A mediados de 1984, el Grupo Edwards controlaba, participaba o influía en la propiedad de un total de 72 empresas, 26 de las cuales eran sociedades anónimas, y el resto de responsabilidad limitada, según recopilación hecha en diversas fuentes.
Era uno de los conglomerados empresariales que con mayor esmero ocultaron la información sobre sí mismo, recogiendo así la autocrítica de los grupos que el ex ministro de Economía del general Augusto Pinochet, Pablo Baraona, hizo al reconocer que la denuncia acerca del poder económico era uno de los grandes triunfos de la oposición.
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De las 72 empresas, sólo siete tenían un cierto grado de transparencia, y eran objeto de fiscalización por parte de la Superintendencia de Valores y Seguros de la de Bancos y Sociedades Financieras, o bien de la Administradora de Fondos de Pensiones, según correspondiera. Ellas eran: AFP El Libertador S.A.; AFP San Cristóbal S. A.; Banco de Edwards; Compañía de Inversiones Copiapó S.A.; Compañía de Inversiones La Chilena Consolidada S. A., Compañía de Seguros La Chilena Consolidada y Compañía de Seguros de Vida La Chilena Consolidada.
Sobre las 63 restantes se tendió un manto de misterio e impenetrabilidad que, desde luego, ninguno de los diarios de la cadena intentó revelar, ni tampoco el resto de la prensa diaria, en parte por una suerte de solidaridad empresarial. Ninguna de esas 63 empresas fue objeto de fiscalización en la misma medida que el resto.
El Grupo Edwards también tenía, participaba o influía en la propiedad de trece empresas de rubro comunicaciones, en el cual era hegemónico en el país. Era, en más de un sentido, el "sector productivo" de Edwards.
El Grupo contaba con presencia en otras 20 empresas del sector comercio, transportes y servicios no financieros, buena parte de las cuales pertenecían al rubro seguro, y eran subsidiarias de las compañías La Chilena Consolidada y Vida La Chilena Consolidada.
Poco menos de la mitad de sus empresas, otras 33, se encontraban ubicadas en el sector financiero, o de servicios financieros, con la función de captar recursos para llevar a las empresas productivas. Para ello, algunas de éstas -como en Banco Edwards, y anteriormente el del Trabajo y la Financiera de Los Andes en los cuales el grupo tuvo participación y control accionario-, captaban principalmente recursos del exterior.
Al momento de la intervención financiera del 13 de enero de 1983, el Banco Edwards tenía una deuda de 201 millones de dólares con el exterior.
La segunda gran fuente de recursos eran los agentes económicos locales. A través de sociedades de inversión, y empresas de papel -denominación que se le da en Chile a las que no tienen más función que sujetar la estructura de un grupo económico- el grupo Edwards capta recursos del sistema bancario nacional. Se trata de un método simple y expedito, que otros grupos han utilizado: cuando crecía en forma excesiva la cartera relacionada (créditos que un banco o financiera otorga a empresas que tienen una vinculación de propiedad con la institución bancaria), el banco podía seguir traspasando recursos a sus empresas a través de estas entidades de papel.
Son estas empresas las que se endeudan con el sistema financiero local cuando las productivas han superado su margen de endeudamiento permitido legalmente. Es más, en muchas ocasiones algunas de estas empresas sólo cumplen esa única función de endeudamiento, y luego son liquidadas. Así se explica en parte cómo pudo crecer de una manera tan exorbitada la cartera vencida de los bancos, es decir, los préstamos impagos.
Así, por ejemplo, en el Grupo Edwards se registran situaciones curiosas. La Compañía de Inversiones La Chilena Consolidada S. A., una de las empresas claves en el funcionamiento del grupo Edwards, estaba ubicada en Compañía 1068, a pocos metros de donde estaba ubicado El Mercurio S.A.P. Mientras la Compañía de Inversiones declaraba a la Superintendencia de Valores y Seguros tener un número cero de trabajadores, El Mercurio S.A.P., una empresa productiva, tenía mil 17.515. Tampoco declaraba tener trabajadores la Compañía de Inversiones Copiapó S. A., otro de los "holdings" del Grupo Edwards.
Algunas de estas compañías o sociedades de inversiones tenían un objeto diferente: recibir inversiones o capitales de otras empresas del grupo. Eso permitía a la empresa que invierte aumentar su activo, y por ende, el patrimonio, de modo de mejorar el balance. Esto es una de las típicas maneras de maquillar un balance.
También el Grupo Edwards –en esos años- capta directamente del público. Lo hace a través del Banco Edwards, el cual en 1983 por cada cien pesos que recibía de depósitos del público colocaba cerca de quince pesos en créditos que concedía a empresas del mismo grupo.
Pero, sin duda, uno de los medios más eficaces para atraer recursos es la AFP El libertador, creada junto con la Reforma Previsional que los diarios de la cadena de Edwards se encargaron de promover. En marzo de 1984 en el fondo de pensiones había recaudado mil 779 millones de pesos, producto de las cotizaciones de los 29 mil afiliados.
