PSUV

No hay fórmulas ni recetas para enfrentar el futuro, así como tampoco bolas de cristal. Pero hay hechos históricos que por su parecido pueden orientar la mirada. El Caracazo de 1989 -una rebelión popular muy similar a la chilena- abrió el camino a la izquierda y a los militares en Venezuela, dejando atrás al bipartidismo corrupto que se repartió el poder durante décadas.

Luego de que el líder de la oposición diera por finalizadas las negociaciones con el gobierno de Nicolás Maduro bajo mediación de Noruega, el chavismo lanzó una ofensiva de cara a las parlamentarias del próximo año: se sentó a negociar el regreso de su bancada a la Asamblea Nacional con una minoría dentro de la oposición, facilitó la liberación del vicepresidente del Congreso, prepara cambios en el Consejo Nacional Electoral y difundió imágenes de Guaidó junto a narcotraficantes colombianos.

La posibilidad de una intervención armada estadounidense refuerza las ideas de lealtad, unión y disciplina al interior del oficialismo, lo que hace improbable un quiebre en el corto plazo dentro de las tropas venezolanas.

Abraham Lowenthal -un conocedor de América Latina y sus entrecejos- no es optimista respecto de la posibilidad de acordar una salida de la crisis entre el chavismo y la oposición que derive en elecciones libres y sin plazos preconcebidos. Según el experto, ni unos ni otros han demostrado capacidad política para lo que considera es la mejor salida para Venezuela. “Ninguno ha buscado una negociación seria”, dice.