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Viernes, 18 de Julio de 2025
[Sábados de streaming - Series de TV]

Barry: El autoengaño como industria y modo de vida

Juan Pablo Vilches

Quien quiera sorprenderse, debería ver esta serie. Salta de género en género con gracia y gratifica al espectador con un generoso despliegue de talento actoral. El fondo, eso sí, es terminalmente amargo.

Poco se recuerda que el debut de George Clooney como director fue en una extraña película llamada Confesiones de una mente peligrosa (2002). Edificada sobre los tortuosos laberintos mentales que tan bien se le dan al guionista Charlie Kaufman, cuenta la vida de un productor televisivo llamado Chuck Barris, quien escribió un libro homónimo donde confesaba ser además un agente de la CIA con sangre en las manos.

Si bien la CIA desmintió esto y la película no era concluyente al respecto, lo importante estaba en otro lado: en la simbiosis natural entre la violencia estatal estadounidense desplegada fuera de su territorio y la enajenación y el control social ejercido desde los miserables programas producidos por Barris. En otras palabras, la misma persona mataba de noche, mientras de día producía las condiciones para que esto no se supiera o a nadie le importara. Y si en realidad no se trataba de la misma persona, sí se trata del mismo sistema.

Una de las muchas cosas buenas que se puede decir de Barry, es que tiene una premisa semejante; pero como se trata de una serie, puede desarrollarla con más profundidad y ramificarla hacia más direcciones para, finalmente, llegar a un par de conclusiones tan simples y demoledoras como aquella que emana de la cinta de Clooney.

Barry Berkman (Bill Hader, uno de los guionistas y show-runners de la serie) es un exmarine que trabaja como sicario bajo la gestión y la manipulación de la nefasta figura paterna de Monroe Fuches (Stephen Root). Ya hastiado de su vida de asesino, en uno de sus encargos debe viajar a Los Ángeles, donde casualmente conoce el mundo de la actuación, junto con dos personajes clave: una nueva figura paterna con el profesor de teatro Gene Cousineau (Henry Winkler) y Sally Green (Sarah Goldberg), una compañera con vocación de víctima universal que le hace vislumbrar la posibilidad de una nueva vida y de un futuro.

En medio del abuso y explotación que ejerce Cousinau sobre sus estudiantes, Barry encuentra en la actuación un mecanismo de reciclaje para sus experiencias de guerra, el que lo convierte en una presencia atractiva y cargada del morbo y la violencia que alimentan a buena parte del entretenimiento en EE. UU. Y en el resto del mundo, para ser francos.

Sobre esta fauna de seres enfermos se construye una trama convoluta e impredecible, que salta de la comedia al thriller, de ahí al drama y desde allá a la acción, con una fluidez y agilidad pasmosa.

Barry queda así adicto al poder aparentemente terapéutico de la extraversión de sus traumas, desarrollando una dependencia emocional hacia su profesor y su compañera, mientras el mundo del hampa lo sigue tironeando para que siga haciendo lo mejor sabe hacer.

Esta premisa –bastante trillada, a decir verdad– tiene la novedad de ser empujada por un narco homosexual checheno llamado NoHo Hank (Anthony Carrigan), quien es responsable de buena parte del contenido cómico de la serie, por sus excentricidades, su inexplicable fascinación por Barry y –principalmente– por su tendencia a dirigir su organización criminal con el lenguaje y las prácticas de la gestión corporativa, el coaching y la programación neurolingüística. Y si las mafias pueden funcionar como empresas, la afirmación inversa también es cierta.

Sobre esta fauna de seres enfermos se construye una trama convoluta e impredecible, que salta de la comedia al thriller, de ahí al drama y desde allá a la acción, con una fluidez y agilidad pasmosa. Con elipses pronunciadas y una precisión cronométrica para hacerlo caber todo en capítulos de poco más de media hora.

Estamos hablando entonces de una serie temporalmente densa: copiosa en hechos, giros y estados de ánimo, e igualmente cargada de ideas y observaciones sobre la relación de EE. UU. con la violencia que produce y ejerce, sobre el mundo del espectáculo que se nutre de este mismo producto y sobre cierta orfandad general, consecuencia de que la transmisión cultural y valórica entre una generación y la siguiente está seriamente dañada. O llanamente cortada.

La sensación mórbida de esta serie se exacerba en la tercera temporada, en que las trayectorias alternadamente convergentes y divergentes de los personajes principales en torno a Barry parecen desquiciarse con el propio Barry. La tercera temporada se estrenó a la vuelta de la pandemia y claramente marca un quiebre respecto de lo anterior, un quiebre tan radical que terminó expulsando a no pocos espectadores, pero que se recompuso al final, con un cierre magistral centrado en el poder de la actuación para el engaño y la traición.

Como serie creada por un actor (cómico, además), dedica bastante energía a reflexionar sobre la actuación como terapia, reciclaje y recurso para plantarse frente al mundo. O incluso para plantarse ante uno mismo para autoengañarse. El hecho de que la serie trate de actores, aspirantes a actores, profesores de actores y representantes de actores, y de delincuentes que no pueden ser plenamente quienes son, construye un tejido de autoengaños que sostiene el conjunto hasta que a cada uno de ellos les alcanza la realidad.

Precedido de una elipse gradual y radical al mismo tiempo (es paradójico, pero cierto), el cierre de esta serie intensifica su capacidad de sorprender y de desplegar gran talento actoral, por ser una serie escrita por un actor para que sus colegas actores luzcan la capacidad de expresar la gama de reacciones que puede tener un personaje ante las mentiras que se inventa y decide creer.

En ese contexto, el cierre dentro del cierre es aún más sorprendente pues trata de una “coda”, una repetición de todo lo que vimos convertido en una ficción dentro de la ficción. Naturalmente que la violenta historia de Barry tenía el potencial de convertirse en una película, pero el hecho de confrontar esta construcción con todo lo visto anteriormente lleva al espectador a cuestionar sus simpatías, pero sobre todo a sorprenderse con la impudicia con que el mundo del espectáculo –en especial el estadounidense– tuerce la realidad o la hace encajar a martillazos en un molde trillado y vacío, para entretener al público y a la vez hacerlo sentirse bien consigo mismo.

Como cuando se pintaron de héroes del genocidio piel roja; o cuando se convencieron –y con ellos al mundo entero– de que la Segunda Guerra Mundial se ganó gracias a ellos.

De eso trata Barry, en último término: de las mentiras burdas con que su país se evade de una realidad atroz, donde lo uno y lo otro son parte de la misma cadena de suministro.

Acerca de

Título original: Barry

País: EE. UU.

Exhibición: Cuatro temporadas de ocho episodios (2018-2023)

Creada por: Bill Hader y Alec Berg

Se puede ver en: HBO Max

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Comentarios

Comentarios

Soy un socio muy contento con ustedes, saludos

Tremenda serie, tremenda reseña. Espero se siga hablando de esta serie, porque a través de su propuesta humoristica y de apariencia sencilla, logra en sus momentos mas altos un efecto estremecedor en el espectador que pocas otras series pueden presumir. Y es que su ingeniosa combinación de géneros y lo descarnada que puede llegar a ser, sin miedo a caer en lo exagerado y en lo grotesco, pero tampoco escapando de las consecuencias realistas en sus personajes, la vuelven muy humana, creíble, única y digna de ser apreciada más de una sola vez.

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