Mi editor me envió a Sudamérica para realizar diversas entrevistas en la región. Primer país en la agenda es Chile, que está en las vísperas de su elección presidencial en noviembre. La nación poco ha cambiado. Son los mismos candidatos y temas. Nunca felices ni satisfechos.
Al tomar el taxi en el aeropuerto de Santiago, el frío es leve, pero para el chofer que me lleva al hotel es muy helado. El clima siempre es un tema. Se quejan del frío, calor, las alergias de la primavera y se molestan con el otoño por la cantidad de hojas. Hablan de fútbol y del porque su selección no va al mundial. Se saben la vida de los personajes de la televisión, aunque dicen que no les interesa. De política poco hablan porque afirman que: “Salga quien salga, tenemos que trabajar igual”.
No les gusta el presidente Gabriel Boric, y antes no les gustaba Piñera ni Bachelet, y así mismo con los anteriores. Nunca están políticamente satisfechos. Si gobierna la derecha, son izquierdistas y si el gobierno es de izquierda son de derecha.
Los chilenos son conocidos hipocondríacos y se nota porque en cada esquina hay tres farmacias. Las aflicciones de salud o síntomas de alguna enfermedad son temas de prioridad. Solo lo supera si hay un terremoto. Se sienten orgullosos de decir que ellos por un temblor de menos de 7 grados no se mueven del sillón.
Al llegar al hotel, el botones me saluda, y le respondo con la pregunta de cómo está él. De inmediato agacha su cabeza, cambia su postura física a la de un pordiosero y me dice con voz baja casi susurrando: “Más o menos, la cosa aquí no está bien. Está todo mal. Yo ahora ando resfriado, pero no se preocupe, debe ser una alergia”. De su pronóstico médico y del análisis económico saltó a que Chile había jugado mal contra Uruguay y que la televisión es una basura. Es decir, los mismos temas cuando visito este país, y a todo nivel social.
En Estados Unidos, la división de los ciudadanos fue siempre racista, blancos y negros. Ahora es entre izquierda y derecha. Eres pro o contra Trump. Chile antes era clasista, ricos y pobres. Ahora es una división política: “Zurdos y fachos” Si alguien se opone a la dictadura de Pinochet es un comunista, y si la apruebas eres fascista.
Las elecciones en Chile, a pesar de haber diversos candidatos, las ven solo como izquierda y derecha. Ganarán los comunistas o los fascistas. La candidata Evelyn Matthei, que se autodenomina de centro derecha, es más bien lo que digan las encuestas. Un día admira al dictador Augusto Pinochet, y luego lo niega. No tiene problemas en nadar en aguas de la extrema derecha. Todo sirve para juntar votos.
El candidato de extrema derecha, que antes era de centro derecha, José Antonio Kast, es quien lidera las encuestas de su sector. Un admirador de Trump, Bukele, Bolsonaro y Milei, que ahora por los escándalos de corrupción y violación de los derechos humanos, ya no los visita y menos aún los nombra. Es increíble como de referentes de la extrema derecha en el mundo pasaron a ser personajes innombrables que hasta pueden dañar a los futuros candidatos de esa coalición.
Por su parte, la que tiene más posibilidades de pasar a segunda vuelta en la izquierda es Jeannette Jara, una militante del Partido Comunista, y ex ministra del trabajo del presidente Boric. Acérrima defensora de los regímenes de Cuba y Venezuela, pero a medida que sube en las encuestas, se aleja de los Castro, Maduro y hasta del comunismo.
En el bar del hotel divisé a los asesores de campañas extranjeros. Los mismos que se mueven en la región contando historias de cómo han hecho presidentes por tarifas de casi 5 millones de dólares. Para ellos no hay colores políticos, un día representan a un candidato de izquierda y luego a uno de derecha.
Ellos reconocen que Chile no es fácil. Lo califican como un país conservador y de centro, ya sea de izquierda o derecha, pero de centro. Señalan que a los chilenos les gusta ser gobernados por una figura con carácter, pero sin extremos.
Estos expertos saben que los chilenos prefieren candidatos de buena presencia física y elegante vestimenta. Lo priorizan más que los principios o la intelectualidad del político. Con esas herramientas los asesores deben construir a su asesorado.
Ser blanco y rubio en Chile es un plus. El look es todo para ellos. Se niegan a aceptar su sangre mapuche y es una de las razones que Kast se tiñe el pelo rubio porque se ve como el capataz de una finca. Por eso las críticas a Boric y su presencia física, y el hecho que no use corbata les molesta. Pero si Milei no se peina y sus vestimentas parecieran de una falta total de higiene, eso no afecta. Solo se aplica si es de izquierda. Lo mismo con Bukele, su gorra, jeans y los trajes al estilo Liberace.
Las campañas comenzaron hace tiempo y las redes sociales son las bases de promociones y descalificaciones entre los candidatos. Ahora son menos caminatas y no se levantan bebés en las calles. Tik Tok, X, e Instagram son la prioridad.
Las embajadas en Chile también son relevantes en las elecciones por sus intereses en el país. Todas tienen sus candidatos y operan en silencio. Quieren saber sobre las políticas exteriores y sus posiciones en los conflictos bélicos actuales. ¿Estás con China o EE.UU.?
Durante el primer debate presidencial, en que los periodistas eran meros espectadores, los candidatos se veían nerviosos y tímidos. Todos ofrecían ser la solución en el tema de seguridad, que es la prioridad de los medios de comunicación chilenos.
Los discursos de los políticos están llenos de frases clichés sobre violencia. Atemorizan a sus ciudadanos prometiendo que ellos serán quienes frenarán los crímenes. Los chilenos viven con miedo de algo que, comparado a otros países, no es tan grave, pero para ellos es tema de conversación que aumenta mucho más durante las elecciones presidenciales y los depresivos inviernos, y no así durante sus vacaciones, que para ellos son sagradas.
Los candidatos presidenciales hablan de los cárteles de drogas y de como los delincuentes usan armas de grueso calibre, pero poco dicen que son las propias policías y las fuerzas armadas chilenas las que venden las armas y los que trafican. Tienen temor de hablar de sus uniformados, como si aún les quedaran rasgos de autocensura de la dictadura militar.
Chile es un país que presume ser el más moderno y serio de Latinoamérica, y sin duda lo es. Pero se rehusan a reconocer y menos intervenir a sus agencias policiales que son limitadas profesionalmente y corruptas. Peor aún es su justicia. Fiscales y jueces comprados por la delincuencia y empresarios. Sus cárceles son un panal de delincuencia. Los gendarmes (custodios) son socios y protectores de narcotraficantes y asesinos. De eso obviamente no se habla, aunque todos lo saben.
Al salir de Chile rumbo al aeropuerto, y para poder entablar una conversación con el taxista, le dije que hacía frío o quizás me estaba resfriando. El conductor amablemente me dio una clase de síntomas de las gripes, acompañada de una larga receta médica y me dijo que en el aeropuerto había farmacias. Antes de bajarme le dije que quizás era solo una alergia, pero me respondió algo que me hizo sonreír: “cuídese, puede ser influenza”.
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