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Viernes, 15 de Agosto de 2025
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El avance ruso en el Donbás y la sombra norcoreana

Andrés Almeida

"Dado que los avances rusos han incrementado su velocidad en los últimos días, ucranianos y occidentales han reconocido grados importantes de agotamiento de sus fuerzas. Y si bien dicen que siguen desgastando eficientemente el esfuerzo ruso -Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania, habló de haber causado 670.000 bajas rusas-, reconocen que de no mediar un cambio en la estructura y la dinámica del combate, este podría resultar en la caída de todo el Donbás ahora controlado por Ucrania, lo que dejaría campo libre a las fuerzas rusas para llegar hasta la orilla izquierda del Dniéper. Es decir, hablamos de la derrota ucraniana".

Este artículo es parte del newsletter exclusivo La Semana del pasado jueves 31 de octubre de 2024, y ahora se comparte para todos los lectores.

En los últimos días, las noticias del teatro bélico muestran que el Ejército ruso está realizando sostenidos avances, particularmente en toda la línea del frente del Donbás, que es el oblast donde se concentran los mayores esfuerzos militares, siendo el lugar donde se iniciaron las hostilidades a partir de 2014 entre las fuerzas regulares ucranianas y las prorrusas, previamente a la invasión rusa de febrero de 2022. 

Es decir, se trata de la línea del frente más armada y defendida de la guerra, y tal vez la de mayor valor estratégico y económico, sin contar Crimea, capturada por Rusia también en 2014. 

Si bien la raya para la suma parece estar en lo que suceda en la batalla por Chasiv Yar, en el Donbás, los rusos optaron por no concentrar sus fuerzas en un punto neurálgico, como en algún momento hicieron con Bajmut, sino crear tensión a lo largo de toda la línea del frente del Donbás, lo que ha resultado en múltiples, moderados y constantes avances territoriales, según la oportunidad. Algo que está diseñado más para producir desgaste en las filas ucranianas, tanto de material de guerra como tropa, que para lograr grande flechas de avance en los mapas.

Dado que los avances rusos han incrementado su velocidad en los últimos días, ucranianos y occidentales han reconocido grados importantes de agotamiento de sus fuerzas. Y si bien dicen que siguen desgastando eficientemente el esfuerzo ruso -Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania, habló de haber causado 670.000 bajas rusas-, reconocen que de no mediar un cambio en la estructura y la dinámica del combate, este podría resultar en la caída de todo el Donbás ahora controlado por Ucrania, lo que dejaría campo libre a las fuerzas rusas para llegar hasta la orilla izquierda del Dniéper. Es decir, hablamos de la derrota ucraniana.

Esta situación viene precedida por el voceo del ‘Plan de Victoria’ de Zelenski, con el cual el líder ucraniano pretendía convencer a Occidente -y en particular a Estados Unidos- de involucrarse más directamente en el conflicto, autorizando el uso de armas occidentales de largo alcance al interior del territorio ruso y el ingreso de Ucrania a la OTAN durante el conflicto. A la presentación de este Plan, Zelenski agregó la insinuación de que si Occidente no lo abraza, a Ucrania solo le quedaría como alternativa convertirse en una potencia nuclear

La verdad es que el ‘Plan de Victoria’ no tiene prácticamente ninguna posibilidad de existir, sin desencadenar una guerra abierta entre Rusia y la OTAN. Vladimir Putin dijo que el uso de armas occidentales de largo alcance es una declaración de guerra, pues no hay modo de operarlas sin la concurrencia de militares occidentales, y el ingreso de Ucrania a la OTAN, pese a que está expresamente prohibido aceptar países con conflictos armados vigentes, es algo inaceptable desde la perspectiva de la doctrina de seguridad rusa, lo que justificaría una declaración de guerra formal.

Así lo entienden varios países de la OTAN. Y no se trata solo de Hungría y Eslovaquia, cuyos gobiernos se han opuesto fervientemente a involucrar a Europa en el conflicto, sino que también Alemania, Bélgica, España y Eslovenia, de manera más discreta. Incluso, también es la comprensión de importantes agentes de la comunidad de seguridad de Estados Unidos, para quienes no tiene sentido arriesgar una guerra nuclear por un territorio que no se considera estratégico para el país.

En ese estado de bloqueo (o irrealidad) del ‘Plan de Victoria’ de Zelenski -para muchos una ruta a la Tercera Guerra Mundial-, es que han aparecido diversas fuentes de inteligencia occidental asegurando que Rusia está por recibir 12.0000 soldados norcoreanos, incluidos tres generales, además de ingente artillería, para que se ocupen de las operaciones de Kursk, donde una avanzada ucraniana logró capturar y sostener territorio ruso, con la esperanza de disipar las fuerzas rusas del Donbás y tener una mejor carta negociadora en caso de conversaciones de paz. 