En el campo previsional es donde el gobierno fue más estricto a la hora de aplicar controles para el manejo de los grupos. A través de una rígida reglamentación -que los "Chicago boys" de El Mercurio han criticado y no sólo por razones ideológicas- se les fija a las AFP un monto mínimo de inversión de sus recursos en bonos del Estado y en letras hipotecarias, los cuales son más seguros que inversiones en el sector privado.
Sin embargo hay un margen que las administradoras de fondos de pensiones pueden depositar en el sistema bancario nacional. De hecho, cuando se produjo la intervención del sistema financiero, y los depósitos fueron castigados en los bancos de liquidación, todos los fondos de pensiones experimentaron una pérdida de sus activos, que por mínima que fuera, resultó en menor utilidad para los recursos que los trabajadores depositaron en las AFP.
Además, al permitir a las AFP comprar -con los fondos de los afiliados, desde luego- acciones de empresas privadas rentables, bajo "estrictos controles", según el gobierno militar, abre atractivas alternativas para todos los grupos que tienen intereses en el área previsional. La experiencia de la crisis de los Fondos Mutuos muestra que para los grupos es irresistible la tentación de canalizar hacia sus empresas los fondos que pueden comprar.
Hay una última fuente de recursos que es el Estado, el cual no sólo ha subsidiado a El Mercurio, sino también al Banco Edwards -y a través de éste, de manera indirecta a las empresas de papel del grupo- para que continúe operando.
Por último, en 1985 el grupo participa en otras seis empresas, que están ubicadas al menos genéricamente en el sector productivo. Con una excepción, sus razones sociales muestran una cierta especialización agrícola.
Pero es en el campo de las comunicaciones donde se encuentra el mayor poder del grupo, expresado especialmente por su cobertura de casi todas las fases productivas de la industria periodística. Su estrecha vinculación con el grupo Matte (el cual, junto con Edwards, es uno de los principales grupos económicos tradicionales) y la apertura reinante en materia de importación de papel -con aranceles bajo las normas del GATT - le permite tener asegurado en casi cualquier circunstancia el abastecimiento de papel.
Esta materia prima, junto con las tintas, son las básicas para la producción industrial de un medio de comunicación impreso. Su vinculación, aunque lejana y sólo rastreada hasta 1979, con Tintas Gráficas S. A. le asegura ese abastecimiento al grupo.
La producción propiamente tal está centrada en las empresas periodísticas El Mercurio S.A.P.; Sociedad Periodística Araucanía; Empresa El Norte Sociedad Periodística Ltda., que son las encargadas de elaborar los contenidos periodísticos de la cadena El Mercurio. A esa labor, Publicaciones Lo Castillo presta un servicio adicional, como es el de la preparación de algunos suplementos y cartillas publicitarias para los periódicos y la edición de las Revistas Apuntes y Dato Avisos.
La imprenta El Almendral y Editorial Lord Cochrane S. A. pueden, opcionalmente, realizar la impresión de las publicaciones de El Mercurio. Sin embargo, como este medio cuenta con ese servicio dentro de la misma empresa, El Almendral y Lord Cochrane se dedican fundamentalmente a otras publicaciones.
Alfa Limitada, cuya propiedad se encuentra en manos de Lord Cochrane, Continente y Andina, tres editoriales privadas, cubre el 70 por ciento de la distribución de las publicaciones que se hacen o importan en Chile. De esta manera, el grupo puede indirectamente condicionar la distribución de muchos medios de comunicación que podrían, eventualmente, ser competencia suya. La distribución de El Mercurio y los diarios de su cadena está en la mayoría de las ciudades importantes en manos de agentes propios o independientes, que también distribuyen las publicaciones de Alfa Ltda.
El resto de las empresas -con la excepción de Editorial Universitaria, donde la participación del grupo es minoritaria y lejana- son tentáculos extendidos hacia otras esferas de la comunicación privada: mientras lntercom es la única concesión de televisión privada otorgada hasta fines de 1984, Publiguías S. A. era la empresa que editaba la guía de teléfonos. Por último, Distribuidora de Publicaciones CLC S.A., una subsidiaria de El Mercurio, es una empresa de transportes para distribuir los diarios de la cadena.
Los hombres de Edwards
El equipo asesor directo de Agustín Edwards al más alto nivel en el diario El Mercurio y en otras empresas del grupo lo conformaban, a mediados de 1984:
-Enrique Montero Marx, ex ministro del Interior del régimen militar, general de brigada aérea en servicio activo, hombre de confianza del general Augusto Pinochet y declarado partidario del grupo derechista Unión Democrática Independiente, UDI. Es el asesor legal de Edwards, desde su cargo de fiscal del grupo y es su contacto más estrecho con el gobierno.
-Sergio de Castro SpikuIa, ex ministro de Economía y de Hacienda, gestor del modelo económico neoliberal que se aplicó en Chile a partir de 1975, y cercano -en política- al grupo de la UDI. Es el asesor económico del grupo Edwards y presidente de algunas de sus compañías, incluyendo el Banco de Edwards.
