Julian Assange

La detención de Pavel Dúrov en el aeropuerto parisino de Le Bourget, el domingo 25 de agosto de 2024, tiene significado en múltiples esferas de la política mundial; desde la seguridad de Rusia -que teme que los servicios occidentales terminen teniendo acceso a todo sus registros de mensajería en Telegram- hasta el futuro de la privacidad de los datos y la libertad de expresión, a nivel mundial.

El programador, periodista y activista de Internet australiano pasó aislado más de una década. ¿Cuán perjudicial puede ser eso para la salud mental y física del fundador de WikiLeaks?

El periodista australiano y cofundador de WikiLeaks afronta este miércoles una de sus últimas alternativas para evitar la extradición al país norteamericano tras ser acusado de espionaje por revelar la violación a los derechos humanos cometidos por Estados Unidos en Irak y Afganistán.

Bajo la justificación de “violar reiteradamente convenciones internacionales”, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, reafirmó su giro a la derecha y cercanía con Washington, al quitar el asilo político a Assange y permitir que la policía británica entrara a la sede diplomática de Ecuador en Londres, donde se refugiaba desde 2012, y lo sacara por la fuerza.

Desde Quito se descarta cualquier tipo de plan para expulsar al creador de Wikileaks de su embajada en Londres. Aun así, tanto el presidente ecuatoriano como la Cancillería han calificado a Assange como “irrespetuoso” y de romper las normativas de su asilo político, el que se ha extendido por siete años. Según Wikileaks, el programador australiano sería una moneda de cambio para Lenin Moreno y su familia, vinculados al caso de cuentas offshore INA Papers.