Los rusos y los norcoreanos niegan tales versiones, aduciendo que los acuerdos de alianza militar recientemente firmados entre Rusia y Corea del Norte, si bien son amplios en cuanto a la asistencia mutua, no revisten ningún secreto. Según Rusia, además, estas versiones están encaminadas a justificar la presencia actual de oficiales occidentales en el teatro de operaciones.

Mientras, fuentes de la defensa de Estados Unidos dicen que si hay involucramiento de fuerzas norcoreanas en el conflicto, el país podría reconsiderar la forma de apoyo a Ucrania. Por su parte, Corea del Sur reaccionó con una visita oficial a Kiev y Bucha (donde se acusa una matanza de ucranianos por parte de rusos en el primer año de la guerra) de Yoon Suk Yeol, el presidente del país. Esto, en medio de la reapertura de la discusión acerca de la entrega de activos militares surcoreanos a los ucranianos, lo cual no ha sucedido en virtud de que la ley surcoreana prohíbe a su industria militar vender armas a países en conflicto armado y a que eso repercutiría directamente en poner en mayor tensión su relación con Corea del Norte.

En paralelo, la canciller norcoreana, Choe Son Hui, visitó Rusia sin que se conociera su agenda. Esto se da en el contexto en que los rusos han dicho que considerarán hostil la venta de armas surcoreanas a Ucrania, lo que consecuentemente podría incrementar el alcance de su acuerdo con el presidente de Corea del Norte, Kim Yong-un, con el riesgo de incrementar su apoyo a su programa nuclear. Algo que se hizo visible dado que las fuerzas rusas decidieron hacer y mostrar un ejercicio de operación de armas nucleares en su territorio.

¿Están los norcoreanos en la línea del frente?

Hasta ahora no hay ninguna prueba contundente, y todas las fuentes que lo afirman pertenecen a los servicios de inteligencia de países involucrados en el conflicto. Pese a ello, se afirma que ya han llegado 2.000 de los 12.000 soldados comprometidos, los cuales además serían tropas de elite. Algo que -según quienes defienden esta tesis- se debe a que Rusia estaría arriesgando escalar el conflicto, dadas señales de estar también exhausta.

Eso no parece ser real luego de las luces de la Cumbre BRICS en Kazán, pero hay analistas que dicen que la economía rusa está sobrecalentada y que las sanciones, poco a poco, hacen efecto, las que se habría puesto más pesadas ya que Kazán no fue realmente un punto de inflexión para la creación de un sistema monetario alternativo al dólar, pese a la impresión del billete BRICS. Además, se dice que poco a poco también la conscripción comienza a ser un problema en la zona eslava, de mayor peso político. 

Como apoyo a esta teoría del debilitamiento silente ruso, se dice que es por eso que Vladimir Putin se está atreviendo a contravenir la postura de China, país al cual no le conviene agitar el avispero de la península coreana, en el entendido de que eso podría llevar a tensiones militares a lo largo de toda su costa, incluido Taiwán. Esto, pues los chinos consideran que todavía el país no está preparado para un enfrentamiento directo o inderecto con Estados Unidos en el Pacífico.

De todos modos, visto de lejos, no me parece a mi que Rusia esté exhausta, dado -precisamente- la aceleración de sus avances por el Donbás, y la llegada sin prisa pero sin pausa del invierno, que golpeará particularmente a Ucrania, país que tiene su capacidad eléctrica en el suelo, lo que podría poner fin a la voluntad de lucha de su población. 

Y aunque vale la pena decir -una y otra vez- que en una guerra muchas veces lo que parece no es, y lo que es, no parece, la impresión de que los rusos están bien aspectados se incrementa al observar el reciente ránking de de US News, sobre Los mejores países, donde en el indicador de Poder, se clasificó a Rusia como el país con el ejército más fuerte. 

El dato es significativo, pues -si bien Rusia no está entre los primeros 25 países del listado, el que lo lidera Suiza, Japón y Estados Unidos- la metodología toma diversas fuentes abiertas y una sofisticada encuesta que cuenta con el respaldo de la empresa de marketing y comunicaciones WPP, Wharton School de la Universidad de Pennsilvania y del profesor David Reibstein.

Más allá de eso, es poco probable que de acá al martes 5 de noviembre aparezcan pruebas contundentes de la presencia de norcoreanos en Europa, día en que Estados Unidos eligirá a Kamala Harris o Donald Trump, cuyo resultado será decisivo para el curso de los acontecimientos.

Si gana Harris, hay mayores probabilidades de un mayor involucramiento de la OTAN en el conflicto, y una presencia norcoreana lo justificaría. Si gana Trump, pareciera que se estará más cerca el momento de negociar, y el capítulo norcoreano probablemente quedará en un anécdota más cercano a una novela de espías.

Así y todo, hay que volver a repetirse una y otra vez que lo que parece no es y lo que no es no parece, en demasiadas ocasiones durante una guerra.

 

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