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-Maurice Poisson Eastman, ex vicealmirante de la Armada chilena, íntimo amigo del jefe de la Armada en los últimos once años, José Toribio Merino, emparentado con el propio Agustín Edwards Eastman. Es asesor general del dueño del grupo, en calidad de hombre de confianza.
No es tampoco una casualidad que el actual equipo asesor de Edwards en los más altos niveles de la conducción del grupo incluya a siete ex ministros y a dos ex subsecretarios del general Augusto Pinochet. La estrecha vinculación con los círculos del poder gobernante ha sido siempre una constante del comportamiento del Grupo.
La relación ha sido permanente y de sobremanera fructífera durante el gobierno militar que se inició en 1973. La lista de los ex empleados de Edwards que luego desempeñaron labores de alta responsabilidad en el gobierno es larga y algunos de sus nombres más representativos son los siguientes, además del ya mencionado Sergio de Castro y de Enrique Montero Marx:
-Fernando Léníz Cerda. Ingeniero comercial, fue el presidente de la empresa El Mercurio SAP cuando Agustín Edwards emigró a la vicepresidencia de la Pepsicola Internacional, durante el período de la Unidad Popular. A las pocas semanas del golpe militar, Léniz salió de su cargo en El Mercurio para asumir como ministro de Economía del nuevo régimen. Más tarde fue uno de los impulsores más activos y entusiastas de la reforma previsional. No retornó al grupo Edwards, integrándose en cambio al poderoso y emergente consorcio de Anacleto Angelini.
-Hernán Cubillos Sallato. Fue vicepresidente de El Mercurio durante la Unidad Popular, ascendiendo a presidente al ser designado Fernando Léniz como ministro de Economía. Un año más tarde debió renunciar presionado por Agustín Edwards, quien había regresado a dirigir personalmente sus negocios. En 1978 fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores del régimen militar, cargo que conservó hasta 1980.
-Alfonso Márquez de la Plata. Desde la creación de la Revista del Campo- el suplemento agrícola de El Mercurio, fue uno de sus principales asesores, en su calidad de ex director de la Sociedad Nacional de Agricultura. Más tarde fue ministro de Agricultura, secretario general de Gobierno y ministro del Trabajo.
-Arturo Fontaine Aldunate. Director de El Mercurio entre los años 1978 y 1982. Un año después de salir del grupo por discrepancias con Agustín Edwards, fue designado embajador del régimen militar en Buenos Aires, reemplazando a Sergio Onofre Jarpa. La embajada argentina es la segunda en importancia dentro de la tradición diplomática chilena.
-Francisco Orrego Vicuña. Redactor estable de temas internacionales en El Mercurio, fue designado en 1984 embajador en Gran Bretaña.
-Hernán Felipe Errázuriz: Colaborador permanente de El Mercurio en temas económicos y de legislación económica, fue vicepresidente del Banco Central, ministro Secretario general de Gobierno y ministro de Minería, antes de ser nombrado embajador ante Estados Unidos, en 1984.
-Álvaro Bardón. Uno de los principales redactores de editoriales económicos de El Mercurio y primer director del cuerpo especializado en economía de ese diario, fue intermitentemente vice presidente y presidente del Banco Central y subsecretario de Economía, en el gabinete del biministro Rolf Lüders. Era miembro de la Consultora Gémines.
-Andrés Passicot. Redactor de editoriales económicos y asesor especial del diario El Mercurio en temas económicos a través de la consultora Gémines, de la que era uno de sus socios. Fue nombrado, primero, director del Instituto Nacional de Estadísticas y, luego, ministro de Economía. Más tarde se le designó vicepresidente del Banco del Estado y en esta calidad encabezó las negociaciones con El Mercurio para buscar una renegociación de la deuda de esta empresa, parte importante de la cual estaba en manos de la institución estatal.
-Carlos Urenda Zegers. Jefe del equipo de abogados del grupo y amigo personal de la familia Edwards, fue llamado al gobierno durante la época del ministro de Hacienda Carlos Cáceres, para presidir una comisión racionalizadora de la crítica situación de la banca privada. Más tarde fue encargado por el grupo de encabezar la re negociación de las deudas de El Mercurio ante una veintena de bancos privados y estatales.
-Joaquín Lavín Infante. Este economista de la línea neoliberal llegó a dirigir la sección de economía y negocios del matutino tras haber desempeñado el cargo de decano de economía de la intervenida Universidad de Concepción.
-Jovino Novoa Vásquez. Ex subsecretario general de Gobierno durante el régimen militar, abogado y declarado partidario de la UDI. Es el único que tiene un cargo específico dentro de El Mercurio, donde se desempeña como Editor General de Informaciones, en el nivel de decisiones inmediatamente inferior al director. Es asesor periodístico y político de Edwards.
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-Francisco José Folch Verdugo. Ex subsecretario del Interior en la época en que el ministro era Enrique Montero, es otro abierto partidario de la línea gremialista de la UDI. Abogado, es el secretario privado de Edwards y en tal calidad integra el círculo exclusivo de sus asesores personales.
(*) Tomado del libro Para entender al decano; Ainavillo y Cía. Ltda; Santiago, diciembre de 1987.
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