la colaboración, se ha hecho fundamental. Se empiezan a conjugar y articular mejor los actores”, añade.
Respecto a ello, Silvana Becerra, presidenta de RedGT, relata que “todos los centros generadores de conocimiento hemos tenido que buscar soluciones rápidas en temas científicos-tecnológicos para dar respuestas a situaciones que se derivan de una pandemia. El desarrollo de mascarillas, de respiradores, las articulaciones de estos laboratorios que están analizando muestras en las universidades, ha sido un trabajo súper intenso. Nosotros tenemos que asegurar la transferencia del conocimiento desde la universidad hacia la sociedad. Hemos tenido que flexibilizar y acelerar los trámites para poder llegar a tiempo con las soluciones. Ha sido un tremendo desafío, pero hemos aprendido un montón también”, concluye.
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